domingo, 29 de julio de 2012

El Charco


Les dejo uno de mis primeros textos. Espero lo disfruten.


Entró en su departamento a la misma hora de siempre ‒no por nada el sobrenombre en su trabajo era “el Relojito”‒, echó un vistazo rápido para confirmar que todo estaba en orden. A los veinte minutos regresó con Sandra, él estaba nervioso, era una nueva puta, y no estaba acostumbrado a nuevas experiencias, 'tranquilo hombre' decía ella con una voz sensual y áspera, como detestaba él que lo calmaran; sin embargo la belleza de su nueva amante podía perdonarle lo que fuera. Después de la sucesión de gemidos fingidos y orgasmos, el Relojito se dirigía al baño como siempre; todo estaba cronometrado, había tardado los siete minutos que tenía que tardar, un minuto más en el baño, y dos para despedir a la puta que en esos momentos debía estarse cambiando. No fue así, la puta, seguía acostada, fumando, llenando todo el lugar con cenizas para inculparlo de su delito carnal, como si no fuera suficiente el olor a sexo y, por si fuera poco, ya llevaba un minuto (1) de retraso; sutilmente la hizo vestir para sacarla del departamento (2), la acompañó cortésmente hasta la puerta pero ella se detuvo, él siguió su mirada (3), en el suelo, saliendo de la puerta del ropero, una mancha que fácilmente podía juzgarse de ser sangre. El fulgor que desprendía lo había hipnotizado (4), realmente era sangre, ¿había sido la puta para tratar de incriminarlo en algo? De pronto, sintió como si la cabeza le fuera a estallar, habían pasado ya cinco minutos de retraso, era inaceptable, ella preguntaba qué sería eso, se paró (6), estiró la mano al picaporte y después… todo negro. Ahora él tenía dos charcos de sangre que limpiar, había perdido siete minutos para hacerlo, pero con los veintitrés restantes eran más que suficiente.

domingo, 22 de julio de 2012

Tres poemas juntos


Este es un "soneto alejandrino incluido en liras con pitipié y acróstico"
Se puede leer de tres formas, la lira: que es el poema completo, el soneto alejandrino que es solo lo que dice cada 5 versos, y está en negritas para hacerlo más fácil a la lectura, y el acróstico, que fue hecho para mi escuela. 
Después viene otro poema que en realidad es como una miniserie, pero ya no tan formales, sino con versos más libres, que resultan más agradables. Y al final un poema en prosa. Si no están acostumbrados al tipo de poemas como el primero y les aburre, salten al que sigue, es completamente diferente. Saludos, y difundan.

SONETO EN TRES TIEMPOS
S
igo juego verbal       
orientado por este joven, mas no doncel      
notorio mi arsenal           
escribo en panel         
tomo de entre mis recuerdos el recuerdo aquél   
o
diaría ser él  
a quien mis versos refieren, de esta forma tal          
labro destino cruel     
¡ea, hasta el final!      
juntos estábamos cada quien desde su umbral                
a
pareciste del 
nido de algún ave extraña e importancia vital                     
desconocida piel        
repelente del mal       
imaginé tus palabras de forma total          
n
ada descomunal      
oro, plata, incluso arena o pedernal  
interesaba igual                     
no eras nada babel     
como si estuvieras aquí, no en el papel.     
l
isto y ágil al  
urdir,  fiero en la batalla como Gabriel         
idealista cabal
dulce como la miel    
otro tu trino creyó tener de forma fiel                  
e
rrado coronel
nadie cuenta se daba de tu forma real          
luego en el laurel       
indudable señal                     
ruiseñor de bellas plumas, ¿serás un quetzal?                 
¿acaso no Miguel      
sucumbiría a tu belleza desde el zarzal?       
¿conoces a Luzbel?               
¿o no eres fatal?        
no devoras serpiente alguna sobre nopal  
Parecieras leal
imagen de varón delineada por pincel          
testimonio fatal         
inhábil Samüel           
¿piensas que estás en desierto? Estás en vergel.  
imagen  femenil
éscondete velozmente tras un girasol
y aunque estés inmovil
atrapada en perol
clamándole al viento la libertad del sol
r
ogando en formol
óblicua vida pero por completo civil
será en español 
 tu reclamo futil
idílicamente con una voz tan gentil
c
on hermoso perfil
orgullosa gritabas con un tono bemol
¡Muerte al autor vil!
aclamabas pueril
rehuyendo de las letras que marcaban tu rol
c
ual si fuera mongol
odiábasme por crearte. Pensaba sutil:
Junto al quitasol
una tarde en añil
árbol que cortaron durante aquel mes de abril
r
esolvílo cubil
en una cálida noche de musas y alcohol
zopenca juvenil
De frescor cual mentol
eras quizá mi sueño, o quizá de Pitol
l
ogré contigo gol
¡Viva mi creación, soy con letras tu albañil!
aunque de metanol
llamas me quemen mil
eres prisionera, en páginas de marfil.


