miércoles, 11 de diciembre de 2013

Fragmento aleatorio de una novela

Qué tal. Hace un ratito que estoy ocupado y no he tenido la agradable posibilidad de seguir llenando bytes del ciberespacio con mi basura. Pero aquí les dejo algo fresquecito, tiene menos de 24 hrs. de que me salió.
Saludos.

¿Qué somos?
Pues yo soy niño y tú niña

¿y qué más?
personas

¿viajeros?
Caminantes. Trotamundos, soñadores. Lo que tú quieras

¿y somos también aquella playa?
Somos esa playa de aquel día
esas olas
esa arena
esa salada comezón que rosaba en las piernas.

¿y esa luna?
Claro, y esas estrellas
y esas gotas gordas que nos empaparon

¿y las gotitas?
¡y las gotitas!

Pero se secaron
Y así nos secaremos nosotros.

Yo no quiero secarme, quiero ser algo que no se seque.
Todo se seca; el sol seca, el viento seca. La vida seca.

Quiero ser algo que no se seque.
Todo se seca.

No todo, esa playa y esa luna no se han secado.
¿Cómo sabes que no está ya seca?

Porque tú y yo nos acordamos. No dejes que me seque.
¿cómo?

Con un nombre, llámame con un nombre que no olvides, pero tampoco recuerdes de nadie más si lo oyes. Que al escucharlo nada más puedas evocar mi cara y mi cuerpo; un nombre que no se pondría nadie más.
¿Qué nombre?

Llámame Lilith.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Divagaciones decembrinas

Todo sigue demostrando que cuando quieres algo, tienes que aguantar. Esto es lo más trascendental, pero no es lo único. Después de un año de intensa escritura, me he dado cuenta que hay que tener mucha paciencia, seguridad en uno mismo y, sobre todo, la maldición de no poder hacer otra cosa. Estoy en un medio rodeado de tantas envidias por parte de colegas, y quizá no tanto envidias, pero sí desinterés: siempre están con la disposición de apuntarte con el dedo en cuanto ven un error, pero rara vez (casi nunca) hacen acto de presencia cuando se acierta. El problema realmente es que no se puede saber si hay aciertos reales en las cosas que uno escribe, y termina jodido. Aquí no hay (por lo menos hasta el momento) faro, boya o banderita que te diga: ahí vas. Solo hay algo que realmente sirve. Seguir haciéndolo; iba a decir "seguir intentándolo", pero no se trata de intentar, es algo que padeces, escribir es un padecimiento, una suerte de enfermedad crónica y mortal, que carece de antibióticos, el que escribe sencillamente no puede dejar de hacerlo, y se da cuenta de que no puede, porque aun después de recibir críticas desfavorables, sigue haciéndolo, más que necio: condenado. El sentido común ataca, te dicta: busca un trabajo, consíguete una novia, haz una familia; y el que escribe, por más que considere un acierto la vocecilla del sentido común, no puede hacer nada. Se sienta y lee, y escribe y piensa qué más cosas tiene que hacer para escribir mejor. Sabe que en el intento se está jugando la vida, medio come, medio duerme, medio vive en este mundo para medio vivir en otro... pasa el tiempo y es consciente de que cada vez está más viejo y cada vez será más difícil encontrar un trabajo que tenga una remuneración decente, y lo único que puede hacer es seguir escribiendo.

Bukowski decía que la soledad es un regalo. Mentiras de un borrachín que violentaba con el uso de un lenguaje soez y escatológico. La soledad es una elección, siempre lo he pensado y lo sigo comprobando, uno prefiere ponerse a leer y a escribir, a pensar, que a dejarse seducir por alguna chica que no solo le lanza los perros, sino que además le avienta los calzones todavía calientes; claro, quizá tenga que ver con el hecho de que no hay realmente una chica con la que me llame la atención tener algo, quizá llegue alguna, y ahí, mi elección de la soledad se corroboraría... pero me conozco, por ello necesito seguir escribiendo, seguir mejorando, seguir aprendiendo cómo escribir, cómo imaginar, cómo crear sin "inspiración", cómo usar lo que aprendí mientras estaba solo. La soledad, hace mucho que dejó de ser un peso, ha sido una herramienta más, una compañera de loqueras y locura, para patinar por la ciudad mientras mienta uno madres por tantas calles cacarizas, que se comen poco a poco mis ruedas, o llenas de piedritas que te frenan de golpe, o alguno que otro imprudente sin cultura vial al que quieres esquivar y termias estrellándotele, pero igual aguantas, aunque te caigas, aunque te duelan las piernas, aunque sientas que puede aplastarte cualquier imbécil en cualquier momento; no hay mucha diferencia de la escritura, sigue siendo un acto suicida disfrazado, jugando al borde de la línea, esperando el momento en que te caigas al precipicio o llegues a lo seguro, a la roca maciza que desde hace mucho tiempo me ha augurado mi asesora, una mujer a la que vale la pena creerle si ha formado y asesorado a escritores desde hace más de treinta años.

Pero qué más da todo eso. Entre soledad, locura y aguante, lo único que me queda es seguir escribiendo, esperando que la vida me sorprenda un día, con alguien por ahí... con alguna buena noticia por allá. Debrayes, para no distraerse del fauno (séfiro, o la chingadera que fuera) que dijo al rey Midas, que lo mejor que podría desear es no haber nacido, pero como ya estaba hecho, lo siguiente era morir cuanto antes. Círculo vicioso, por escribir uno se junta con su locura y su soledad que siempre le andan coqueteando a la ventana del cuarto piso y, sin embargo, es la misma escritura la que impide que la ventana se vuelva tan atractiva; juego de ilinx que parece seguro porque uno se esconde detrás de una hoja para jugarlo, pero la hoja en blanco siempre es potencia de cuento, de poema, o de nota suicida.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Noche sin luciérnagas y un Chau no. 3

A mí también me hubiera gustado escribir a lo Neruda, un poema XX que leyera Sabines. Pero aún no soy tan bueno. He de admitirlo sin vergüenza; a sabiendas de que soy bueno, pero no tan bueno. Yo solo he aprendido a dejarme llevar por las palabras, escucharles una musiquita que (quizá) solo yo escucho. Mi camino está lleno de piedritas y tropiezos, baches, hoyos, y una serie de accidentes geográficos que buscan accidentarme a mí. También estoy lleno de cadenas, incrustaciones doradas de "qué-dirán", que a veces son ignoradas, a veces no... son como juegos de marea, oleajes suaves y espumosos, y arenas blandas y acolchonadas en puestas de sol que algún día se pusieron en alguna playa de algún viaje, de algún tiempo atrás, de algún momento... juegos de luces y sombras, y noches, y negro, juegos de risas, sonoros, sonoras, pero que al final, no adquieren la profundidad, sencilla, simple y eterna que pudieran adquirir con otros y los otros que antes que yo ya escribían... Lo bueno, realmente lo bueno, es que leo a otros, que como yo son desconocidos, y me doy cuenta que no estoy tan tirado al traste, aunque aún me falle... Y ya que no he podido hacer mi poema XX ni algo que se le compare, dejaré una Noche sin luciérnagas y un Chau no. 3 para hacerme compañía.



viernes, 22 de noviembre de 2013

Neointelectuales

Tal vez debería de pensar en ser articulista. Hablar de cualquier tema como hablan por ahí, en la calle, las escuelas, los cafés, el transporte público, y bla bla bla. Hay una enorme inteligencia desperdiciada por todos los lugares del mundo, al menos de este país, bueno, de esta ciudad (La Ciudad de México), bueno, de algunas partes; quizá en este caso, hacer una mayor reducción del espacio geográfico podría terminar siendo contraproducente. Pero no me preocupo, estoy seguro de no ser el único que se ha encontrado en mitad de estas agradables y amenísimas pláticas llenas de debates intelectuales, que el morbo a los sesos expuestos por la boca, hacen que uno le eche los oídos (in)discretos a alguna de estas charlas. Charlas que no son como los clásicos temas mundanos, de chismes entre amigas, lavaderos y el kilo de ropa que se ha postergado en el rincón del cuarto durante más de dos semanas (este comentario no es sexista, yo tengo que lavar mi ropa, a veces de más tiempo, y sobre todo: soy chismoso, si no, no echaría el oído por ahí, como quien pide sombra bajo el sol, o lentes oscuros frente a un escote).

