Este es un "soneto alejandrino incluido en liras con pitipié y acróstico"
Se puede leer de tres formas, la lira: que es el poema completo, el soneto alejandrino que es solo lo que dice cada 5 versos, y está en negritas para hacerlo más fácil a la lectura, y el acróstico, que fue hecho para mi escuela.
Después viene otro poema que en realidad es como una miniserie, pero ya no tan formales, sino con versos más libres, que resultan más agradables. Y al final un poema en prosa. Si no están acostumbrados al tipo de poemas como el primero y les aburre, salten al que sigue, es completamente diferente. Saludos, y difundan.
SONETO EN TRES TIEMPOS
Sigo
juego verbal
orientado por este joven, mas no
doncel
notorio mi arsenal
escribo en panel
tomo de entre mis recuerdos el recuerdo
aquél
odiaría ser él
a quien mis versos refieren, de esta
forma tal
labro destino cruel
¡ea, hasta el final!
juntos estábamos cada quien desde su
umbral
apareciste del
nido de algún ave extraña e
importancia vital
desconocida piel
repelente del mal
imaginé tus palabras de forma total
nada descomunal
oro, plata, incluso arena o pedernal
interesaba igual
no eras nada babel
como si estuvieras aquí, no en el papel.
listo y ágil al
urdir, fiero en la batalla como Gabriel
idealista cabal
dulce como la miel
otro tu trino creyó tener de forma fiel
errado coronel
nadie cuenta se daba de tu forma
real
luego en el laurel
indudable señal
ruiseñor de bellas plumas, ¿serás un
quetzal?
¿acaso no Miguel
sucumbiría a tu belleza desde el
zarzal?
¿conoces a Luzbel?
¿o no eres fatal?
no devoras serpiente alguna sobre nopal
Parecieras leal
imagen de varón delineada por pincel
testimonio fatal
inhábil Samüel
¿piensas que estás en desierto? Estás en
vergel.
imagen femenil
éscondete velozmente tras un girasol
y aunque estés inmovil
atrapada en perol
clamándole al viento la libertad del sol
rogando en formol
óblicua vida pero por completo civil
será en español
tu
reclamo futil
idílicamente con una voz tan gentil
con hermoso perfil
orgullosa gritabas con un tono bemol
¡Muerte al autor vil!
aclamabas pueril
rehuyendo de las letras que marcaban tu
rol
cual si fuera mongol
odiábasme por crearte. Pensaba
sutil:
Junto al quitasol
una tarde en añil
árbol que cortaron durante aquel mes de
abril
resolvílo cubil
en una cálida noche de musas y
alcohol
zopenca juvenil
De frescor cual mentol
eras quizá mi sueño, o quizá de Pitol
logré contigo gol
¡Viva mi creación, soy con letras tu
albañil!
aunque de metanol
llamas me quemen mil
eres prisionera, en páginas de marfil.
EL ETERNO RETORNO DE LO IGUAL (CRONOLOGÍA
DE UN INSTANTE)
I
A tu
encuentro me aproximo sin espera de nada
con expectativas bajas por saber cómo eres
pero contento por la promesa certera de volverte a ver.
Ya
un ciclo se ha cerrado
las cosas han cambiado,
tu lejanía se había hecho presente
y de vez en cuando te pensaba
(seguramente tú no hacías lo mismo).
Al
menos recuerdas quién solía ser
o quizá cómo me llamaba;
pensamientos consoladores
ante desconsolada realidad.
Prometí
prepararte una cena
(excusa para pasar el rato)
y brindar con vino blanco
que tú ibas a llevar.
Y
aunque con la intención de no esperar nada
mucho es lo que espero
de mi cabeza no sale la idea que decías:
"contigo nada quiero".
II
Decir
que desperté a tu lado sería una mentira
más bien una verdad a medias
no desperté, en realidad no dormía.
A
lo largo de la noche, en vela observándote la pasé
recordando los estragos que el vino en mí había hecho
y tus caricias frescas en mi cabello
al regresar del baño al sofá.
Recordé
las lecturas de poesía
las de tus autores, y también las mías
compartías tus labios
con Sabines, con Borges y los demás.
Cité
mi propio epigrama, titulado trío:
En mi cama hay espacio para un sueño
que puedes ser tú; pero si traes otro sueño
a que nos acompañe, se volverá pesadilla
pues también será él.
Te
volviste musa, revivió Calíope,
revivieron las caricias que de antaño me obsequiabas
revivieron sin que las pidiera una vez más
y después de las poesías y las caricias
llegaron los momentos de cantar.
Al
final con una frase te retiraste a tu cuarto:
"estoy hasta la madre, ya no puedo más".
Pedí
cobijo en tu cama, a tu lado,
sin pesar me lo concediste; y mis brazos
te acogieron, te entregaste al sueño
y en la serenidad del momento, con las caricias
en turno mías, recordé la poesía de más de un año:
Dormida, quédate dormida
sin despertar jamás
verdadera y cálida como lo has sido.
Que el frío no se acerque a tus labios
y el rubor no abandone tu tez.
Quédate dormida.
Dormida te puedo observar mejor,
donde mis ojos que te miran
no sean motivo de agravios;
donde mi tacto no sea espinas
que lastiman tu lastimada piel.