EL ETERNO RETORNO DE LO IGUAL (CRONOLOGÍA DE UN INSTANTE)
           
                                 I
A tu encuentro me aproximo sin espera de nada
con expectativas bajas por saber cómo eres
pero contento por la promesa certera de volverte a ver.
Ya un ciclo se ha cerrado
las cosas han cambiado,
tu lejanía se había hecho presente
y de vez en cuando te pensaba
(seguramente tú no hacías lo mismo).
Al menos recuerdas quién solía ser
o quizá cómo me llamaba;
pensamientos consoladores
ante desconsolada realidad.
Prometí prepararte una cena
(excusa para pasar el rato)
y brindar con vino blanco
que tú ibas a llevar.
Y aunque con la intención de no esperar nada
mucho es lo que espero
de mi cabeza no sale la idea que decías:
"contigo nada quiero".
                                II
Decir que desperté a tu lado sería una mentira
más bien una verdad a medias
no desperté, en realidad no dormía.
A lo largo de la noche, en vela observándote la pasé
recordando los estragos que el vino en mí había hecho
y tus caricias frescas en mi cabello
al regresar del baño al sofá.
Recordé las lecturas de poesía
las de tus autores, y también las mías
compartías tus labios
con Sabines, con Borges y los demás.
Cité mi propio epigrama, titulado trío:
En mi  cama hay espacio para un sueño
que puedes ser tú; pero si traes otro sueño
a que nos acompañe, se volverá pesadilla
pues también será él.
Te volviste musa, revivió Calíope,
revivieron las caricias que de antaño me obsequiabas
revivieron sin que las pidiera una vez más
y después de las poesías y las caricias
llegaron los momentos de cantar.
Al final con una frase te retiraste a tu cuarto:
"estoy hasta la madre, ya no puedo más".
Pedí cobijo en tu cama, a tu lado,
sin pesar me lo concediste; y mis brazos
te acogieron, te entregaste al sueño
y en la serenidad del momento, con las caricias
en turno mías, recordé la poesía de más de un año:
Dormida, quédate dormida
sin despertar jamás
verdadera y cálida como lo has sido.
Que el frío no se acerque a tus labios
y el rubor no abandone tu tez.
Quédate dormida.
Dormida te puedo observar mejor,
donde mis ojos que te miran
no sean motivo de agravios;
donde mi tacto no sea espinas
que lastiman tu lastimada piel.
Dormida, quédate dormida
con la promesa de algún día despertar.
Has de quedarte callada como la soledad,
y respirar apacible el olvido de mí
que te invade, que te recorre
como la sangre por el cuerpo
mientras yo sigo creyendo
que entre sueños me piensas
al menos una vez.
Dormida, Bella Durmiente,
te cubro de besos que no saben a hiel,
y no recibo rechazos ni reclamos,
pues estás dormida…
Dormida, quédate dormida
con la promesa de nunca despertar.
Pero era inevitable, despertaste
feliz, contenta, y desganada
preguntaste qué había hecho sin ti
yo dije que escucharte roncar,
te mencioné que olías a tepache,
y después de responder que era obvio
te bañaste y pediste de desayunar;
te marchaste, sutilmente
gentilmente, me dejaste quedar.
           