No, el tipo de charlas a las que me refiero es de aquellos grandes pensadores de nuestra época, desperdigados por donde uno menos se lo espera, y queriendo hacer filosofía, política, teología, administración urbana, análisis literario, o sencillamente el interesante. Esa tribu urbana que pareciera olvidar a Cantinflas como gran exponente del retruécano, y entonces terminan diciendo una cosa para decir la otra pero sin decir la primera porque tampoco pudieron decir la segunda, y así la cosa pues nomás no sale, porque uno no dice lo que dice, y menos dice lo que quiso decir... Nah, ojalá sus pláticas por lo menos fueran así, por lo menos uno se entretendría tratando de atinarle en dónde está el sentido. Insisto, son más como pláticas de Patricio y Bob Esponja, queriendo ser intelectuales; y como dirían por ahí en los Memes literarios: No patricio, escribir en verso no te hace poeta... pero hablar de pendejadas te acerca mucho a ser pendejo, sobre todo cuando no te das cuenta de que las estás hablando. Sobre todo cuando quieres impresionar a alguien, metiéndole, además, palabras de alta grandielocuencia sofismas nebulosos que requerirían de un estudio retórico hermenéuitco para el esclarecimiento de la semántica, la sintáxis y todos los pelos teñidos de rubio que se quieran mostrar para convencer al interlocutor, de que no son una rubia oxigenada más (aunque estén bien prietas y digan que solo se está bronceada)... Queridos grandes intelectuales (que me han inspirado a escribir este artículo) si el interlocutor (el cabrón o la cabrona al que le están escupiendo las palabras como diarrea verbal) no ha salido huyendo después de dos minutos de escucharlos hablar así, es porque sabe igual o menos que ustedes. Así que no tienen que preocuparse por ocultarse en apariencias; pueden seguir intentando formular una novedosísima teoría de _______ (ponga el nombre de la gran mierda que desee en la línea) con su colega e ignorar con todo placer, el hecho de que alguien seguramente ya lo hizo y más bonito que ustedes, hace siglos.

Por eso, queridos neointelectuales de gran coeficiente, divagen, que a nadie le cobran por pensar; después presúmanlo en su facebook, y esperen a ver cómo sus demás colegas intelectuales, les llenan de likes el ego.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Monólogo de ella

Las disyuntivas que parecen eternas, solo pueden ser solucionadas por medio de un volado. Parecería una forma de decidir, despreocupada, típica de personas que no son capaces de elegir; "parecería", sin embargo el volado siempre funciona, al final, mientras está en aire, uno termina sabiendo qué cara le gustaría que cayera, y en el peor de los casos, si con todo y el volado no se tiene la capacidad de discernir por una o por otra, siempre puede terminarse haciendo lo que la moneda elija; usualmente, aun cuando uno llega hasta este punto, en el momento de llevar la decisión a la acción, la mayoría de las veces uno termina diciendo: "qué bueno que salió esa cara" o "mejor hago la otra". Cualquiera que sea la respuesta, rara vez pasa lo que me pasó a mí en este momento y en el que verdaderamente, termino afrontando la decisión de la moneda:

Poemas nuevos, o un viejo monólogo.

El azar ha decidido que sea el monólogo.
Quizá la respuesta hubiera sido más elección mía, si tuviera textos innéditos, pero casi todo lo que hago, lo publico inmediatamente en facebook. Ahorita lo único innédito, son los capítulos de mi siguiente novela, que ni siquiera han abandonado el cuaderno donde he estado escribiendo.

En realidad, debo asincerarme y decir que este texto introductorio, no tiene razón de ser, y que al final, lo único para lo que sirve, es para no sentirme tan mal por colgar algo que no es meramente nuevo, y suplir esa carencia, con una breve digresión como la anterior, con respecto a la moneda.




¿Amarte? No mames, Marco, te adoraba, lloré por ti, sangré por ti, hubiera dado la vida por ti. Pero algo se rompió y ya no pude seguir. Te juro que lo intenté. Me engañaba a mí misma para para hacerme creer que aún te amaba. Así, durante más de año y medio. A veces había momentos en que me lo creía, que lograba engañarme. En serio, Marco, te juro que traté pero ya no pude seguirlo postergando. Di todo. Y después seguí dando más, me exprimí hasta los huesos; pero esa plantita ya estaba muerta: seca y quebradiza. 

Y llegó alguien. Volví a sentir lo que no sentía contigo. Volví a sonreír cuando había olvidado lo que era. La emoción de gustarle a alguien y que también me gustara. Sentirme querida y deseada; lo sé. Sé que tú me querías y me deseabas, lo sé, pero ya no lo sentía. 

Tal vez era el miedo a que me engañaras y cambiaras por alguien más lo que me impidió seguir amándote. Nunca te creí, y esa incertidumbre me comía todo el tiempo, tenía mucho miedo de que te llegara un mensaje y fuera de alguna vieja; y aun cuando me dejabas abrirlos, me ponía a pensar en que lo hacías porque te habías puesto de acuerdo con ellas para que no te enviaran, y también pensaba que habías borrado todos los demás.

Después de cierto tiempo de haber terminado, encontré una carta tuya. Tal parece que sí habías cambiado. ¿Pero de qué servía saberlo después de tanto tiempo y estando con alguien más? Si tan siquiera nunca me hubiera enterado; sé que yo lo acepté. Pero si no lo hubieras dicho, y después yo no hubiera querido seguir preguntando, y tú me hubieras respondido mentiras. ¡Yo no quería que me dijeras la verdad! Ya sé que yo te la pedí, pero no quería saberla. 

Pero así fue esto, como la magia: todos quieren saber cómo lo hacen pero no es cierto, después solo te la pasarás pensando en cuál es el truco, dónde esté en el engaño.

