viernes, 30 de agosto de 2013

Un momento reflexivo:

Esta escena, es del capítulo doce en la sexta temporada de californication. Disculpen que tenga subtítulos raros, pero no lo encontré en otro idioma. El diáologo me encanta, lo transcribo abajo del video.



Atticus: How do you do it, Hank? The woman that you love is out there and you know you can’t have her. How do you even get up in the morning?

Hank: Booze is always helpful. And so is the art. Everything that I write is either for her or about her, so I’m with her, even when I’m not, in my writing.

Más o menos en español sería algo así:

Atticus: ¿Cómo lo haces, Hank? La mujer que amas está allá a fuera y sabes que no puedes tenerla. ¿Cómo le haces para siquiera levantarte en la mañana?

Hank: El trago siempre es útil. Y así es el arte. Todo lo que escribo es, ya sea para ella o, sobre ella, así que estoy con ella, incluso cuando no lo estoy, en mi escritura. 

martes, 27 de agosto de 2013

Amenizar

Después de todas las reflexiones anteriores. Les quiero dejar este video de una serie que es muy buena (para mi gusto)... jeje. Debo de confezar que hubo un tiempo en que quería que esta fuera mi vida :S creo que en muchos aspectos, ese deseo se me hizo realidad..., ahora no sé si fue un buen deseo, pero puedo entender mejor a Hank

http://seriesbang.com/online?id=3894&op=v1&title=Californication%201X01

Reflexión

El problema con las rupturas amorosas siempre es tratar de minimizar a la otra persona, nos encanta creer que somos especiales e invulnerables (aunque presumamos del dolor que somos capaces de soportar y sufrir por estas personas que estuvieron con nosotros, de alguna manera seguimos creyendo que somos especiales y por ello nos regodeamos en nuestro sufrimiento, porque a diferencia de la otra persona que se marchó, nosotros seguimos aguantando, porque "podemos": que los demás vean que sufrimos, que somos capaces de aguantar, que somos invulnerables)... hasta las personas que están a nuestro al rededor se esfuerzan en hacérnoslo creer con cosas como "Ya llegará alguien más que en verdad te quiera" "o el tiempo lo curará" "o vive tu presente en lugar de pensar en tu pasado" todas estas frases (a mi juicio) se traducen con un discurso que entre líneas dice: "esa persona no es realmente importante"... pero esa persona es importante, claro que sí... trataré de explicarlo un poco con un ejemplo:

Hace casi un año murió mi tío, su lugar será irreemplazable, pero eso no significa que no tenga otros siete tíos a los que también quiero y cada uno tendrá su lugar especial, porque a final de cuentas, cada uno es diferente (la diferencia no radica en ellos, sino, como diría el zorro del principito, "en los vínculos", los vínculos que se generaron con la convivencia única que teníamos con esa persona); sin embargo, eso no minimiza a mi tío... Eso es lo contrario a lo que hacemos con las personas que amamos en algún momento (al decir personas me refiero a parejas), las volvemos menos, siempre pensamos: "ya llegará alguien más". En efecto posiblemente ya llegará alguien más, pero nunca como esa persona que se fue de nuestra vida: las personas que amamos son irreemplazables, por lo tanto sí llegará, y a la vez no. Qué de malo hay en decir: esa persona en efecto me marcó, en aceptar que fuimos vulnerables ante alguien más; cuando te das cuenta de eso dejas de huir, dejas de creer que no pasó nada. En efecto esa persona es alguien importante y SERÁ irreemplazable.

Esta es mi verdad, una verdad de este momento, si a alguien le sirve se la regalo.

martes, 20 de agosto de 2013

Tatuaje

Esta entrada la estaba preparando desde hace un par de días, pero necesitaba sacar primero lo de la novela, así que lo pospuse un poco (lo iba a publicar la próxima semana, pero mejor después pongo otra cosa). Últimamente me ha tocado acordarme mucho de una persona, he tenido que trabajar en la corrección de la novela, y ha habido momentos que me hacen recordarla de una forma u otra (un amigo publicó que fue a Sayulita, y una amiga que se fue a los lagos de Montebello, entre otras cosas)... Eso me llevó incluso a sueños/pesadillas, que me bajonearon anímicamente, después me hice esto (la imagen del final), y aquí está un poema respecto a:


Significa que la vida se compone de pequeñas piezas
que depende de dónde se mire, las cosas pueden ser felices
o tristes
o ambas
o doblemente una y doblemente otra.

Significa que la vida es comedia y tragedia
y que van de la mano (que sin una no se aprecia la otra)
que lo sencillo no quita lo profundo

Significa que hay cosas que te marcan
historias que realmente te marcan
y que solo lo sabrán a las que les tienes confianza

Significa que hay personas
que estarán contigo toda la vida
aunque ya no estén
que querrás siempre

Significa un recordatorio
de que ya no necesita estar
en mi cabeza todo el tiempo
que la llevo en mi corazón


Significa que hay personas
que realmente te marcan.