                        III
Aguanto mis ganas de llamarte otra vez
hace unas horas que lo hice,
te escuché reír por mi llamada,
parecías disfrutarla, parecías agradada.
Instantes, al fin instantes,
recordé los papelitos que dejé en tu cuarto:
una invitación a una nueva visita,
una cursilería:
No puedes hacer poesía
porque como lo dijo Bécquer
poesía eres tú
”,
también dos fragmentos de algo
 que en sí mismos eran uno cada uno:
como la nota que tiembla,
 y se alarga (crece) en tus dedos
así me sentía yo con tus manos en mi cabello
”,
y dejé el papel color morado
en las cuerdas del violín
estábamos buscando instantes sutiles,
talvez instantes pueriles
donde estábamos sin estar

y éste quedó bajo un pisapapeles
con forma de mundo en cristal.
Es mi turno de partir, de irme
de dejar en el deseo lo que es del deseo
mañana te llamaré para saber lo que piensas.
Me toca descansar, recordando tu piel
recordando lo que sentía en las manos
al pasarlas sobre ti.
                                IV
Tengo ganas de ti, no de mí,
 no de nosotros, sólo de ti,
no del que nace en caricias gentiles,
no del que muere en deseos de ser,
sólo de ti.
No del que somos
cuando estamos sin estar
sino de la que eres por ti misma
por ti y para ti,
sólo de ti.
Tengo ganas de ti cuando estás conmigo
cuando apacible te recuestas a mi lado
y me acoges entre tu brazo y tu pecho
y dejo de ser para mí
y comienzo volverme de ti.
Tengo ganas de ti, de aquella desconocida
que me deja recostar a su lado
 cuando se va fuera de sí
y me vuelvo testigo mudo
mientras con la vista te hago parte de mí.
Tengo ganas de ti y de mí, de nosotros,
de ese algo que se forma sin llegar a ser,
tengo ganas de ojos, de miradas,
de dedos, de manos, de caricias.
Tengo ganas de ti, sólo de ti.
                                V
Lo cierto es que contigo
todo es incierto,
que todo es, mientras deja de ser
que todo deja de ser, mientras va siendo
que todo va siendo mientras desaparece
que todo desaparece mientras va apareciendo.
Contigo, lo único cierto es lo incierto
y el efímero instante lleva consigo
la promesa de nunca volver.
                                VI
Te llamé, la primera vez no estabas,
la segunda, eterna espera,
resultó ser la indicada.
Te dijiste indispuesta, ocupada;
habías leído el mensajito:
"Nos vemos el próximo año
este fin de semana ando atareada".
Seguramente, andabas con tu novio
pues no hacías tarea, ni cenabas,
no perdías el tiempo, no hacías nada.
No sé, quizás algún día (pronto) te llame,
y pregunte sincero cómo estás;
mientras tanto, estaré con mi novia
esperando (para contigo)
el eterno retorno de lo igual.