Aunque sé que ya no eres así, te doy un consejo, Mar: Miente, no reveles el truco de tu magia. No los más impresionantes.




jueves, 7 de noviembre de 2013

Momento de (anti)amor

Disculpen la tardanza. No he tenido mucho tiempo de ociosear, al menos no acá, he andado de revolcoso en páginas electrónicas (ya sean escritas por alguien más, o peleándome con ellas para meterles unas letras). Aquí dejo un poema (los que me tienen en face, seguramente ya lo leyeron), espero que se diviertan al leerlo.  Abrazos. MJ


Dos o tres momentos de vete a la verga
y dos o tres de me mandas al carajo


Así es esto
uno juega a putearse
a decirse bromas
con verdades entre líneas
a negarlasa reafirmarlas
y luego
otra vez
a negarlas


Hacemos como que te quiero
y después hago como que te creo


Solo jugamos
a creer
a hacernos pendejos
a no decirnos
a guardarnos en secreto
que ya no nos queremos
que ni siquiera nos soportamos


Peor aún
así
nos decimos
te amo
como si el te amo
nos salvara de las verdades
como si las verdades no calaran
como si el
lo siento
fuera un ungüento mágico
un producto milagro
que rejuvenece el amor
y quita las patas de gallo
y baja diez kilos en una semana
sin dieta y sin ejercicio


como si al llegar a la cama
no pensaras en otro
y yo no pensara en lo que pudo ser
con otra


como si el amor solo fueran mariposas
y temblores
y sonrisas
y suspsiros
como si el amor
además
solo fueran lágrimas


como si alguien supiera realmente
qué es eso
qué puta
de qué esquina
y con qué tarifa
con qué enfermedad venérea
viene el paquete
de rosas
y chocolates
y sueños
al que llamamos amor.

martes, 22 de octubre de 2013

Retomando lo que algunos dicen que son poemas.

Quién sabe por qué los momentos de "debería estar haciendo..." algo más, son los mejores para, precisamente, no hacer lo que debería de estar haciendo. Pero igual no quiero perder mucho tiempo ahorita, porque tengo un buen de lecturas, solo voy a dejar un par de poemas por acá (hace un ratito que no ponía "poemas") y sigo con mis lecturas. Me están metiendo tanto Shakespeare que insisto en la idea de que terminaré cagando en pentámetros yámbicos. Pero bueno, ya solo será esa; me siento como que dentro de unas pocas semanas, me refugiaré en algún lugar oscuro y alejado del mundo para escribir. Siento que pronto vendrá algo, mientras los dejo con estas cosas.

Lo único que sí, es que pido disculpas de antemano porque sé que no son de los mejores que he escrito, pero tenía que hacer una entrada a la de ya.

I

Me gustan los días como hoy
de eclipse y granizo
con sorpresas

Como el que hoy no te vieras guapa

Me gusta cuando no te ves guapa
Cuando apareces con un pantalón cualquiera
y una sudadera cualquiera
y el cabello hecho un desmadre
y unos flats gastados

Cuando pareces incluso fea

No sé
pero me gustas
no tanto como el eclipse
o el granizo
pero me gustas

*************

II

Hay algo que te quisiera decir
no sé qué es
pero sé que es algo

mírame a los ojos
y dilo
sin miedos
sin pudores
léelo

solo mírame
de fijo
y no pestañees
que puedo robarte un beso
o dos
o algo más

quizá solo soy optimista
bastante ingenuo
y termine siendo yo
el robado

no sé
tú solo mírame a los ojos
y no pestañees

lunes, 14 de octubre de 2013

Fantasmas

Todos los lugares que habito y transito son recuerdos. Los recuerdos son la morada de mis fantasmas. Soy la suma de mis memorias y remembranzas; yo mismo soy la morada de mis fantasmas, fantasmas que salen sin importar la hora el día o el lugar.

A algunos ya los conozco demasiado. Sé qué fantasma me saludará al llegar a mi casa y cuál me querrá hacer el amor cuando me meta en la cama. Sé cuál estará dormido a mi lado al despertarme; conozco a muchos, quizá demasiados. Les sonrío. No los dejo ver que me duelen; aprendí a vestirme máscaras y tutú y mallones, y un moño rosa en la cabeza, para esconderme de algunos.

Si voy a la playa me encuentro cien; si estoy en la carretera: doscientos. En la calle aparecen con el rojo de un semáforo, y en un día lluvioso, bajo la copa de un árbol, aparece otro colgado de las ramas.

En la luna siempre habrá algunos, meciéndose en la sombra de la Tierra.

Son tan desgraciados que hasta en las películas de niños aparecen, o en la portada de una libreta. En todos lados y hacia donde estuve, hasta donde cierro los ojos.

En definitiva yo soy un fantasma de mí mismo; yo mismo soy un recuerdo.

lunes, 7 de octubre de 2013

Un alma

¿Dónde me perdí? ¿Quizá en una mañana de abril, de julio, de agosto o de diciembre, quizá en una de octubre? Me perdí, eso es seguro. No sé si hace un día un mes o un año; me perdí.

     Grito en la calle que me perdí, lo grito mientras está lloviendo, de mí solo sale aire y vaho, nubecitas, quizá es la forma en la que sale mi alma (si es que algún día tuve un alma), nubecitas que se pierden entre el agua y el frío, en el cloc cloc, en el clac que desentona cuando una gota cae en un carro. Es un clac estrellado.
     Veo pasar a la gente corriendo, escondiéndose del agua, todos se preocupan por no mojarse y yo, en cambio, lo único que veo es agua y más agua que se secará con el paso de las horas, quizá dejen en mí un olor a humedad que se volverá molesto con la transpiración.
   
      ¿Y mi alma? Ahora que lo pienso, yo no sé si nací con una; la gente asume que nace con una, yo no la recuerdo, quizá es algo que me pusieron en la pileta de la iglesia cuando me pusieron también el nombre. No, esa no es un alma, solo es mi nombre. ¿Entonces cómo sé que tuve alma? Oh sí, lo sé porque me duele, me duele algo por dentro, no tiene ningún punto fijo ese dolor, más bien me duele en todos lados (desde la punta del pie, hasta el pelo de la nariz, o hasta donde llega el pelo de la nariz, que es un pelo muy largo, lo sé porque cuando me arranco uno me duele más allá de esta) y a la vez en ninguno. Pero antes no me dolía; creo que el alma me llegó un día, quizá en esa mañana de abril o de julio, quizá en esa mañana de diciembre, me llegó en un correo electrónico. Me llegó en un correo de diciembre de hace casi cuatro años, estoy seguro. Después la perdí, la perdí unos años más tarde; quizá esto del alma solo existe cuando uno se la gana y, después, también uno puede perderla. Creo que la perdí hace un año, en una noche de luna sin Luna, una noche realmente oscura, pero no de esa oscuridad que ciega, más bien era de esa oscuridad que come, que te atrapa, lo contrario de cuando me la gané, ahí fui atrapado por la luz y me perdí en ella, a la luz también se acostumbran los ojos.

     A todo se acostumbra uno. Hasta a no tener alma. Uno se siente con un hueco, pero sigue, camina, respira traga y después caga, el cuerpo no necesita alma, ese se mueve solo; hasta se puede uno reír sin ella; la verdad es que la vida no sigue, solo pasan las horas, los soles y las lunas; pero la vida no sigue... no cuando te das cuenta de que ya no tienes alma.