Capítulo 19 y capítulo 20

Bueno, con esto termino los capítulos de promoción para la novela. El próximo mes recibo las noticias del concurso de Tusquets, me dicen que es difícil que lo gane ya que mi novela no está en la línea editorial de Tusquets. Supongo que terminaré publicándola en Amazon ya que buscar una editorial da weva. Espero que hayan disfrutado de ellos.



19. Una pequeña sacudida




Después del colchón, también están lavadas las sábanas 'otra vez', ojalá pudiera haberle hecho algo de quehacer para ayudarla, pero soy malísimo para escombrar, es algo que no se me ha dado nunca a lo largo de mi vida. Pero por lo menos su cama está en orden, limpia y desinfectada, con olor a suavizante. ¿Qué hora es? Las siete de la noche, Liliana ya no debería de tardar en llegar. Puta y luego la chamba que está del asco, por lo menos está muy pesado para hacerlo casi solo. Ojalá ya pudiera ponerse a darle bien, estoy harto y cansado, pero para eso son las parejas, ¿no?, para apoyarse cuando más lo necesitan. Y luego tenemos que juntar dos mil varos para pagarle a su mamá el deducible de la operación; esa señora siempre es así, primero la ayuda “desinteresadamente” y después se lo reclama en la primera oportunidad que tiene, y si no se lo reclama lo usa para intentar convencerla de que estaría mejor allá con ellos; qué persistencia de la señora, después de más de dos años sigue buscando la forma de convencerla para que regrese. Por si fuera poco, Liliana me reclama que no me caiga bien; es la ley de la vida, las suegras y los nueros en su mayoría somos incompatibles “ese señor se robó a mi princesa”, desgraciada, si hubiera sabido lo complicado que sería vivir con alguien, con todas las peleas, con todos los desmadres, con todos los gastos, las preocupaciones, no lo hubiera hecho  'Sí, sí lo hubiéramos hecho', sí la neta sí, no aprendemos de nuestros errores. Pero es que ahorita está bien perra la pinche situación, el semáforo se vuelve completamente estresante; cuando te cierran la ventana antes siquiera de que empieces a hacer la rutina, te dan ganas de tocarles y mentarles la madre, hijos de puta, como si les estuviera mendigando su dinero, si quieren dan, si no quieren no dan, pero nunca un: “me regala un pesito”, eso lo dejamos para los niños y para los ancianos. Pero además de eso, la gente en estos días ha estado de jetas todo el tiempo. Pero lo más importante es no dejarse llevar por el estado general de los automovilistas; puta madre, y luego los pinches gastos, ya mejor decidimos dejar de comprar para hacer comida, siempre se queda y es un desperdicio total, terminaba saliendo más caro que ir a comer fuera. Quizá no debimos dejar la secu, ahí por lo menos teníamos dinero seguro, porque el problema con esto es que nadie te obliga a hacerlo, y te desgana que la gente no te dé nada; sin embargo aun así ganas más que en cualquier otro trabajo. Puta no sé qué hacer, si tan siquiera Liliana pudiera trabajar por completo.
                —Hola, amor.
                —Hola Lilu, ¿cómo te fue?
                —Todo bien, Mar.
                —¿Le dijiste al médico de las bolitas en el cuello y lo de las manos?
                —Se me olvidó lo de las manos, lo otro dice que solo son bolitas de grasa, nada de qué preocuparse.
                —¿Comiste algo?
                —Mi mamá me invitó, pero no quise, no quiero que después me lo eche en cara. Me caga que haga eso. ¿Tú comiste algo?
                —(La verdad no, pero para qué mortificarla) Sí, amor, unos tacos de albóndigas, ¿no tienes hambre?
                —No, no tengo ganas de nada, estoy gorda.
                —Lilu. Ya se te bajó lo inflamada de la operación, y de todas formas no estás gorda. Además tienes que comer.
                —No, amor. Al rato.
                —Liliana, no has comido nada en todo el día. Vamos a comer.
                —En serio, Mar, no quiero.
                —Aunque sea poquito pero tienes que comer, ya se ha de haber puesto la señora, vamos a pedirle unos tacos de arrachera con papas, como te gustan.
—Bueno.
—Y ahorita que pasemos a la tienda si quieres te compro unos conejitos de chocolate.
—No Mar, no tenemos dinero.
—Sí tenemos.
—Mar, no me engañes.
—Bueno entonces unos bombones cubiertos de chocolate.
—Jajaja. Uno.
—Tres, con uno no te alcanza ni para una muela.