UN BUEN ABRIGO
Yo tengo un abrigo de piel que no está hecho a mi medida sino a la de ella; que sabe decir con las manos lo que con la boca no, y está cubierto de finos vellos que sólo se sienten ―a veces― al pasar la lengua.
    Qué dicha tener al alcance una piel para refrescarse en verano cuando el aire roza el sudor; y en invierno cuando el frío se cuela hasta los huesos, una buena piel es más práctica que diez cobijas y una pijama de lana.
    Hay veces en que es necesario tener a la mano una piel para las noches de ocio ―haga frío o calor―, buscar su tersidad entre juegos y abrazos donde se vuelve, mientras me envuelve, más grande que yo.
     Por eso una piel es la mejor compañera en los días nublados y lluviosos para el cine en casa ―aunque se vaya la luz―, pues funciona como botana, almohada y cobertor, y es capaz de calentar los labios y refrescarlos por igual. Quedarse dormido junto a ésta ―que tiene la capacidad de amoldarse a uno y viceversa―, pues al despertar generalmente es una grata sensación.
     Yo tengo una piel mestiza, un poquito morena, que a veces está y a veces no. Algunos la llaman por su nombre, yo a veces sí y otras no: y cuando la mando llamar diciendo: "ven pa'cá, cosa hermosa", y la tomo entre mis brazos y me convierto en su abrigo; me pongo a pensar que por más que pase el tiempo y se desgaste, no hay mejor cobija ni juguete para el ocio que su piel.

viernes, 20 de julio de 2012

Amor se llama el juego en el que amas o te amas


Amor se llama el juego en el que amas o te amas… es una historia en la que cualquiera podría estar inmerso, tal vez porque la trama superficial habla de uno de los más grandes secretos a voces que tiene la población amatoria. Una historia sobre el tabú de la infidelidad y el amor platónico.

Contada desde un punto de vista poco usado, esta historia dista de ser rosa o de encontrarnos con un final que para todos pueda ser un final feliz. Se trata de la historia en la que nuestro personaje ―el protagonista sin nombre porque podría ser cualquiera de nosotros―, se encuentra inmerso en un triángulo amoroso poco convencional, con su esposa ―Dolores― y una amante-amiga ―Lucía― que se ha vuelto en el objeto de su más grande inspiración y quizá razón por la cual Él aún no ha resuelto suicidarse pese a considerar su vida un fracaso.
Lucía y Él sólo se ven una vez al año y con un poco de la ayuda de su Primo, Él ha logrado verla una vez más, sólo que esta vez podría ser la última.


Si te interesa, puedes leer el libreto con las anotaciones del director en esta página.


Si no tienes wattpad, puedes dejar tus comentarios aquí (no es necesario estar suscrito para poder entrar y leer la historia)

Creo que el título es obvio

Yo también me enamoré de ella, de su mirada callada, de su respiración tranquila. Me enamoré de sus ojos brillantes llenos de vida y sus lágrimas sinceras. Cómo no iba amar, nuestros códigos, y nuestros juegos, nuestros relajos y travesuras. Y las voces chisotas al hablarnos con ternura. Me enamoré de su aliento y sus mañanas, de sus presentes, de sus pasados. Me enamoré de su historia y de la mía, de la nuestra, de las ganas de estar juntos, de las batallas perdidas, y claro que sí, de las ganadas. Me enamoré de su encanto, de su sonrisa, de los besos al aire que llegan a los oídos. Me enamoré de su belleza, de su fortaleza, de su habilidad para salir adelante. Me enamoré de todo lo que es ella, hasta de imperfecciones perfectas, de sus regaños, y sus penas. Me enamoré de ella, de ella, de ella.

martes, 17 de julio de 2012

Entre cenizas




Empecé a dibujarla como lo había hecho durante tantas noches y por tanto tiempo con la estela del cigarrillo recién encendido. Brillaba con ardiente pelo, con ardientes ojos, con ardientes labios, con ardientes pechos, brillaba con ardientes caderas y ardientes manos; apagué la luz para poder verla mejor, en la oscuridad podía conservarla mejor. Pasé los trazos del cigarro durante tanto tiempo que quedó marcada en el aire; sin embargo aunque bien definida aún era etérea, halé un poco pues la punta se estaba apagando, y traté de rellenarla hasta que iluminó a media luz la habitación. El problema fue que cuando traté de acariciar sus cálidos miembros me quemé la mano, me quemé los labios, pero las caricias avivaron su intensidad naranja, y tuve que correr rápidamente por agua antes de que su lujuria quemara toda la habitación. De pronto se volvió un rescoldo que apenas titilaba, estaba muriéndose, prendí otro cigarro, la dibujé nuevamente, sin tanta intensidad; ahí estaba ella, sonriendo. Prendí la luz, no sin antes cubrir el foco con una tela que oscurecía la habitación al punto de poderla ver sutilmente.