    Quizá mi alma se la llevó el diablo, o un mono que escribe historias sin saber escribirlas, un mono que solo tiene la virtud de los pulgares opuestos y de llevarse almas de las demás personas. Quizá se la llevó Dios, y me manda recordatorios en un cabello que aparece de la nada, o en un mensaje anónimo, en un sueño y muchas pesadillas.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Cayendo

Hoy se me caían los dedos, uña por uña, falange, falangina, falangeta; medio, índice, pulgar, meñique, anu... lo que sea. Se me caían también los dientes, las pestañas (el cabello ya se me había caído antes), las orejas. Hace veinte días se me cayeron los muñones de los pies, el hueso de la rodilla, y hasta la nariz. Se me caían como manzanas maduras en un parque lleno de lodo, en un lugar donde nunca llueve, y donde nunca es de día. Era un lugar en el que también se había caído la luna, hace muchas lunas que estaba caída, iluminando el parque como una montaña blanca, una montaña fría y esponjosa, como si fuera nieve. No había sol, porque ese también se había caído, se cayó para arriba hasta que no fue un puntito más de esos que llamamos estrellas, o eso es lo que me dijeron a mí, mientras estaba un día recostados en la luna, antes de que también se cayera pa'rriba, y me dejara el hueco que después se volvería cuna; esa luna se quedó ahí muchos días y muchas noches de esa larga noche, hasta que un día también, al quedarme dormido, me di cuenta de que tampoco estaba; al principio pensé que me había quedado ciego, lo pensé hasta que se empezaron a caer las estrellas y me di cuenta que yo también me estaba cayendo, a pedazos, por aquí, por allá, hasta que ya no podía moverme, hasta que ya tampoco pude ver nada, hasta que me cayó el hambre y después la panza, y me seguí cayendo como ahora, donde solo me queda esta boca sin boca, y quizá la cabeza, y quizá el pecho... o quizá la idea, sí, quizá la idea de que aún me queda algo.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Veinte de septiembre

Dentro de unas horas, conmemoraré el último no cumpleaños de mi querido tío. Le faltaban cuatro días para que fuera su sí cumpleaños... Sé que lo que estoy haciendo, no tiene forzosamente una intención literaria atractiva, es más como chisme, más como anécdota, más como tributo... seguramente al rato algunas personas más de mi familia comenzarán a recordar que hoy es el día marcado. Pero nadie podrá recordarlo como yo, yo fui el último en verlo respirar, en escuchar el jjjjrrrr que le salía del tubo que le habían metido en la garganta para que pudiera respirar, el que veía cómo a veces se le movían los ojos por debajo de los párpados. Yo fui el que se quedó dormido durante veinte minutos, después de haberle estado leyendo unos libros, y que al despertar lo único que pensó fue: "madres, ya no suena el gargajo". Fui el que se levantó, y el que vio que no se le movía el pecho y que nuevamente pensó: "madres, ya se me murió, me van a cagar"... el que salió corriendo y les avisó a los médicos en turno, y al que sacaron para darle al difunto unas descargas y ver si podían hacerlo no difunto. Yo sabía que no habí nada que hacer, en esos veinte minutos se podía haber muerto hacía dos, o hacía diecinueve y medio, pal caso, ya estaba frío (aunque tenía fiebre).

     No sé qué pasó, nunca me pude romper por completo, no pude llorar lo que hubiera querido, me puse a ver cómo sacar todos los trámites, había que llevarlo de León, al DF, yo era la mano de la familia allá, el que con ayuda de una tía lejana, sacó las cosas y se movió como nadie hubiera podido para solucionar todo; el que no pensaban que fuera capaz de sacar las cosas adelante, porque unos días antes, estaba turisteando por ahí, tomando fotos, y conociendo, hasta comprándose unas sandálias (no me acuerdo por qué, pero necesitaba unas).

     Una y cahchito de la mañana y llegamos al panteón San Isidro, ahí nos esperaban todos; el único reclamo es que habían llevado desnudo a mi tío, nunca le pusieron ropa; cómo iba a saberlo ¬.¬
después... después... después me di cuenta de que era muy fuerte, quizá tanto como para que alguien pensara que necesitaba un abrazo, quizá para que alguien en específico pensara que realmente necesitaba un abrazo, para que se quedara conmigo a la mañana siguiente, en lugar de irse de rápido porque tenía un ensayo, de que me acompañara a desayunar, a caminar al panteón, y a prestarme el hombro de la única persona en quien me apoyaba y poderme desquebrajar como se debía... Ahora, un año después, me doy cuenta de por qué es que ese día no pude llorar como hubiera querido, además de traerme a mi sobrinita unos momentos para que la cuidara; Liliana no estuvo ahí, conmigo (no se lo reclamo, ella tenía cosas que hacer), ella era la única en la que realmente confiaba para apoyarme y no estuvo; je. Wow, un año para resolver ciertos misterios; para darme cuenta (mientras escribo), hasta qué punto emocional llegaba su compañía.

    Pero bueno, ahora ella no está, y él está dos metros bajo tierra, en un hoyo casi olvidado por todos, con sus cosas repartidas entre los buitres que somos de la familia... y a veces, a veces viene a visitarme, no sé si sea él, o un mal sueño disfrazado de buen sueño, pero a veces, ahí está, y él sigue muerto, pero no lo sabe... Y a veces a él también lo extraño tanto, porque sé que era la otra persona en quien me podía apoyar de gran manera... y así me terminaron obligando a ser fuerte.

martes, 10 de septiembre de 2013

Diez de septiembre

Dentro de 19 o 20 horas (algo así como entre las siete y ocho de la noche del día 10 de septiembre) conmemoro una etapa de mi vida que podría llamar el principio del fin.

Hace un año, más o menos a esa hora llegaba, de la casa de uno de mis tíos, con dos maletas llenas de cosas para acampar, me acompañaba mi madre y mi ex. A los pocos minutos de haber llegado a casa de mi madre, ella recibió una llamada: "se accidentó" dijo ella en voz alta y me miró casi llorando. Salí a fumar un cigarro, con la preocupación en el cogote, y detrás de mí salió Liliana. A los pocos minutos, mi madre me comentó que mi tío Oscar, había sufrido un accidente; justo el día anterior, Liliana y yo habíamos preguntado por él en la casa de mi abuelo, y él nos había dicho que había hablado con mi tío unas horas antes. Creo que esa fue la última vez que alguien escuchó su voz. Unas horas después andábamos de camino a León Guanajuato, mi madre, mi primo, mi tía, mi abuela y mi abuelo.

Así empezó todo. Diez días después, mientras yo andaba de turno, murió. Se llevó unos planes que tenía de ir al Cervantino con Liliana, y la sonrisa de muchos en la familia, un golpe fatal. Nunca había fallecido nadie tan cercano en la familia. Doce días después de esos diez días, valió la relación que habíamos construido durante dos años y nueve meses Liliana y yo.

Ahora, un año después el recuento no trae muchas cosas. Aprendí a vivir con mi soledad, y a ser mejor escritor (claro que esto no asegura nada, ya que me he encontrado con casos de escritores realmente mediocres, al punto de que me avergüenza que me metan en el mismo costal que ese tipo de personas, que su único mérito real es tener una palanca, o un conocido con dinero que les financie sus trabajos), al menos es lo que me dice mi asesora, casi la única persona que ha estado realmente a mi lado, y que junto con otra amiga, me han ayudado a salir adelante, o al menos a no aventarme por la ventana. He aprendido a narrar con técnicas diversas, y hacer varios géneros literarios (últimamente más guión); también me he dado a conocer un poco en facebook, al punto de que ya tengo fans amantes de mis letras.

¿Qué ha sido de mí en ese tiempo?