                Me duele caminar, pero ahorita ella es lo importante, está preocupada, no lo expresa, está seria, rara. Puta madre, quién hubiera dicho que esto de vivir con alguien sería tan difícil 'Seguramente nos lo dijeron pero no hicimos caso', qué tan difícil podría haber sido. Lo bueno es que su mamá nos ayudó con esto, pero ¿y si no?, en el semáforo no hay seguro médico, y la desidia no ayuda para querer ir al seguro popular. '¿Qué hubiéramos hecho de no haber sido por sus papás?'.  Ir a Xoco, chale, cada vez vamos empeorando. Uno que está jodido no tiene derecho a enfermarse. Y los de la puta escuela no fueron para hacer nada al respecto; este país está jodido y aunque no nos guste la política, todo va a empeorar con un presidente impuesto, que además de impuesto es pendejo: va a una feria del libro y no sabe contestar cuáles son su tres libros favoritos; y peor aún, la gente parece que olvida esas cosas, claro cómo no va a olvidarlas si son capaces de olvidar las otras más violentas. Lilu fue a un par de marchas; yo la hubiera acompañado pero alguien tenía que trabajar, siempre las hacen en domingo y el domingo es de los mejores días en el trabajo. Ojalá las protestas cambiaran algo, pero como siempre, lo más seguro es que nos jodamos con eso. Chale y uno queriéndose dedicar al arte; pero la gente tiene cosas más importantes, como tener que comer, qué les va a importar lo demás si están distraídos en ver cómo entretienen la tripa. No queda de otra más que seguirle chingando. Lo bueno es que Liliana está conmigo. No sé qué haría sin ella, es la que me hace seguir adelante, tengo que ver la forma de que salgamos, sonreír y hacer como que pase lo que pase, las cosas no están tan mal, mientras estemos juntos podemos sacar las cosas, prueba de eso, ya llevamos más de dos años viviendo juntos y solos. Pese a todo, aun después de…
                —Estás muy callado, Mar.
                —Estoy cansado, amor.
                —Neta, no tengo hambre, podemos comer nada más un pan, y ahí todavía nos queda café del viaje a Chiapas.
                —No manches, Liliana, eso no es comida, además te digo que sí hay dinero. Tranquila, amor, ahorita que se puede hay que aprovechar. Así como hay que aprovechar que somos los primeros con la Güera.
                —¿Qué les voy a dar?
                —Dos de bistec para mí, y dos de arrachera para la guapa. Ya ve que aún tiene que cuidarse de la carne de puerco.
                —¿Ya cuánto lleva de su operación, señorita?
                —Poco más de dos meses.
                —Entonces ya puede comer.
                —No, señora, cómo cree que la voy a dejar comer puerco, qué tal si se nos pone peor; el médico le dijo que ya podía, pero que de preferencia se esperara dos semanas más, así que no hay por qué arriesgarse. Eso sí, échele hasta mi cilantro para que coma verduritas, ya sabe que le gusta mucho, y a mí páseme un poco de su cebolla porque de la cruda no le gusta tanto.
                —¡Cómo la cuida joven! La quiere mucho, ¿verdad?
                —No señora, cómo cree, es que si le pasa algo no vayan a decir que fue mi culpa.
                —Eres un tonto, Mar.
                —Sí, sí la quiere, ¿verdad señorita?
                —Dice…
                —Ve, seño. Le digo que aquí no hay amor.
                —¡Mire lo que le dice señorita!
                —¡Déjelo, al rato va a ver cuando estemos en la casa!
                —Ve, seño. Si hasta me maltrata psicológicamente (ya, muchas bromas, tengo hambre, denos nuestros tacos).
                —Así mero, a los hombres hay que tenerlos bien cortitos, sino hacen sus desbarajustes.
                —No le dé armas señora, que después me cierra el changarro (síííííí, por fin ahí vienen los tacos).
                —Qué le va a cerrar nada, si están jóvenes. Además se ve que se quieren, siempre llegan abrazaditos y agarraditos de la mano. A ver aquí está, ya saben, pónganle a su gusto.
                —Conste señora, después no me regañe si me acabo las papas.
                —Ya sabe que para eso están señorita, ahí nada más déjele al joven.
                —No se preocupe por mí, a mí no me gustan, yo prefiero los frijoles.
                —Ah no, pues ahí está, hasta en la comida se complementan, uno cebolla y el otro cilantro, luego uno frijoles y otro papas. Coman muchachos que están muy flacos.
                —No se burle señora, que yo con sus tacos ya quién sabe cuántos kilos subí.
                —Son light, además está alto, joven, no se le notan.
                —Sí se me notan, pregúntele a Liliana cuando estamos en la casa, ¿verdad, amor?
                —Es un exagerado señora, a mí me gusta como está.
                —Ya ven cómo sí hay amor. Éntrenle que se les enfrían.
                Puta, con estos dos tacos apenas tengo para el arranque, pero no hay lana, mejor que coma ella, a ver si quiere más, si no, pues un pan para terminar de llenarse.
                —¿Quieres más, Lilu?
                Sí, Mar, gracias.
                Puta madre. Esa voz. No puede ser… sí, sí es.   

