miércoles, 25 de marzo de 2009

Sandra y Érica parte 2

Al día siguiente la despertó su tía (pasaba por mucho de las doce del día), en el aire flotaba un aroma peculiar, se talló los ojos y descubrió que en sus manos también, sabía que se había sonrojado y, esperaba que su tía no se diera cuenta… al parecer no, ella sólo la observaba con una pequeña sonrisa, después de haberle dicho que era una floja, pues ya era tarde. Repentinamente se percató, en esos momentos Sandra estaba vestida con una blusa sin mangas de color blanco, no llevaba nada abajo, se lograban trasparentar sus pezones, más pequeños que los de Érica, pero un poco más oscuros, el cuerpo de Sandra era muy sensual, sus nalgas no eran en extremo grandes pero estaban bastante firmes y, se veían muy excitantes asomándose por debajo del pequeño short que usaba para dormir, su delgada cintura, sus senos no tan chicos pero bien formados, sus brazos ligeros ligeramente marcados, sus piernas torneadas, macizas; era muy bella, también la primera vez que la sobrina se daba cuenta de ello, le gustaba mucho, le atraía demasiado, incluso comenzó a sentir cómo se mojaba poco a poco su entrepierna, mientras veía a su tía hacer la cama e inclinarse para acomodar las cobijas. Tuvo que hacer un esfuerzo casi sobre humano para evitar tocarse frente a ella, y más fue su mérito por contenerse una vez que Sandra la abrazó, sentía sus pezones bastante duros frotándole, y su pelvis acercándose a la base de su espalda (pues la tía era un poco más alta que la sobrina)… así que Érica salió de la habitación argumentando que iba a lavarse la cara y arreglarse para ir a desayunar. Fue a la zotehuela y al pasarse las manos cerca de la cara percibió nuevamente el aroma, le dio curiosidad, las acercó poco a poco a su cara, inspirando lentamente, punteó el dedo en su lengua, lo empezó a meter un poco para identificar el sabor que era muy tenue, así que introdujo otro de sus dedos en la boca, pero antes de poder hacerlo por completo Sandra le estaba hablando; el corazón casi se le detuvo, su tía notó lo sucedido y le preguntó lo que pasaba, pero Érica solo dijo que la había sorprendido.

—Muy bien Érica, pero no tienes casi tiempo para arreglarte, pues no vamos a desayunar aquí, vamos a salir a comer algo y no quiero que vayas toda mugrosa, así que a bañarse, voy por las toallas, el jabón, el shampoo y lo demás… ah y por cierto, no tenemos tiempo ni para calentar el agua, así que tendrá que ser con la que sale de llave.

A Érica no le molestaba demasiado el tener que bañarse con el agua directamente del grifo, pero prefería calentarla un poco antes de sentirla, es cierto que la temperatura no era fría por completo, pero tampoco era siquiera tibia, dependía en gran medida de cómo estuviera el día, si era caluroso, el agua salía más caliente que en un día nublado.

—Muy bien, a bañarse, aquí están las cosas, no malgastes el acondicionador que ya queda muy poco.

La sobrina no tuvo tiempo de reaccionar, el golpe fue tan inesperado que no pudo ni sonrojarse, a menos de dos pasos estaba Sandra completamente desnuda diciéndole que se quitara la ropa. Cuando reaccionó, el matiz de sus mejillas la hacía más atractiva de lo normal, la mirada tímida e inocente viendo a su tía de reojo era apabullante, era la definición encarnada de ternura y sensualidad, su rostro mostraba inocencia, pero sus ojos deseo, deseo que no sabía cómo ocultar. Lentamente mientras se deshacía de la ropa la miraba… de los pies a la cabeza, las piernas eran bastante más atractivas sin la ropa, notaba que estaba depilada… completamente depilada, la zona púbica no era la excepción, se quedó asombrada por ese detalle, pero su atención a la zona también era llamada por la ligera línea dibujada entre los pliegues de la piel y, el pequeño botón que se asomaba de forma traviesa. Al oír la voz de Sandra diciendo que se apurara continúo surcando silenciosamente el cuerpo de la tía, destellos lascivos en su mirada la delataban, la imaginación de la pequeña volaba libremente hasta lugares antes desconocidos, en el mundo del placer y el deseo. Su cuerpo pedía el de ella, su clítoris pedía por lo menos la mano juguetona, su vagina le exigía un dedo, su… regresó a la zotehuela con una llamada de atención más enérgica por parte de Sandra. Ahora sólo estaba en ropa interior, sus bragas de un color azul cielo, le entallaban perfectamente a sus no muy grandes nalgas pero también nada pequeñas, haciendo resaltar la pelvis, el monte de Venus, los labios vaginales saboreando la lencería. La tía se dio cuenta de eso, la mirada excitante descendió a esa línea hundida en los calzoncillos azules, empezaba a excitarse, la deseaba poco a poco y cada vez más, no podía esperar a que se quitara el resto de la ropa; que el sujetador liberara el tierno busto de la mujercita, imaginaba la forma de sus pezones, su color, el verdadero tamaño de estos, y mientras lo hacía se mordía discretamente el labio, colocó las manos atrás de ella como para sugerir rascarse la espalda, pero en realidad estaba acariciándose las nalgas, las recorría con sus uñas, y las apretaba en ciertos momentos, poco a poco, comenzó a llevar sus manos rumbo a su ano, los incitaba, rozaba su piel e intentaba bajar un poco más hacia el perineo para seguir estimulándose sin que se diera cuenta su sobrina, lo hacía lentamente pero mientras más tardaba más excitada se ponía, más incontenibles eran sus ansias, más… de pronto sin pensarlo tomó agua del balde, y la vertió sobre su cabeza, le dijo a su sobrina que se apresurara.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Sandra y Érica parte 1