No tengo idea. Incluso me atrevo a decir que más que encontrarme (como suelen decir por ahí acerca de una de las utilidades de la soledad), me he perdido un poco más; sin embargo, he cambiado para reafirmarme, he pasado por los odios, los corajes, las decepciones, las mentadas de madre, las blasfemias, las lágrimas; pero a pesar de todo eso (como diría mi asesora), tengo una naturaleza fundamentalmente sana, y me doy cuenta de ello porque ni siquiera los odios se han quedado conmigo, no guardo rencores, no me interesan las culpas, y vivo soñando... sueño mucho, a veces pesadillas, pero otras los sueños esos que son salvavidas...

¿Qué ha pasado?

Todo ha sido tan confuso, que lo único que ha pasado conscientemente es esa misma consciencia del paso. De la experiencia, de las añoranzas, y sobre todo, la que me hace poder seguir mostrando una sonrisa sincera; sé que he aprendido a mentar madres, pero solo es un recurso retórico, una estrategia para contar las historias de alguna manera más divertida.

Ha pasado tanto, que hasta he aprendido que existe la esperanza, y que existen los clichés, y que los clichés son tales, porque funcionan... ha pasado tanto, que me doy cuenta de que hay personas que no dejaré de extrañar y a las que me gustaría volver a abrazar, y no nada más en un sueño, como pasó con mi tío unos días después de su muerte... si él estuviera vivo, o si ella estuviera conmigo, o si yo, solo fuera un poco lo que yo era hace algún tiempo, ese yo que ya no me siento cómodo de volver a ser, y que prefiere este yo más tranquilo, este yo, que se ha vuelto más sensato pese a que no deja de jugar como niño... sigo siendo yo, eso es lo que más me alegra, ese mismo yo que sabe que será chingón (y no uno de esos pseudo escritores de los que hablaba), que comprará una camper y viajará todo el tiempo que pueda... ese yo que prefiere evitar una pelea, y que disfruta más de no relacionarse con nadie, ese que solo algunos conocen, y que es auténtico, aunque a algunos más no les guste por completo... Ese yo que terminó ya un par de novelas, y que por cierto, ya está viendo cómo moverla, porque según el buen ojo (avalado por casi treinta años de asesorías) de mi asesora, este texto está chingón y va a darme una grata sorpresa, claro que no es una obra maestra, pero es un texto auténtico, puro, honesto, tal como yo. Ese yo que sigue esperando, aunque sabe que no sirve de nada esperar, pero no me importa, porque al igual que todo lo demás en mi vida, lo hago porque me nace, porque quiero hacerlo y no por esperar a cambio ni siquiera un "hola".

Un año, desde el principio del fin: Diez de septiembre del dos mil doce.

viernes, 30 de agosto de 2013

Un momento reflexivo:

Esta escena, es del capítulo doce en la sexta temporada de californication. Disculpen que tenga subtítulos raros, pero no lo encontré en otro idioma. El diáologo me encanta, lo transcribo abajo del video.



Atticus: How do you do it, Hank? The woman that you love is out there and you know you can’t have her. How do you even get up in the morning?

Hank: Booze is always helpful. And so is the art. Everything that I write is either for her or about her, so I’m with her, even when I’m not, in my writing.

Más o menos en español sería algo así:

Atticus: ¿Cómo lo haces, Hank? La mujer que amas está allá a fuera y sabes que no puedes tenerla. ¿Cómo le haces para siquiera levantarte en la mañana?

Hank: El trago siempre es útil. Y así es el arte. Todo lo que escribo es, ya sea para ella o, sobre ella, así que estoy con ella, incluso cuando no lo estoy, en mi escritura. 

martes, 27 de agosto de 2013

Amenizar

Después de todas las reflexiones anteriores. Les quiero dejar este video de una serie que es muy buena (para mi gusto)... jeje. Debo de confezar que hubo un tiempo en que quería que esta fuera mi vida :S creo que en muchos aspectos, ese deseo se me hizo realidad..., ahora no sé si fue un buen deseo, pero puedo entender mejor a Hank

http://seriesbang.com/online?id=3894&op=v1&title=Californication%201X01

Reflexión

El problema con las rupturas amorosas siempre es tratar de minimizar a la otra persona, nos encanta creer que somos especiales e invulnerables (aunque presumamos del dolor que somos capaces de soportar y sufrir por estas personas que estuvieron con nosotros, de alguna manera seguimos creyendo que somos especiales y por ello nos regodeamos en nuestro sufrimiento, porque a diferencia de la otra persona que se marchó, nosotros seguimos aguantando, porque "podemos": que los demás vean que sufrimos, que somos capaces de aguantar, que somos invulnerables)... hasta las personas que están a nuestro al rededor se esfuerzan en hacérnoslo creer con cosas como "Ya llegará alguien más que en verdad te quiera" "o el tiempo lo curará" "o vive tu presente en lugar de pensar en tu pasado" todas estas frases (a mi juicio) se traducen con un discurso que entre líneas dice: "esa persona no es realmente importante"... pero esa persona es importante, claro que sí... trataré de explicarlo un poco con un ejemplo:

Hace casi un año murió mi tío, su lugar será irreemplazable, pero eso no significa que no tenga otros siete tíos a los que también quiero y cada uno tendrá su lugar especial, porque a final de cuentas, cada uno es diferente (la diferencia no radica en ellos, sino, como diría el zorro del principito, "en los vínculos", los vínculos que se generaron con la convivencia única que teníamos con esa persona); sin embargo, eso no minimiza a mi tío... Eso es lo contrario a lo que hacemos con las personas que amamos en algún momento (al decir personas me refiero a parejas), las volvemos menos, siempre pensamos: "ya llegará alguien más". En efecto posiblemente ya llegará alguien más, pero nunca como esa persona que se fue de nuestra vida: las personas que amamos son irreemplazables, por lo tanto sí llegará, y a la vez no. Qué de malo hay en decir: esa persona en efecto me marcó, en aceptar que fuimos vulnerables ante alguien más; cuando te das cuenta de eso dejas de huir, dejas de creer que no pasó nada. En efecto esa persona es alguien importante y SERÁ irreemplazable.

Esta es mi verdad, una verdad de este momento, si a alguien le sirve se la regalo.

martes, 20 de agosto de 2013

Tatuaje

Esta entrada la estaba preparando desde hace un par de días, pero necesitaba sacar primero lo de la novela, así que lo pospuse un poco (lo iba a publicar la próxima semana, pero mejor después pongo otra cosa). Últimamente me ha tocado acordarme mucho de una persona, he tenido que trabajar en la corrección de la novela, y ha habido momentos que me hacen recordarla de una forma u otra (un amigo publicó que fue a Sayulita, y una amiga que se fue a los lagos de Montebello, entre otras cosas)... Eso me llevó incluso a sueños/pesadillas, que me bajonearon anímicamente, después me hice esto (la imagen del final), y aquí está un poema respecto a:


Significa que la vida se compone de pequeñas piezas
que depende de dónde se mire, las cosas pueden ser felices
o tristes
o ambas
o doblemente una y doblemente otra.

Significa que la vida es comedia y tragedia
y que van de la mano (que sin una no se aprecia la otra)
que lo sencillo no quita lo profundo

Significa que hay cosas que te marcan
historias que realmente te marcan
y que solo lo sabrán a las que les tienes confianza

Significa que hay personas
que estarán contigo toda la vida
aunque ya no estén
que querrás siempre

Significa un recordatorio
de que ya no necesita estar
en mi cabeza todo el tiempo
que la llevo en mi corazón


Significa que hay personas
que realmente te marcan.