20. Cariño. ¡Estoy en casa!

               


¿Qué pedo con este wey?,  vi bien, pero ya no está aquí, está Liliana nada más. Puta madre ya me estoy volviendo loco, hace tanto que no lo había visto, desde lo de Grizel, hace como año y medio.
                —¿Todo bien, Mar?
                —Sí, Lilu.
                —¿A quién buscas?
                —No sé, escuché mi nombre.
                —No, Mar, solo fui yo, pero ya no quiero.
                —No hay problema, Lilu, si tienes hambre pide más, si no alcanza, la señora nos fía, ¿verdad, señora?
                —Ya saben que ustedes son clientes, no se van a quemar por unos tacos.
                —Deme otro de arrachera aquí para mi amor, señora.
                —Gracias, Mar.
                A mí me da dos de longaniza, por favor.
                Puta madre, esa voz. Sí, hijo de la chingada, no era mi imaginación.
                Marco, Marco, Marquito. ¿Me extrañaste?
                Puta, lo voy a ignorar. No, no puedo, Liliana se va a preguntar por qué no le contesto o quién es él. ¿Qué hago?
                Tranquilo, ella no puede verme ni escucharme.
                —¿Por qué?
                Porque no quiero, y de hecho ahorita ya la mandamos a dormir. Órale, a chingar a su madre y que no interrumpa.
                ¿Por qué creo que cuando volteemos en efecto ya no estará…? Dicho y hecho. ¿Qué pedo con este wey, quién es o qué? No pude haberme quedado jetón; siempre llega en el momento que estoy más jodido. Quizá sea solo un producto de mi imaginación, ¿y si le preguntamos a la señora si puede verlo también?
                No servirá de nada, al final si soy un producto de tu imaginación, la señora te pude decir que no me ve. Pero si estás en un sueño puede decirte que sí me ve y de todas formas, eso no te va a bajar los wevos del cogote.
                —Ok, pero no.
                ¿No qué?
                —No me voy a matar.
                ¿Seguro? Mira que esas marcas de grasa que te deja la pelota en los dedos es lo que te metes a los pulmones por estar trabajando ahí, y también está eso de andar soportando jetas de cabrones detrás del volante que te avientan el carro, o que no saben lo que es un paso peatonal. No está tan rico. Sí, yo sé que Liliana ya trabaja un poco más, y que ya no lo sientes tan pesado, pero, ¿qué vas a hacer el día que no puedas ir a trabajar porque no puedes levantarte de la cama? Y no estoy hablando de algún achaque cabrón. Tú lo sabes, ese dolor en los talones que se incrementa día con día, te paraliza, que no te da chance a ponerte en pie después de llegar a casa y te recuestas unos minutos. Liliana no se ha dado cuenta, pero lo hará, ¿o crees que es muy normal, levantarse del cuarto agarrando la perilla de la puerta para jalarse porque no puedes solo? No sé si estás demasiado chonchito últimamente, o eres una putita más putita de lo normal. Yo creo que es la primera, nunca habías pasado los cien kilos. Pero no te preocupes, si sigues sin hacerme caso los bajarás rápidamente; pero no te juzgo, estos tacos están para reventar botones. Tranquilo, estos los pago yo por tu cumpleaños: ¡Feliz cumpleaños! ¿Te gustó el austero desayuno de Liliana con cartitas y pancito? Seguro que sí, qué lindo. ¿Te gustó la felicitación de cumpleaños de Grizel? Mejor la ignoraste, ¿no? Y vuelves a dejar pasar la oportunidad… qué pendejo eres.
                —Estoy con Liliana.
                Sí, sí sí. Qué lindura, cuánta miel.
                —Es en serio. Estoy bien con ella, además no podría dejarla después de esto que estamos pasando, lo más fácil sería huir y no lo haré; ya aprendí mi lección no quiero ser infiel de nuevo. Si estuviera con Grizel tampoco lo sería, ni con Jimena. Se acabó esa parte de mí.
                En serio, qué bonito; no mames, eres tan ingenuo. Tú portándote bien, como con Karina y Karina te mandó a la chingada, órale pinche trapo inservible, y hasta te puso el cuerno, Liliana le has sido infiel y sigue contigo, y ahorita que ya cambiaste… mejor vamos a tu casa, para que veas su teléfono.
                Cómo lo hace este cabrón, así sin más dice algo y saz, aparecemos en la casa. Nel, ni madres, no vamos a ver su teléfono.
                Sí, sí lo vas a ver porque si no, yo te voy a decir lo que vas a encontrar y de todas formas vas a terminar revisándolo para saber si te miento; la curiosidad se violó al gato. Y así es más rápido, vente pasemos al cuarto, estás en tu casa… Si esta fuera Lola, le lamería el culo hasta que se despertara bien mojada.
                —Eres un asco.
                Wey, si no puedes amar las partes más asquerosas de alguien no puedes amar por completo. Así sea la caca y los pedos, o toda la mierda que trae en la cabeza.
                Este cabrón no puede ser un producto de mi imaginación, siempre habla de Lola y yo no conozco a ninguna Lola.
                Por fin piensas correctamente; pero bueno, a chingar a su madre que esto está muy aburrido. Por cierto, Lola es el diminutivo de Dolores, como el personaje de tu obra de teatro. Pero mejor adelantemos la historia. Mira, es mejor si lo vemos en la tele, como una película; trae las palomitas cariño.
                Quién sabe qué me pasa con él, es como si no tuviera fuerza de voluntad.
                No es cierto, preciosa, aún no dejas a Liliana y aún no te matas, así que no es fuerza de voluntad, es masoquismo. Ven, hay suficiente espacio en los sillones, para que veas la película de tu vida como si no me hubiera aparecido aquí.