SANDRA Y ÉRICA



Y ahí estaba Érica, la pequeña mujer de 15, Érica la de los extraños ojos joviales entre café y miel, la de los rubios y sedosos cabellos, de sonrisa coqueta, la de figura bien definida pese a su edad, la pequeña tierna de la familia que disfrutaba de las vacaciones en casa de su abuela.

Érica había llegado con su abuela dos semanas atrás, con la intención de descansar un poco. Había terminado la secundaria y ahora comenzaría a ir a la preparatoria, básicamente era la niña perfecta, siempre bien portada, siempre obediente, es más, ni siquiera le habían descubierto un novio pese a su juvenil belleza.

Lo que más le gustaba a ella era la vieja tradición de pasar tiempo con su tía, iba cada vez que podía con su abuela para poder ver a Sandra, con quien la pasaba de maravilla desde que tenía memoria, a veces los fines de semana Sandra (de 24 años) llegaba ya entrada la noche por haberse ido de fiesta con sus amigos; a Érica no le importaba, generalmente cuando eso ocurría Sandra la movía ligeramente de su cama para hacerse un espacio y le besaba de forma afectuosa la frente, se cobijaba y dormía abrazándola, ¡qué sensación tan reconfortante! Érica no tenía hermanos ni hermanas y al estar con su tía era como llenar el hueco que dejaba la falta de estos.

En una de las tantas ocasiones en las que Sandra llegó de noche, lo había hecho con una amiga, así que le pidió a la sobrina se cambiara de lugar, de la cama al sillón del cuarto, para que se pudieran acostar su amiga, tanto era su sueño que cuando reaccionó unos minutos después no recordaba cómo había llegado de un lugar al otro, ni le importaba, estaba atenta… escuchando la respiración agitada de alguien en la cama, el inconfundible chasquido de los labios húmedos, pequeños gemidos, cautivantes suspiros. Aunque todos la consideraban una niña ingenua, en realidad estaba lo bastante grande como para saber lo que pasaba, pero para lo que no estaba preparada era para la reacción de su cuerpo, instintivamente se envolvió con sus propias manos en caricias resignadas, los roces con las yemas de sus dedos le producían un estremecimiento eléctrico desconocido para ella, en el abdomen tenía la extraña sensación similar a la del vértigo, el cosquilleo extraño de la excitación. Con los ojos cerrados imaginaba a su tía con quién sea que estuviera… se imaginaba con ella, sus dedos jugaban en sus labios y en su lengua, surcando lentamente su cuello, sus lindos pechos, jugando con sus rosas pezones los cuales se encontraban erectos, empezó a pellizcarlos poco a poco… aumentaba la fuerza y la velocidad; con la mano entera apretaba cada uno de sus senos… los estrujaba. Sin pensarlo y por error al rozar su vulva, comenzó a tocar su clítoris, sus otros labios, la sensación era maravillosa, era indescriptible el placer contenido durante todo ese tiempo, empezaba a acrecentarse, como si durante todo eso la sensación hubiera estado inmóvil y retenida, pero al tocarse ésta comenzaba a ser liberada y a crecer; el pecho se le agitaba de forma violenta, la garganta estaba secándosele, no podía controlar sus gemidos, sus violentas exhaladas de aire (aaahhh!). Dejándose llevar encontró una forma de obtener más placer, deslizó un dedo en su húmeda vagina, sin resistencia alguna lo metía y lo sacaba, primero lentamente, luego más rápido (aaaahhhhh!), cada vez más rápido; dos dedos (AAHHH!), no podía controlarse sabía que la podría escuchar su tía pero no le importaba, su cuerpo estaba extasiado, y de repente cuando creía que no podría más, algo dentro de ella estalló… contracciones, agitación, las descargas, todo aminoraba. Después del destello, su cuerpo quedó inerte, atónito, sólo había éxtasis, se sentía más liviana que nunca, más relajada; tanto, que durmió intensamente.