Capítulo 19 y capítulo 20

Bueno, con esto termino los capítulos de promoción para la novela. El próximo mes recibo las noticias del concurso de Tusquets, me dicen que es difícil que lo gane ya que mi novela no está en la línea editorial de Tusquets. Supongo que terminaré publicándola en Amazon ya que buscar una editorial da weva. Espero que hayan disfrutado de ellos.



19. Una pequeña sacudida




Después del colchón, también están lavadas las sábanas 'otra vez', ojalá pudiera haberle hecho algo de quehacer para ayudarla, pero soy malísimo para escombrar, es algo que no se me ha dado nunca a lo largo de mi vida. Pero por lo menos su cama está en orden, limpia y desinfectada, con olor a suavizante. ¿Qué hora es? Las siete de la noche, Liliana ya no debería de tardar en llegar. Puta y luego la chamba que está del asco, por lo menos está muy pesado para hacerlo casi solo. Ojalá ya pudiera ponerse a darle bien, estoy harto y cansado, pero para eso son las parejas, ¿no?, para apoyarse cuando más lo necesitan. Y luego tenemos que juntar dos mil varos para pagarle a su mamá el deducible de la operación; esa señora siempre es así, primero la ayuda “desinteresadamente” y después se lo reclama en la primera oportunidad que tiene, y si no se lo reclama lo usa para intentar convencerla de que estaría mejor allá con ellos; qué persistencia de la señora, después de más de dos años sigue buscando la forma de convencerla para que regrese. Por si fuera poco, Liliana me reclama que no me caiga bien; es la ley de la vida, las suegras y los nueros en su mayoría somos incompatibles “ese señor se robó a mi princesa”, desgraciada, si hubiera sabido lo complicado que sería vivir con alguien, con todas las peleas, con todos los desmadres, con todos los gastos, las preocupaciones, no lo hubiera hecho  'Sí, sí lo hubiéramos hecho', sí la neta sí, no aprendemos de nuestros errores. Pero es que ahorita está bien perra la pinche situación, el semáforo se vuelve completamente estresante; cuando te cierran la ventana antes siquiera de que empieces a hacer la rutina, te dan ganas de tocarles y mentarles la madre, hijos de puta, como si les estuviera mendigando su dinero, si quieren dan, si no quieren no dan, pero nunca un: “me regala un pesito”, eso lo dejamos para los niños y para los ancianos. Pero además de eso, la gente en estos días ha estado de jetas todo el tiempo. Pero lo más importante es no dejarse llevar por el estado general de los automovilistas; puta madre, y luego los pinches gastos, ya mejor decidimos dejar de comprar para hacer comida, siempre se queda y es un desperdicio total, terminaba saliendo más caro que ir a comer fuera. Quizá no debimos dejar la secu, ahí por lo menos teníamos dinero seguro, porque el problema con esto es que nadie te obliga a hacerlo, y te desgana que la gente no te dé nada; sin embargo aun así ganas más que en cualquier otro trabajo. Puta no sé qué hacer, si tan siquiera Liliana pudiera trabajar por completo.
                —Hola, amor.
                —Hola Lilu, ¿cómo te fue?
                —Todo bien, Mar.
                —¿Le dijiste al médico de las bolitas en el cuello y lo de las manos?
                —Se me olvidó lo de las manos, lo otro dice que solo son bolitas de grasa, nada de qué preocuparse.
                —¿Comiste algo?
                —Mi mamá me invitó, pero no quise, no quiero que después me lo eche en cara. Me caga que haga eso. ¿Tú comiste algo?
                —(La verdad no, pero para qué mortificarla) Sí, amor, unos tacos de albóndigas, ¿no tienes hambre?
                —No, no tengo ganas de nada, estoy gorda.
                —Lilu. Ya se te bajó lo inflamada de la operación, y de todas formas no estás gorda. Además tienes que comer.
                —No, amor. Al rato.
                —Liliana, no has comido nada en todo el día. Vamos a comer.
                —En serio, Mar, no quiero.
                —Aunque sea poquito pero tienes que comer, ya se ha de haber puesto la señora, vamos a pedirle unos tacos de arrachera con papas, como te gustan.
—Bueno.
—Y ahorita que pasemos a la tienda si quieres te compro unos conejitos de chocolate.
—No Mar, no tenemos dinero.
—Sí tenemos.
—Mar, no me engañes.
—Bueno entonces unos bombones cubiertos de chocolate.
—Jajaja. Uno.
—Tres, con uno no te alcanza ni para una muela.
                Me duele caminar, pero ahorita ella es lo importante, está preocupada, no lo expresa, está seria, rara. Puta madre, quién hubiera dicho que esto de vivir con alguien sería tan difícil 'Seguramente nos lo dijeron pero no hicimos caso', qué tan difícil podría haber sido. Lo bueno es que su mamá nos ayudó con esto, pero ¿y si no?, en el semáforo no hay seguro médico, y la desidia no ayuda para querer ir al seguro popular. '¿Qué hubiéramos hecho de no haber sido por sus papás?'.  Ir a Xoco, chale, cada vez vamos empeorando. Uno que está jodido no tiene derecho a enfermarse. Y los de la puta escuela no fueron para hacer nada al respecto; este país está jodido y aunque no nos guste la política, todo va a empeorar con un presidente impuesto, que además de impuesto es pendejo: va a una feria del libro y no sabe contestar cuáles son su tres libros favoritos; y peor aún, la gente parece que olvida esas cosas, claro cómo no va a olvidarlas si son capaces de olvidar las otras más violentas. Lilu fue a un par de marchas; yo la hubiera acompañado pero alguien tenía que trabajar, siempre las hacen en domingo y el domingo es de los mejores días en el trabajo. Ojalá las protestas cambiaran algo, pero como siempre, lo más seguro es que nos jodamos con eso. Chale y uno queriéndose dedicar al arte; pero la gente tiene cosas más importantes, como tener que comer, qué les va a importar lo demás si están distraídos en ver cómo entretienen la tripa. No queda de otra más que seguirle chingando. Lo bueno es que Liliana está conmigo. No sé qué haría sin ella, es la que me hace seguir adelante, tengo que ver la forma de que salgamos, sonreír y hacer como que pase lo que pase, las cosas no están tan mal, mientras estemos juntos podemos sacar las cosas, prueba de eso, ya llevamos más de dos años viviendo juntos y solos. Pese a todo, aun después de…
                —Estás muy callado, Mar.
                —Estoy cansado, amor.
                —Neta, no tengo hambre, podemos comer nada más un pan, y ahí todavía nos queda café del viaje a Chiapas.
                —No manches, Liliana, eso no es comida, además te digo que sí hay dinero. Tranquila, amor, ahorita que se puede hay que aprovechar. Así como hay que aprovechar que somos los primeros con la Güera.
                —¿Qué les voy a dar?
                —Dos de bistec para mí, y dos de arrachera para la guapa. Ya ve que aún tiene que cuidarse de la carne de puerco.
                —¿Ya cuánto lleva de su operación, señorita?
                —Poco más de dos meses.
                —Entonces ya puede comer.
                —No, señora, cómo cree que la voy a dejar comer puerco, qué tal si se nos pone peor; el médico le dijo que ya podía, pero que de preferencia se esperara dos semanas más, así que no hay por qué arriesgarse. Eso sí, échele hasta mi cilantro para que coma verduritas, ya sabe que le gusta mucho, y a mí páseme un poco de su cebolla porque de la cruda no le gusta tanto.
                —¡Cómo la cuida joven! La quiere mucho, ¿verdad?
                —No señora, cómo cree, es que si le pasa algo no vayan a decir que fue mi culpa.
                —Eres un tonto, Mar.
                —Sí, sí la quiere, ¿verdad señorita?
                —Dice…
                —Ve, seño. Le digo que aquí no hay amor.
                —¡Mire lo que le dice señorita!
                —¡Déjelo, al rato va a ver cuando estemos en la casa!
                —Ve, seño. Si hasta me maltrata psicológicamente (ya, muchas bromas, tengo hambre, denos nuestros tacos).
                —Así mero, a los hombres hay que tenerlos bien cortitos, sino hacen sus desbarajustes.
                —No le dé armas señora, que después me cierra el changarro (síííííí, por fin ahí vienen los tacos).
                —Qué le va a cerrar nada, si están jóvenes. Además se ve que se quieren, siempre llegan abrazaditos y agarraditos de la mano. A ver aquí está, ya saben, pónganle a su gusto.
                —Conste señora, después no me regañe si me acabo las papas.
                —Ya sabe que para eso están señorita, ahí nada más déjele al joven.
                —No se preocupe por mí, a mí no me gustan, yo prefiero los frijoles.
                —Ah no, pues ahí está, hasta en la comida se complementan, uno cebolla y el otro cilantro, luego uno frijoles y otro papas. Coman muchachos que están muy flacos.
                —No se burle señora, que yo con sus tacos ya quién sabe cuántos kilos subí.
                —Son light, además está alto, joven, no se le notan.
                —Sí se me notan, pregúntele a Liliana cuando estamos en la casa, ¿verdad, amor?
                —Es un exagerado señora, a mí me gusta como está.
                —Ya ven cómo sí hay amor. Éntrenle que se les enfrían.
                Puta, con estos dos tacos apenas tengo para el arranque, pero no hay lana, mejor que coma ella, a ver si quiere más, si no, pues un pan para terminar de llenarse.
                —¿Quieres más, Lilu?
                Sí, Mar, gracias.
                Puta madre. Esa voz. No puede ser… sí, sí es.   