                Ahí está Liliana, dormida, con la ropa de ahorita, también yo traigo puesta la misma ropa, me acerco, veo el celular, sé lo que estoy pensando: Liliana no haría nada, hay que confiar en ella. Pero aun así vemos el celular y los mensajes; el Facebook, puto Face, es el diablo, se quedó de ver hace dos semanas con un wey el día de la fiesta a la que no quise acompañarla. Salgo a fumar, estoy meditando las cosas, no tendría que haber visto sus mensajes; no puedo aguantarme las ganas, la despierto y le pregunto qué pasa; dice que no pasó nada, que es solo un mensaje, que nunca vio al wey. Se enoja por haber revisado sus cosas, me ignora y se duerme. Puta madre, tomo mi pelota de contact y algo de ropa, me quedo un par de horas pensando en lo que debería de hacer…
                Carajo ni en película está entretenido, te la voy a resumir, mientras le voy poniendo en cámara rápida: te pones de sentido, escribes una cartita bonita, le pides disculpas por no haberla llevado a comer helado de yogur, y le dices que si ella prefiere estar con alguien más que no le estorbas, pinche mártir de mierda, y eso que no ves tele, si no, no sé qué sería de ti. Pero bueno, te decides, escribes unos buenos poemas, por fin, te vas a trabajar y meditas las cosas mientras dejas apagado tu celular. Lo prendes porque la curiosidad siempre te gana, te marca inmediatamente después, te pregunta dónde estás, va por ti, se reconcilian todos tiernos. Lo olvidas, ella ya no te pide que le escribas cosas bonitas; pasa un mes, madres, se vuelve una admiradora secreta, tú te las hueles, quién chingados podría estar enamorándose de lo que escribes y además Liliana te dijo que hicieras esas cosas para que pudieras escribir, aun cuando tú no querías hacerlo, le sigues el juego, y te das cuenta de que tiene que ser ella que insiste en preguntar sobre tú y Lesly cuando aún trabajaban en el bar. Madres, le dices lo que quiere escuchar, porque lo que nunca pasó, no te lo cree, al día siguiente dice que alguien le mandó la conversación, tú ya lo sabías, por supuesto, pero ella se mortifica mucho con eso, le vuelves a decir que mejor terminan, te pones de mártir otra vez y te “sacrificas” en el nombre su amor para que ella encuentre alguien mejor que tú. Pero deciden seguir, las cosas mejoran, la descubres en su juego, no la quieres hacer sentir mal y le comentas que fue un regalo estupendo de cumpleaños aunque un poco atrasado; salen, van al cine, a caminar, por un helado, se divierten y tú sigues sudando por dentro porque no sabes cómo le vas a seguir haciendo para comer, pero tampoco la quieres preocupar. Se queda en la escuela, se lo celebras, ¡por fin se queda!, la ayudas a seguir adelante, claro que sí, apoyándola en todo lo que puedas, no le falta por lo menos la comida ni lo de sus pasajes, llega el día de su cumpleaños y van, trabajan, está jodido, pero le dices que hay que juntar lo que ganó cada quién y dividirlo a la mitad, los dos saben que a ti te dan más, pero no te importa, qué lindo, léase como “qué pendejo”, acepta y mientras cuenta lo que ganaron, tú sigues trabajando para comprarle un regalo, y ahí vas por un helado de chocolate de esos caros que veden en “el globo”. Qué bonito, ni se lo come, dice que lo guardará para después, al día siguiente tiene un compromiso, aprovechas vas por una flor y te atrapa, pinche suerte la tuya, te cacharon la sorpresa; pero las cosas comienzan a mejorar, el semáforo está un poco mejor y ya no hay peleas, de hecho Liliana ya hasta consigue un papel en una obra de teatro y te ayuda con la promoción de tus textos, ambos están haciendo sus cosa. ¿Ves qué rápido se pueden resumir unos meses?
                —¿Cómo puede ser que esto haya pasado sin que me diera cuenta?
                Porque en realidad todo lo que te dije lo estuviste viviendo. Ahora solo lo estás recordando mientras dormitas al manejar, vienes de un viaje, por la carretera de Puebla, antes de que no puedan hacerlo hasta dentro de un buen rato porque Liliana estará saturada con sus ensayos. Lástima, perdiste tu oportunidad con Grizel, ya pasó mucho tiempo y no le respondiste nada, no creo que te lo perdone.
                —No importa, ya te lo dije.
                Veamos si sigues pensando lo mismo cuando Liliana te deje. Te dije de la operación, ¿no? Eres predecible, aunque eres menos agresivo, eres como yo. Me das asco; cuidado, estás en una curva.
                —¡Mar! Nos vas a matar. ¿Estás bien amor?
                —Sí, me fui.
                —Estaciónate un rato, te ves pálido.
                Qué pedo, me duele la cabeza, siento como si todo… carajo, qué pedo, qué pasa, qué chingados pasó, siento como si me hubiera comido dos meses de mi vida, y sin embargo puedo recordarlos a la perfección y no como una película. Pero a la vez es como si no hubiera estado ahí. Debe ser mi imaginación.
                —Te amo, Lilu.
                —Yo también te amo, Mar. ¿Estás bien?
                —Sí, abrázame.
                Hay algo raro, hay algo muy raro, no me gusta lo que siento, y sin embargo no creo que sea cosa de Liliana, la veo y ahí está su mirada de preocupación por mí. Ella está bien, está normal, está todo bien. Está todo bien. ¿Pasó todo eso?
                —Lilu, gracias por el regalo de cumpleaños, pero te sigo ganando, te descubrí. Me debes un chocolate por eso.
                —Me lo debes tú, fue mi idea.
                —No, porque los dejas que se echen a perder como el helado.
                —Ya te dije que no fue mi intención, pero es que no me podía comer tanto helado en un día.
                —Ta bien, me conformo con un beso.
                —¿Nada más un beso?
                —No, dame cien.
                Uno, dos, tres, cuatro… Sí, todo eso pasó. Es solo un mal viaje. Todo fue un mal viaje. Veinte, veintiuno.
                —Ya, los demás te los doy en la casita cuando hagamos el amor. Tengo muchas ganas de que me cojas bien rico, y a la vez bien tierno, despacito.
                —Yo también, amor.
                Ajá, que me beses, y me acaricies sobre el pantalón, y me sigas besando; ay, ya me mojé. Estoy bien mojada, Mar.
                —No se hable más, hay que apurarnos.


