martes, 21 de agosto de 2012

Caigamos


Me pregunto cuánta sangre tiene que salirme para que me dé cuenta de las cosas. Cuántos golpes más me tengo que dar antes de irme, Cuántos suspiros, y frustraciones y noches sin dormir, cuántas horas, cuántos días y dolores de panza para escuchar dentro de mí y decir: es suficiente. 
                ¿Por qué sigues cuando las cosas tienden a repetirse en un ciclo eterno? Es raro pero nunca puedes encontrar tan fácilmente la medida para el dolor anímico. No entiendo por qué cuando uno quiere tocar fondo nos volvemos como un hoyo negro y devoramos incluso la luz que tenemos cerca.
                Pero el problema no es hoy, ni yo ni nadie, es esa necedad humana de seguir al lado del vacío, quizá el vacío es muy seductor, y queremos caer, porque bien lo dijo Kundera, “Aquel que se cae está diciendo ‘levántame’”. Pero lo que nunca dijo fue lo que pasa al que levanta, y levanta, y levanta… y levanta ¿Algún día deja uno de caer, o algún día deja uno de levantar? ¡Cómo fascina ese vértigo y esas ansias de seguir en el suelo!
                Porque todos caemos, y todos seguiremos cayendo -quizá es que estamos solos-, cada quien cae tanto que quizá no es capaz de levantar a su compañero; se ve a sí mismo en el piso, derrotado y vencido ¿Pero caer significa tocar el fondo? ¿Cómo sabemos cuando hemos caído por completo y suficientemente abajo? Parece ser que el homo-mensura platónico–gorgiano aquí tampoco está bien definido. Pero uno se mira tan agotado y tan abatido… hay que tomar ánimos, mirar al compañero y si según cada uno lo cree, levantarse o jalar el gatillo.
                Porque curiosamente muchas veces pasan estas cosas cuando estamos junto alguien, el vértigo no se antoja tanto en solitario, el vértigo se vuelve entonces en motivo, para no abandonarse. Solo en compañía del otro queremos tocar fondo, porque hay apapacho, hay protección, solo en compañía del otro somos desvalidos.
                ¿Hasta cuando dejar de caerse, o cuándo caer cada vez más?

miércoles, 15 de agosto de 2012

...

Muy bien, hoy estoy más tranquilo quizá sea más fácil sacar algo en esta ocasión. En realidad sigo con la misma problemática del día de ayer: no sé qué escribir. Supongo que ya no es uno de esos bloqueos literarios que me daban durante meses; al parecer el blog ha funcionado en mayor o menor medida. Ahora en realidad estoy por probar la opción de algunos escritores y darme a la tarea de escribir durante las mañanas. El problema con esa idea es despertarme temprano. Pero asumámoslo, yo he sido enemigo jurado de las mañanas desde la secundaria si no es que durante toda mi vida. En realidad lo más que pasa es que termino desvelado, y muriendo de sueño al día siguiente; ahora el problema aumenta con eso. La razón, sencillamente que no respondo ante nadie, entonces fácilmente puedo decir, no voy a la escuela o no trabajo, y ya me quedo a dormir y descanso. Por eso iré haciendo esto paso a paso, poco a poco; sé que no podré dormirme más temprano nunca, y menos aún de golpe, así que he tratado de recorrer la hora de abrazar la almohada. Pero también hay un problema con esto: no puedo, siempre sale algo, un texto pendiente, ayuda para alguien, un libro por leer, videojuegos, o hasta el simple insomnio...

Bueno aunque sea, salió una mini entrada que no esperaba. ¿Creen que sea más fácil si me quedo despierto esperando la mañana?

Para variar un poco.

Muy bien, es el intento treinta y dos de entrada de este día, llevo treinta y un borradores previos a este y sigo sin saber qué escribir. Ya he pasado por la política, por la crítica social, por la problemática personal y su resolución, por los falsos gurús literarios, por las confesiones, etc, y sigo sin darle al clavo.

      Al principio pensé en contar un poco de mí, pero no creo que a nadie realmente le interese saber sobre un desconocido cuentista. Entonces viene un problema enorme, pero con mayúsculas (ENORME), que es lo que tengo en la cabeza, porque pienso y pienso más y me doy cuenta de que en primer lugar pienso por ustedes, en segundo lugar asumo de qué voy a hablar y sé que sonaré aburrido, así que regreso al primer pensamiento y me doy cuenta de que pienso por ustedes. Entonces pienso en quedarme callado, pero no puedo, ¿alguien sabe como callar su cabeza?, y entonces discuto; pero la verdad es que discutir conmigo me da weva, siempre gana la parte que quiere discutir, sabe las respuestas de la otra parte. Después cuando hay un poco de silencio mental, me doy cuenta de que estoy loco, o al menos algo bastante parecido.

      Quizá lo mejor sea poner un poco de orden. Así que analizo, y pienso que muchos blogs no dan pauta a sus lectores a participar más allá de la pasividad. Escriben lo que les viene en gana y lo dejan ahí posteado, como desecho literario a ver quién lo encuentra y se le hace bonito, interesante o al menos agradable.

     Pienso nuevamente, algunos blogeros son pretenciosos y solo escriben para ellos. Claro juegan con las palabras bonitas y la combinación de la estructura de las oraciones. Algunos juegan a la seriedad, y otros al chacoteo, muchos en realidad juegan a esa falta de importancia. Una de las ventajas de la red.

     Al final pasa algo raro en mi cabeza es como el momento post orgasmo, cuando quedas inerte y todo desaparece de tu consciencia, aunque por dentro sepas que está ahí. Y me quedo sin palabras, todo pierde la importancia inicial y me encuentro ajeno incluso a mí mismo. Me leo y no comprendo nada, solo alcanzo a percibir entre líneas lo que ya me había dicho algún maestro: "la literatura es el intento por poner orden al caos que es el universo".

     Después de diez minutos de ausencia, y un cigarro, creo que esto no dice nada y solo sirve como mal preludio para preguntar a los lectores ¿qué les interesaría saber? (puntos suspensivos).