Dormida, quédate dormida
con la promesa de algún día despertar.
Has de quedarte callada como la soledad,
y respirar apacible el olvido de mí
que te invade, que te recorre
como la sangre por el cuerpo
mientras yo sigo creyendo
que entre sueños me piensas
al menos una vez.
Dormida, Bella Durmiente,
te cubro de besos que no saben a hiel,
y no recibo rechazos ni reclamos,
pues estás dormida…
Dormida, quédate dormida
con la promesa de nunca despertar.
Pero
era inevitable, despertaste
feliz, contenta, y desganada
preguntaste qué había hecho sin ti
yo dije que escucharte roncar,
te mencioné que olías a tepache,
y después de responder que era obvio
te bañaste y pediste de desayunar;
te marchaste, sutilmente
gentilmente, me dejaste quedar.
III
Aguanto
mis ganas de llamarte otra vez
hace unas horas que lo hice,
te escuché reír por mi llamada,
parecías disfrutarla, parecías agradada.
Instantes,
al fin instantes,
recordé los papelitos que dejé en tu cuarto:
una invitación a una nueva visita,
una cursilería:
“No puedes hacer poesía
porque como lo dijo Bécquer
poesía eres tú”,
también dos fragmentos de algo
que en sí mismos eran uno cada uno:
“como la nota que tiembla,
y se alarga (crece) en tus dedos
así me sentía yo con tus manos en mi cabello”,
y dejé el papel color morado
en las cuerdas del violín
“estábamos buscando instantes sutiles,
talvez instantes pueriles
donde estábamos sin estar”
y éste quedó bajo un pisapapeles
con forma de mundo en cristal.
Es
mi turno de partir, de irme
de dejar en el deseo lo que es del deseo
mañana te llamaré para saber lo que piensas.
Me toca descansar, recordando tu piel
recordando lo que sentía en las manos
al pasarlas sobre ti.
IV
Tengo
ganas de ti, no de mí,
no de nosotros, sólo de ti,
no del que nace en caricias gentiles,
no del que muere en deseos de ser,
sólo de ti.
No
del que somos
cuando estamos sin estar
sino de la que eres por ti misma
por ti y para ti,
sólo de ti.
Tengo
ganas de ti cuando estás conmigo
cuando apacible te recuestas a mi lado
y me acoges entre tu brazo y tu pecho
y dejo de ser para mí
y comienzo volverme de ti.
Tengo
ganas de ti, de aquella desconocida
que me deja recostar a su lado
cuando se va fuera de sí
y me vuelvo testigo mudo
mientras con la vista te hago parte de mí.
Tengo
ganas de ti y de mí, de nosotros,
de ese algo que se forma sin llegar a ser,
tengo ganas de ojos, de miradas,
de dedos, de manos, de caricias.
Tengo ganas de ti, sólo de ti.
V
Lo
cierto es que contigo
todo es incierto,
que todo es, mientras deja de ser
que todo deja de ser, mientras va siendo
que todo va siendo mientras desaparece
que todo desaparece mientras va apareciendo.
Contigo,
lo único cierto es lo incierto
y el efímero instante lleva consigo
la promesa de nunca volver.
VI
Te
llamé, la primera vez no estabas,
la segunda, eterna espera,
resultó ser la indicada.
Te dijiste indispuesta, ocupada;
habías leído el mensajito:
"Nos vemos el próximo año
este fin de semana ando atareada".
Seguramente, andabas con tu novio
pues no hacías tarea, ni cenabas,
no perdías el tiempo, no hacías nada.
No
sé, quizás algún día (pronto) te llame,
y pregunte sincero cómo estás;
mientras tanto, estaré con mi novia
esperando (para contigo)
el eterno retorno de lo igual.
UN BUEN ABRIGO
Yo tengo
un abrigo de piel que no está hecho a mi medida sino a la de ella; que sabe
decir con las manos lo que con la boca no, y está cubierto de finos vellos que
sólo se sienten ―a veces― al pasar la lengua.
Qué dicha tener al alcance una piel para refrescarse en
verano cuando el aire roza el sudor; y en invierno cuando el frío se cuela
hasta los huesos, una buena piel es más práctica que diez cobijas y una pijama
de lana.
Hay veces en que es necesario tener a la mano una piel para
las noches de ocio ―haga frío o calor―, buscar su tersidad entre juegos y
abrazos donde se vuelve, mientras me envuelve, más grande que yo.
Por eso una piel es la mejor compañera en los días
nublados y lluviosos para el cine en casa ―aunque se vaya la luz―, pues
funciona como botana, almohada y cobertor, y es capaz de calentar los labios y
refrescarlos por igual. Quedarse dormido junto a ésta ―que tiene la capacidad
de amoldarse a uno y viceversa―, pues al despertar generalmente es una grata
sensación.
Yo tengo una piel mestiza, un poquito morena, que a
veces está y a veces no. Algunos la llaman por su nombre, yo a veces sí y otras
no: y cuando la mando llamar diciendo: "ven pa'cá, cosa hermosa",
y la tomo entre mis brazos y me convierto en su abrigo; me pongo a pensar que
por más que pase el tiempo y se desgaste, no hay mejor cobija ni juguete para
el ocio que su piel.