domingo, 11 de agosto de 2013

Este perro muerde.

Tengo facebook, twitter, wattpad, mail, celular... sin embargo escribo esto aquí, por una sencilla razón: la gente a la que se supone que le importo, no me lee lo suficiente. Siendo honestos, la gente que visita este blog son, en su mayoría, curiosos de mis letras, en su minoría, alguna suerte de admiradores que por lo menos se sienten identificados con alguno que otro texto. Pero retomo el curso antes de desviarme. Me pregunto cuánto pasaría para que alguien se diera cuenta de que he muerto el día que lo haga. Insisto en ese curioso caso, dudo, honestamente, que cualquiera de esas personas a las que les "importo" lea esto pronto, la verdad si pienso que algún día lo leeran sigue siendo demasiado optimista de mi parte. Ahora sí, dejemos eso de lado.

     Hace mucho que no escribía nada de mis divagaciones, últimamente solo me he encargado de postear todo lo relacionado a escritos míos, nuevos o viejos. Y creo que ya hacía falta poner una entrada con relación a lo que pasa... mala idea, creo que no habría mucho que contar, salvo que tengo dos muy buenos proyectos que me atemorizan, de alguna manera porque sé que son muy probables para que salgan adelante: se tratan de proyectos de guiones; en uno tengo un conocido que trabajó mucho tiempo para televisión y aún conserva los conectes, en el otro mi querida asesora me va a presentar (en cuanto tenga algo armado) a Paula Markovitch y/o al productor de Argos. Ambos los estoy trabajando con muy buenos colegas (ya mencioné a mi amigo del primero, que además es actor de doblaje; en el otro tengo a un poeta que ha ganado más de cuatro o cinco premios nacionales).

      ¿Y qué más?

     La verdad es que nada. Hasta ahí se queda. Escribo mucho, diario casi, poemas, cuentos, ideas, siempre escribiendo. Me consumo en mi locura y aislamiento, me divierto muchísimo estando conmigo, planeando, imaginando, recordando... y sin embargo, me he dado cuenta que fuera de escribir, no me interesa nada más. Me seduce la idea de que el vacío me jale y me deje tirado con todos los huesos rotos. Así de sencillo. Solamente desde fuera uno puede ver a los demás, y le he agarrado tanto gusto a estar por fuera, a relacionarme lo indispensable y con la gente que quiero (ahora que lo pienso, no hay mucha diferencia de como era antes), a vivir en mi cabeza, y a creer que todo es un producto de mi imaginación...

     No sé, es raro, no tengo ganas ni de haber escrito esto; no sé de dónde saca mi gran amiga que tengo una naturaleza fundamentalmente sana; que me reiré de todo esto... quizá un día me sea seducido tan profundamente por el vacío que por fin me aviente por la ventana; lo único malo es que no podré ver la reacción de ella, y decirle: "ves, ¿dónde está la salud que decías que tenía?" Tal vez, solo tal vez, un día llegue ese momento, pero aún no, aún falta el reconocimiento y las muchas obras que deje a la posteridad que influyan en uno que otro nuevo escritor dentro de 50 o 100 años. Y vean que este que escribe, no solo abrazó a sus ángeles, sino que hizo el amor con sus demonios, y estuvo jugando (porque no dejo de jugar) al borde del abismo todo el tiempo, riéndose, asustando a los otros, rompiéndose a cada rato para que alguien tuviera algo más que leer, para que alguien dijera: "me gusta cómo escribes, me siento identificado(a)".