Tomé grandes bocanadas y la rellené de humo, el humo se fue haciendo cada vez más denso, el tono grisáceo se convirtió en moreno. Los labios conservaron la brillantez del fuego, y su rostro se empezó a dibujar más nítidamente. La tomé del aire donde flotaba, suspiré al ver su parecido. Nunca lo había hecho con esa intensión, aunque quizá sí, porque nunca dejé de extrañarla por mucho que tuviera su muerte. Mi lágrima se encontró con sus manos, y se evaporó en un “Ttsssss”. Cuánto la había extrañado. Quería que me hablara y me dijera te amo con ese temblor en sus labios, pero pese al temblor no logré escuchar nada.

Un suspiro la desfiguró, se me había olvidado ser precavido, así que prendí el último cigarrillo que me quedaba, y comencé a dibujarla nuevamente, a rellenarla; en realidad no me importaba como se veía, yo la seguía viendo hermosa, como si aún no fuera polvo o ceniza, pero a ella siempre le gusto verse radiante y perfecta; cuidé de no hacerle arrugas, aunque a mí siempre me habían gustado las suyas; esas arrugas de felicidad en las comisuras y que siempre quería ocultar con cremas; ella lo sabía, me miró de la misma forma que cuando se maquillaba, yo sabía lo que me preguntaba. ''Por supuesto que no se te notan'' contesté, ella sonrió complacida, y me acarició la mejilla “Ttsssss” y al besarle la mano lo escuché nuevamente. La besé de la forma que solo puede besarse a quien se extraña y con lo último del cigarro la desdibujé de nuevo.
Acaricié sus curvas, y el ardor en las manos no fue impedimento, me miró triste, señalando sus pechos y yo le dije que así me gustaban, se volteó apenada, le tomé la barbilla ''en serio, me gustan''. Me cubrió de besos todo el cuerpo, y me dejé llevar por el viejo deseo, yo la acariciaba, el ardor no existía, y el sonido del sudor y la saliva pasaba desapercibido.

Nos recostamos en la cama, mostrándonos con la carne nuestro afecto; para mí no era brasas y humo, sentía su carne, su piel como fue, no podía ser de otra manera, le besé apasionadamente todo el cuerpo, bebí la leche inexistente de sus pechos y, me regocijé con la humedad de su vagina, de su pubis presionando mi pubis, de sus movimientos violentos y su cuerpo tenso, del placentero ardor que estimulaba mi pene y sus vaivenes con los que me obligaba a venirme por más que le dijera que aún era demasiado pronto. Era tan hermosa; a pesar de estar derruida en casi todo el cuerpo yo podía ver su sonrisa, y su respiración, y sus ojos centellantes… apagándose, su sonrisa también se apagaba, cuarteada y gris. No podía moverse, estaba quebradiza; con la respiración guardada y todo el cuidado que me podían dar mis temblorosas manos la cargue, otra vez era ligera, como un susurro. La puse en la cama, veía la desesperación en sus ojos, y a diferencia de la última vez el miedo no estaba en su rostro, en cambio había una tristeza, más dura que su cara carcomida, esparcida en la cama, que me caló en el fondo del pecho. Aguanté las lágrimas para no terminar de matarla. La cobijé, apague la luz y me metí con ella, le besé la espalda y la apreté con mis pocas fuerzas contra mi pecho evitando quebrarla. Después de un rato ya no sentía sus pies, y su cabeza era solo ceniza, puse más cobijas tratando de conservar su calor y dejé un espacio por donde pudiera entrar un poco de aire para no asfixiarla, sentí su llamita, palpitando suavemente en mi pecho, creciendo mientras yo me iba quedando dormido… y por última vez… casi sin poder respirar… nuevamente…                sentí  su   amor      envolviéndome       por      completo.

domingo, 15 de julio de 2012

Abrir un correo en martes.



