lunes, 17 de febrero de 2014

Explicación

No te engañes. No estoy pidiendo la segunda (tercera, cuarta, décima o centésima) oportunidad. Tú dejaste de ser en el momento en que te fuiste; en aquel instante que abdicaste de tu nombre, aquel nombre, con el que te conocí. Yo no te quiero de vuelta, yo no te quiero a ti. Yo quiero a aquella que fue y, que el tiempo, ha marcado (con hierro incandescente) en la memoria de quien no volverás a ser. No te engañes: yo no te pido a ti, pido a ella, la que bautizada con un bisílabo de fonemas repetidos, se marchó.
No te engañes, tú te fuiste, y extraño aquella que se marchó con ese bisílabo con el que me nombró: Go, go... no te engañes, tú te fuiste; y al hacerlo, se marchó ese que había sido yo. Go, go, me dijiste; y yo acepté, diciendo con la voz de un niño: Dí, dí.

Hidden track

No sé, no creo que sea la incertidumbre;  en realidad no hay incertidumbre, hay certezas, la certeza de que no estás. Así, a secas, tan real como el mundo dando vueltas después del segundo vaso bien servido de ron. Así, a secas, a duras penas, a duras realidades, a duras certezas. Ahora me pregunto si alguna vez estuviste; si realmente existías, y no se trató solo de una extraña fantasía que construí por más de dos años. A veces pienso que no estabas, que yo dormí durante más de dos años a solas en una cama individual, que yo era el que roncaba y me despertaba con mis mismos ronquidos, que yo mismo estaba harto de mí y me quería aventar de la cama cada vez que roncaba, pero en lugar de verme a mí, te veía a ti.

Estabas ahí. Yo te recuerdo. Eras una sombra con cabellos dorados y piel clara, y ojos verdes que cuando lloraban, más que verdes parecían grises. Yo te veía ahí, no era mi reflejo en aquel pequeño espejo, con la imagen distorsionada de unas encías grandes, y unas entradas más pronunciadas que las mías. Yo te acuerdo, yo me acuerdo, yo te conocí, aunque ahora no quede más que una sombra, una sombra que me acompañó en viajes que no puedo volver a hacer. Una sombra que me decía a ratos, a veces en la mañana o en la tarde: te amo. Una sombra que me mandaba un mensaje de buenos días, cuando no despertaba a mi lado. Una sombra, quizá la mía, o quizá, en realidad era yo la sombra. Una sombra tuya, seguramente eso es lo que soy, soy una sombra de tus manos, en una noche ociosa de velas o veladoras mientras la luz regresa, donde cuentas  a alguien la historia de una sombra que era tuya, y que abandonaste en algún lugar que ya no recuerdas (o no quieres recordar)... mientras lo arrullas, y lo abrazas, y lo asombras, con esta historia de sombras, donde a mí, no me recuerdas, donde a mí ya no me nombras. Y lo besas en la frente, y lo besas en los labios, y con un suspiro que no parece más suspiro, apagas la vela, y me apagas, y me olvidas; así, a secas; mientras le dices: te amo.

Edel Juárez – Mientras dure



Un poema que se cuela

No cabe duda de que la mejor musa, es una serie de enlaces químicos a los que bautizaron al alcohol. Brandy, Vodka, Wishky o (mi favorito) Ron.

Vuelves y te vas
entre las conchas de ostras viejas
(sin perlas;
las robaron)
y cartuchos de dinamita que se cebaron
entre miradas vidriosas
entre escupitajos secos

vienes y te vas

entre sueños
entre pesadillas
entre la orden de tacos
(dos de pastor, tres de tripa...
harta salsa, por favor)

En el buró hay dos pastillas
(que alientan abstenerse de ser ingeridas con alcohol)
de color blanco
como velos
y vestidos
o vestiduras
de satín y madera

en la ventana
cuatro pisos para un suelo
a 9.8 mts sobre segundo al cuadrado
ergo
un buen madrazo
quizá la muerte
quizá una contusión lisiadora

incertidumbre
un tedio
un cigarro
un tintero

posponer un futuro
que nos alcanza

tal vez mañana
tal vez mañana

una bocanada
de aire
de humo

tal vez mañana
un trago de ron
que confirma
tal vez mañana

miércoles, 12 de febrero de 2014

Intento fallido

Últimamente no tengo mucho tiempo, sin embargo, siempre existe la manera de encontrar un descanso para ponerse a pensar en todo lo que debería estar haciendo en lugar de cualquier otra cosa que haga... lo sé, suena raro. Pero no es porque esté mal escrito; según lo que he podido constatar últimamente, soy una de las personas que mejor manejan el lenguaje (según comentarios de otras personas que, precisamente, tienen como trabajo: el lenguaje). Tiene que ver con una suerte de juegos que hago a la hora de escribir. Pero bueno, nada de eso compete a esta entrada, solo quizá la primera parte; y es que en verdad no tengo mucho tiempo, ando constantemente saturado por diversas cuestiones que no necesariamente tienen una relación directa con escribir (tal vez por eso es que estoy permitiéndome hacer esto, pues crear una entrada es escribir). Lo más extraño de todo, es cómo pese a todo lo demás que me come el tiempo, mi cabeza siempre encuentra espacio para divagar, puedo estar a medio camino rumbo al metro y voy divagando a pasos, o también divago entre bocados... divagar, divagar y recordar. Soy un ente que vive en su cabeza la mayor parte del tiempo, cuando estoy a solas, el ruido que más constantemente sale de mí es una sonora carcajada. Supongo que por eso es que puedo escribir tan bien: el ser humano siempre ha tenido la necesidad de expresarse, mi deficiencia e incapacidad para expresarme oralmente, ha hecho que pueda hacerlo de mejor manera cuando escribo. Y sí, escribo, ¿pero y luego qué?, ¿qué hago, qué más hago? Me hago bolita, me acuesto en piso, y como decía mi fallecido tío, me cubro los huevos y la cara. Así, en esa posición (metafórica), me sigo transitando la vida (o me sigue transitando a mí, porque luego se siente como si pasara por encima y reventara una o diez costillas); en realidad no me disgusta, es muy agradable pero... ¿funcional? A veces, claro que sí, porque con mis amigos puedo hablar a la perfección, o quedarme perfectamente callado...

      Hay algo, sin embargo, siempre hay algo que me molesta... y aunque intuyo que lo sé sin empacho, parece que tengo miedo de eso que ni siquiera sé qué es. Me doy cuenta de que está ahí escondido porque quisiera decirlo (quería decirlo aquí, para ver si mi problema no se relacionaba con el Facebook) pero no puedo, y lo siento ahí, tal como se siente cuando un barro te va a salir, y aunque no lo veas, sabes que está. Supongo que con todo y ese conocimiento, no me queda más que esperar a que salga y reviente. Ya sea solito, o con un buen pellizco; solo espero que salga ya. El mutismo y la autocensura son de las pocas cosas que no sirven para ser escritor...