     Ahorita lo único bueno de todo esto, es que mis seres cercanos, se han dado cuenta de que no es bueno meter la mano en la rendija de la casa porque este perro muerde.

jueves, 1 de agosto de 2013

Capítulo 12 y capítulo 13

Aquí les dejo otros capítulos de la novela "Deja que te mate". Espero que los disfruten n.n




12. Otra pesadilla.




¿Qué hace él aquí? Qué carajos hace él, ya lo habíamos dejado en que era un sueño. ¿Llegará igual que la vez pasada preguntándome si ya me voy a matar o si ya me voy a poner a escribir?
                Tranquilo, vamos a caminar. Y sí, definitivamente, Coyo se ve mejor de madrugada; ahorita lo arreglo, pero primero vamos por un café al Jarocho.
(…)
                —No sabía que vendían café con alcohol en el Jarocho.
                Digamos que soy un miembro que posee ciertos privilegios aquí.
                Toda la gente empieza a desaparecer, a esfumarse, son como fantasmas caminando que cada vez se llenaran más de aire y se fueran vaciando de materia.
                No nos pueden ver, incluso puedes morbosearles el culo de forma descarada y no te dirán ni pito. No te hagas, yo sé cómo te han dado ganas de hacerlo con alguna que otra vieja buenona que pasa con sus falditas como invitándote a arrancárselas, y cogértelas en la plaza.
                —¿En dónde estamos?
                En Coyo…
                —Sí, pero en dónde.
                Para fines prácticos, y dejes de estar de castrozo, estamos en un sueño. Y no te diré más, al menos no hoy. O ¿qué?, ¿también vas a llorar por no saber en dónde andas? Si los hombres nos alcanzáramos el miembro con la boca extrañaríamos menos a las viejas. Practica yoga, quizá así dejes de andar lloriqueando por una desgraciada. Puta igual que Lola.
                —¡Cállate!
               —¿Qué vas a hacer? Vayas donde vayas, te escondas tras tantas cobijas antimonstruos como quieras te voy a encontrar, y ahorita tienes de dos para librarte de mí, o te matas y terminas con esto, o te despiertas, y al menos la segunda no te voy  a dejar hacerla, así que decide.
¿Está lloviendo? Llueve pero tampoco nos mojamos.
Muy bien, escoges el silencio, ¿qué, te da miedo morirte? ¡Pero si estás dormido…! O quizá es que en realidad no quieres que me calle, quieres que siga, ¿sabes? Creo que eres medio masoquista.
            —Claro que no.
           Sí, piénsalo. Mira, había una abejita reina que se llamaba Karina, y después apareció otra abejita reina llamada Eloísa. La abejita Eloísa no quería problemas y por eso casi casi se ponía como una alfombra ante ti para evitarlos. Pero qué hizo el zángano Marco; regresó con la primera abejita porque la “amaba”. Luego también está por ahí Jimena, que cuando la conociste te dijo que tenía novio y tenía amante, y madres, que Marco se enamora. Después el zángano encuentra a otra chica que como Karina, tenía problemas con sus papás, y también es cuatro años más joven que él, Marco se enamora de ella, aunque lo trajo como calzón de puta hasta que se desesperó de tanto desmadre, aparece Grizel (reaparece) cuando las cosas con Liliana ya no están tan bien. Es como si la vida te pusiera otra oportunidad de hacer lo que no hiciste con Eloísa en una versión mejorada, más afín, que le dijo que le enseñaría todo lo que pudiera y si se sacaba la lotería sería su esclava, y madres, nuevamente, Marco busca el primer pretexto que encuentra para regresar con Liliana porque quiere estar complicándose la existencia.
                —No es tan así.
               Claro que sí, hazme caso. Olvídate de Liliana, ve con Grizel, con ella disque escribes, porque lo único que haces es ponerle splenda en mensajes de texto y ahí está Grizel: “oh sí, Marco, vomítame tu miel, sírvemela en un vaso que me la quiero tragar toda  para orinar rosas y cagar corazoncitos”. Eso que le escribes no deja de ser mierda aunque la sazones con azúcar, pero por lo menos le escribes más. Espérala, qué son unos días.
                —¿Por qué la insistencia?
               Mira el Kiosco, con su brillo nocturno y el vapor de nuestras bocas. Tú ves piedras, pero todas esas piedras, todo ese concreto, aquí y ahora, no son más que palabras, está hecho con las palabras de todas y cada una de ellas, con todos sus: “te quiero”, “te extraño”, “te necesito”; todas las camas y los besos y los abrazos, están hechas de todas las miradas, las risas, los enojos, todos esos golpes, esos corajes. Las escaleras están llenas de los viajes, las carreteras, los autobuses, los desvelos, los paseos; los “te amo”. Tantos recuerdos. Todo eso está ahí, unido con lágrimas, sudor y semen. Ojalá llegara un meteorito y destruyera todo, ¡pum!, volver a empezar, hacer nuevos monumentos a tu locura y tus desdichas. Rompe ese viejo kiosco, vete con ella.
                —¿Por qué?