No hay razón alguna para abrir un correo en martes, quizá es martes el día que más puede uno tener para dedicarse al ocio. Cuando uno llega a casa para descansar de alguna parte. Abrir un correo en martes significa dejar que los años pasen y se acumulen como polvo cibernético entre los megas que te regala el servidor elegido. Abrir un correo en martes significa remembrar todas aquellas conversaciones que alguna vez fueron preocupantes, aquellos conjuntos de palabras que algún día sabían a sonrisa, suspiros electrónicos, incertidumbres de futuros ya pasados.
                Abrir un correo en martes haciendo lista de recuentos, es reír por dentro ante los que eran problemas, los encelos, las paranoias, las viejas costumbres que se tenían. Abrir un correo en martes es un potencial peligro si el ocio lo acompaña y el tiempo libre está al alcance, la bandeja de entrada es una cajita de chistes viejos y amores perdidos, de recovecos para lo que se esconde a la memoria.
                Abrir un correo en martes es un regalo del pasado, un destello fugaz, un flashback, una prolepsis, un pequeño instante de autoconciencia y vulnerabilidad que puede darse incluso un miércoles como hoy.

viernes, 13 de julio de 2012

Fragmentos que se creen poéticos...


Está bien. Talvez sea poco romántico. Pero seamos honestos; las estrellas no se pueden bajar, el príncipe algún día vuelve a ser sapo y el amor eterno tiene fecha de caducidad.

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Salgamos de la mano. Tomémonos hasta las yemas y en espiral, ascendiendo por la fuerza de un beso explotemos en montones de lucesitas hasta volvernos polvo y viento.

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Cada quien llora a su modo, yo me he dado cuenta que lo hago con lágrimas negras y por los dedos, a veces por los ojos, pero generalmente de esa manera. Con la saliva espesa y el nudo en la garganta, un vacío en el pecho que se extiende hasta la panza; con esa respiración agitada y entrecortada; sin ganas de que me vea alguien; sintiendo en la nuca el peso de las lágrimas, y en la frente, y solo cuando de verdad vale la pena llorar.
Yo lloro, como todos, pero no como todos.

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Tienes razón, nunca supe valorarte, quizá nunca hubiera sabido.
Seguramente confundí el apoyo como muestra de amor, tu me amaste de igual modo; a veces yo también te amaba, a veces cuando te miraba dormida creí que era cierto ¿Cómo pude haber confundido una taquicardia con latidos descontrolados por amor, o mariposas con gastritis?
Seguramente hubieron veces que amé, algunas horas al día, y durante algunos pensamientos que se mes escapaban fuera del horario sin darme cuenta. Seguramente te amé e la mañana cuando aguantaba la respiración mientras escribía mi despedida, y seguramente te amé cuando caminé de puntillas tratando de guardarte el sueño y tu sonrisa.
Quizá tienes razón, seguramente la tienes, me tardé demasiado en darte una carta o intentarte un poema. Quizá lo intenté, seguramente nunca lo suficiente; y ahora aquí, vagando en la vida, pensando en la muerte, me doy cuenta de que al menos te quise, como se debe, bien querida y no entre letras, en su tiempo, intenso y sin tiempo para podértelo escribir, por eso me doy por sentado y ahora lo hago.

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Acuérdate de darle de comer a los gatos, 
de ponerte tus aparatos de ortodoncia, 
acuérdate de meter la ropa antes de que llueva, 
y de regar las plantas.
Acuérdate de no abusar del refresco y mejor tomar agua,
de no malpasarte, y de que el maquillaje no te sirve para ocultar que has llorado.
Acuérdate de cerrar bien la puerta,
de ir al médico y usar los lentes aunque no te gusten.
Acuérdate de no cargar tanto peso, de respirar cuando te enojes...
Acuérdate, acuérdate, acuérdate...