20. Cariño. ¡Estoy en casa!

               


¿Qué pedo con este wey?,  vi bien, pero ya no está aquí, está Liliana nada más. Puta madre ya me estoy volviendo loco, hace tanto que no lo había visto, desde lo de Grizel, hace como año y medio.
                —¿Todo bien, Mar?
                —Sí, Lilu.
                —¿A quién buscas?
                —No sé, escuché mi nombre.
                —No, Mar, solo fui yo, pero ya no quiero.
                —No hay problema, Lilu, si tienes hambre pide más, si no alcanza, la señora nos fía, ¿verdad, señora?
                —Ya saben que ustedes son clientes, no se van a quemar por unos tacos.
                —Deme otro de arrachera aquí para mi amor, señora.
                —Gracias, Mar.
                A mí me da dos de longaniza, por favor.
                Puta madre, esa voz. Sí, hijo de la chingada, no era mi imaginación.
                Marco, Marco, Marquito. ¿Me extrañaste?
                Puta, lo voy a ignorar. No, no puedo, Liliana se va a preguntar por qué no le contesto o quién es él. ¿Qué hago?
                Tranquilo, ella no puede verme ni escucharme.
                —¿Por qué?
                Porque no quiero, y de hecho ahorita ya la mandamos a dormir. Órale, a chingar a su madre y que no interrumpa.
                ¿Por qué creo que cuando volteemos en efecto ya no estará…? Dicho y hecho. ¿Qué pedo con este wey, quién es o qué? No pude haberme quedado jetón; siempre llega en el momento que estoy más jodido. Quizá sea solo un producto de mi imaginación, ¿y si le preguntamos a la señora si puede verlo también?
                No servirá de nada, al final si soy un producto de tu imaginación, la señora te pude decir que no me ve. Pero si estás en un sueño puede decirte que sí me ve y de todas formas, eso no te va a bajar los wevos del cogote.
                —Ok, pero no.
                ¿No qué?
                —No me voy a matar.
                ¿Seguro? Mira que esas marcas de grasa que te deja la pelota en los dedos es lo que te metes a los pulmones por estar trabajando ahí, y también está eso de andar soportando jetas de cabrones detrás del volante que te avientan el carro, o que no saben lo que es un paso peatonal. No está tan rico. Sí, yo sé que Liliana ya trabaja un poco más, y que ya no lo sientes tan pesado, pero, ¿qué vas a hacer el día que no puedas ir a trabajar porque no puedes levantarte de la cama? Y no estoy hablando de algún achaque cabrón. Tú lo sabes, ese dolor en los talones que se incrementa día con día, te paraliza, que no te da chance a ponerte en pie después de llegar a casa y te recuestas unos minutos. Liliana no se ha dado cuenta, pero lo hará, ¿o crees que es muy normal, levantarse del cuarto agarrando la perilla de la puerta para jalarse porque no puedes solo? No sé si estás demasiado chonchito últimamente, o eres una putita más putita de lo normal. Yo creo que es la primera, nunca habías pasado los cien kilos. Pero no te preocupes, si sigues sin hacerme caso los bajarás rápidamente; pero no te juzgo, estos tacos están para reventar botones. Tranquilo, estos los pago yo por tu cumpleaños: ¡Feliz cumpleaños! ¿Te gustó el austero desayuno de Liliana con cartitas y pancito? Seguro que sí, qué lindo. ¿Te gustó la felicitación de cumpleaños de Grizel? Mejor la ignoraste, ¿no? Y vuelves a dejar pasar la oportunidad… qué pendejo eres.
                —Estoy con Liliana.
                Sí, sí sí. Qué lindura, cuánta miel.
                —Es en serio. Estoy bien con ella, además no podría dejarla después de esto que estamos pasando, lo más fácil sería huir y no lo haré; ya aprendí mi lección no quiero ser infiel de nuevo. Si estuviera con Grizel tampoco lo sería, ni con Jimena. Se acabó esa parte de mí.
                En serio, qué bonito; no mames, eres tan ingenuo. Tú portándote bien, como con Karina y Karina te mandó a la chingada, órale pinche trapo inservible, y hasta te puso el cuerno, Liliana le has sido infiel y sigue contigo, y ahorita que ya cambiaste… mejor vamos a tu casa, para que veas su teléfono.
                Cómo lo hace este cabrón, así sin más dice algo y saz, aparecemos en la casa. Nel, ni madres, no vamos a ver su teléfono.
                Sí, sí lo vas a ver porque si no, yo te voy a decir lo que vas a encontrar y de todas formas vas a terminar revisándolo para saber si te miento; la curiosidad se violó al gato. Y así es más rápido, vente pasemos al cuarto, estás en tu casa… Si esta fuera Lola, le lamería el culo hasta que se despertara bien mojada.
                —Eres un asco.
                Wey, si no puedes amar las partes más asquerosas de alguien no puedes amar por completo. Así sea la caca y los pedos, o toda la mierda que trae en la cabeza.
                Este cabrón no puede ser un producto de mi imaginación, siempre habla de Lola y yo no conozco a ninguna Lola.
                Por fin piensas correctamente; pero bueno, a chingar a su madre que esto está muy aburrido. Por cierto, Lola es el diminutivo de Dolores, como el personaje de tu obra de teatro. Pero mejor adelantemos la historia. Mira, es mejor si lo vemos en la tele, como una película; trae las palomitas cariño.
                Quién sabe qué me pasa con él, es como si no tuviera fuerza de voluntad.
                No es cierto, preciosa, aún no dejas a Liliana y aún no te matas, así que no es fuerza de voluntad, es masoquismo. Ven, hay suficiente espacio en los sillones, para que veas la película de tu vida como si no me hubiera aparecido aquí.
                Ahí está Liliana, dormida, con la ropa de ahorita, también yo traigo puesta la misma ropa, me acerco, veo el celular, sé lo que estoy pensando: Liliana no haría nada, hay que confiar en ella. Pero aun así vemos el celular y los mensajes; el Facebook, puto Face, es el diablo, se quedó de ver hace dos semanas con un wey el día de la fiesta a la que no quise acompañarla. Salgo a fumar, estoy meditando las cosas, no tendría que haber visto sus mensajes; no puedo aguantarme las ganas, la despierto y le pregunto qué pasa; dice que no pasó nada, que es solo un mensaje, que nunca vio al wey. Se enoja por haber revisado sus cosas, me ignora y se duerme. Puta madre, tomo mi pelota de contact y algo de ropa, me quedo un par de horas pensando en lo que debería de hacer…
                Carajo ni en película está entretenido, te la voy a resumir, mientras le voy poniendo en cámara rápida: te pones de sentido, escribes una cartita bonita, le pides disculpas por no haberla llevado a comer helado de yogur, y le dices que si ella prefiere estar con alguien más que no le estorbas, pinche mártir de mierda, y eso que no ves tele, si no, no sé qué sería de ti. Pero bueno, te decides, escribes unos buenos poemas, por fin, te vas a trabajar y meditas las cosas mientras dejas apagado tu celular. Lo prendes porque la curiosidad siempre te gana, te marca inmediatamente después, te pregunta dónde estás, va por ti, se reconcilian todos tiernos. Lo olvidas, ella ya no te pide que le escribas cosas bonitas; pasa un mes, madres, se vuelve una admiradora secreta, tú te las hueles, quién chingados podría estar enamorándose de lo que escribes y además Liliana te dijo que hicieras esas cosas para que pudieras escribir, aun cuando tú no querías hacerlo, le sigues el juego, y te das cuenta de que tiene que ser ella que insiste en preguntar sobre tú y Lesly cuando aún trabajaban en el bar. Madres, le dices lo que quiere escuchar, porque lo que nunca pasó, no te lo cree, al día siguiente dice que alguien le mandó la conversación, tú ya lo sabías, por supuesto, pero ella se mortifica mucho con eso, le vuelves a decir que mejor terminan, te pones de mártir otra vez y te “sacrificas” en el nombre su amor para que ella encuentre alguien mejor que tú. Pero deciden seguir, las cosas mejoran, la descubres en su juego, no la quieres hacer sentir mal y le comentas que fue un regalo estupendo de cumpleaños aunque un poco atrasado; salen, van al cine, a caminar, por un helado, se divierten y tú sigues sudando por dentro porque no sabes cómo le vas a seguir haciendo para comer, pero tampoco la quieres preocupar. Se queda en la escuela, se lo celebras, ¡por fin se queda!, la ayudas a seguir adelante, claro que sí, apoyándola en todo lo que puedas, no le falta por lo menos la comida ni lo de sus pasajes, llega el día de su cumpleaños y van, trabajan, está jodido, pero le dices que hay que juntar lo que ganó cada quién y dividirlo a la mitad, los dos saben que a ti te dan más, pero no te importa, qué lindo, léase como “qué pendejo”, acepta y mientras cuenta lo que ganaron, tú sigues trabajando para comprarle un regalo, y ahí vas por un helado de chocolate de esos caros que veden en “el globo”. Qué bonito, ni se lo come, dice que lo guardará para después, al día siguiente tiene un compromiso, aprovechas vas por una flor y te atrapa, pinche suerte la tuya, te cacharon la sorpresa; pero las cosas comienzan a mejorar, el semáforo está un poco mejor y ya no hay peleas, de hecho Liliana ya hasta consigue un papel en una obra de teatro y te ayuda con la promoción de tus textos, ambos están haciendo sus cosa. ¿Ves qué rápido se pueden resumir unos meses?
                —¿Cómo puede ser que esto haya pasado sin que me diera cuenta?
                Porque en realidad todo lo que te dije lo estuviste viviendo. Ahora solo lo estás recordando mientras dormitas al manejar, vienes de un viaje, por la carretera de Puebla, antes de que no puedan hacerlo hasta dentro de un buen rato porque Liliana estará saturada con sus ensayos. Lástima, perdiste tu oportunidad con Grizel, ya pasó mucho tiempo y no le respondiste nada, no creo que te lo perdone.
                —No importa, ya te lo dije.
                Veamos si sigues pensando lo mismo cuando Liliana te deje. Te dije de la operación, ¿no? Eres predecible, aunque eres menos agresivo, eres como yo. Me das asco; cuidado, estás en una curva.
                —¡Mar! Nos vas a matar. ¿Estás bien amor?
                —Sí, me fui.
                —Estaciónate un rato, te ves pálido.
                Qué pedo, me duele la cabeza, siento como si todo… carajo, qué pedo, qué pasa, qué chingados pasó, siento como si me hubiera comido dos meses de mi vida, y sin embargo puedo recordarlos a la perfección y no como una película. Pero a la vez es como si no hubiera estado ahí. Debe ser mi imaginación.
                —Te amo, Lilu.
                —Yo también te amo, Mar. ¿Estás bien?
                —Sí, abrázame.
                Hay algo raro, hay algo muy raro, no me gusta lo que siento, y sin embargo no creo que sea cosa de Liliana, la veo y ahí está su mirada de preocupación por mí. Ella está bien, está normal, está todo bien. Está todo bien. ¿Pasó todo eso?
                —Lilu, gracias por el regalo de cumpleaños, pero te sigo ganando, te descubrí. Me debes un chocolate por eso.
                —Me lo debes tú, fue mi idea.
                —No, porque los dejas que se echen a perder como el helado.
                —Ya te dije que no fue mi intención, pero es que no me podía comer tanto helado en un día.
                —Ta bien, me conformo con un beso.
                —¿Nada más un beso?
                —No, dame cien.
                Uno, dos, tres, cuatro… Sí, todo eso pasó. Es solo un mal viaje. Todo fue un mal viaje. Veinte, veintiuno.
                —Ya, los demás te los doy en la casita cuando hagamos el amor. Tengo muchas ganas de que me cojas bien rico, y a la vez bien tierno, despacito.
                —Yo también, amor.
                Ajá, que me beses, y me acaricies sobre el pantalón, y me sigas besando; ay, ya me mojé. Estoy bien mojada, Mar.
                —No se hable más, hay que apurarnos.