              Porque si Karina no te llevó al suicidio, Liliana lo hará. No sé si te quieres hacer el pendejo o el ciego, tú sabes que lo que digo de Liliana es verdad. Como con Lola, son básicamente las mismas, orgullosas, berrinchudas, ventajosas: “yo sí, tú no”, ¿o crees que a ella le importa lo que haces? No, para ella eres un egoísta porque no tiene relevancia que Marquito “salga detrás de mí en plena madrugada porque me puse a hacer berrinche y la zona está fea, ni que me aguantara mi bipolaridad de me quedo contigo, regreso con mis papás, me quedo, regreso; prefiero ponerlo celoso con sus amigos y los comensales, para que yo no sea la única celosa; Marquito no quiere pelear y a mí me enoja que no quiera pelear, por eso me hago la digna, le digo que no tengo nada, y cuando ya se va, le reclamo que qué le pasa, que si no le importo y cómo puede irse y dejarme así, como si no me hubiera preguntado primero qué tenía; o que Marquito pague todo menos la mitad de la renta, para que yo haga con mi dinero lo que quiera, ni me salvara de quedar con el rostro quemado por andar jugando a escupir fuego y no saber qué hacer cuando se me prendió la cara; ni siquiera le importó que Marquito se jodiera el lomo durante un mes porque yo estaba recién operada y no podía hacerlo”.
                —Eso de la operación nunca ha pasado, ¿a qué te refieres?
                Perdón, estaba proyectándome.
                —No, dime.
                Nada, hazme caso y ve al baño, antes de que tu siguiente anécdota sea sobre cómo te hiciste pipí en la cama a los veintitantos. Por cierto…
                Carajo con estos sueños. Cómo me mal viajan. Pinche inconsciente, esto es obra tuya, cerebro idiota. 'Ni madres, es del inconsciente'. A la chingada, deja de joderme la puta vida, cerebro. 'Bueno, pero por lo menos prende la luz para que le atines a la taza'… Tranquilo, seguramente es tu imaginación, aunque yo también creo que vi en el espejo la palabra “escribe”.
(…)
                Perfecto, aquí estamos, haciendo locuras nuevamente. A la verga Grizel, no pudimos aguantar siquiera una semana sin novia. Estoy empezando a pensar que de verdad tenemos problemas con la soledad, '¿estás seguro de que es amor y no soledad? Mira, recuerdo que hace unos años le dijimos a Karina que tú solo te apoyabas en tu pareja, y que si ella no era, que sería otra, nadie es indispensable; y madres que se suelta a llorar', ¿por qué todas las mujeres-niñas que conocemos, quieren que les digamos que son especiales para que se sientan especiales?, con un dedo extra, un coeficiente de doscientos o una tara podríamos justificar que lo sean, quizá es la edad. Pero entonces podría ser Grizel, Jimena, Liliana, o Panchita López; 'quizá, ahorita lo preocupante es que solo a nosotros se nos ocurre venir casi a media noche a casa de Liliana, en una colonia de la verga, con malandros drogándose a la vuelta de cada esquina'. ¿Y si la descubrieron sus papás? 'A chingar a su madre, tomamos un taxi a casa de mi mamá y le decimos que nos preste para pagarlo'. Esperemos diez minutos más… ocho minutos más… ¿será amor…? Seis minutos más… Ahí viene. Síííí, que nervio escuchar cómo mete las llaves para abrir la puerta... Estuvo llorando, reconozco las bolsas que se le hacen por llorar, y los ojos deslavados que en lugar de verdes parecen grises. Pero qué bonita sonrisa; mi trompuda hermosa. ¡Qué bonita es! Cuántas ganas tenía de pasarle los dedos por su cabello y acomodárselo detrás de la oreja…
                —No hagas ruido, si te escucha el perro va a despertar a mis papás, me estoy quedando en el cuarto de acá abajo.
—OK.
—Eres el primer novio que conoce mi casa por dentro. Métete rápido.
            —¿Cómo le vamos a hacer mañana para salir?
            —Mis papás se van temprano, podemos sacarte antes de que se vayan. Lo planeamos después. Mientras abrázame.
                Puta, cómo no va a ser amor esto. Basta estar entre sus brazos para sentirme lleno otra vez, como si ella ya fuera parte de mí. A la verga mi cerebro, a la verga el sociópata desconocido de mi inconsciente, me dirán toda la misa que quieran pero yo sé lo que siento. Sonrisa por aquí, sonrisa por allá, un suspiro, dos suspiros, tres.
                —¿Qué haces con la ropa puesta? Te quiero desnudito, me encanta tu cuerpo, y tu pancita. Desvístete. Yo te tengo una sorpresa.
                No es sexy lo que hace, pero no estoy buscando sensualidad, solo esos ojazos… ok, sí se le ve bien esa lencería roja como de encaje. Fuck, retiro lo de no-sexy; tal vez no fue la mejor manera de desvestirse, pero ya así semiencuerada…
                —Quiero hacerlo con una canción.
                —Ok… ¿Placebo?
                —Sí… shhhh, nada más hazme el amor, Mar.
                Esa canción no es romántica, pero… qué ricos son sus labios, carnosos, suavecitos. Cómo no voy a amarla, si en sus brazos, en sus pechos, en sus piernas, en su saliva, me siento como en casa, como si los dos encajáramos a la perfección, casi podría escuchar que hacemos Clic…
                —Me gusta hacer el amor contigo.
                “Me gusta hacer el amor contigo” sonó raro ese contigo, contigo, contigo
                —¿Conmigo?, ¿en esta semana lo hiciste con alguien más?
                —Sí, Mar, pero no me gustó, contigo está rico, me gusta mucho, es especial, me enchinas la piel cuando me acaricias, cuando me pasas las manos por el cabello; me prende cómo me agarras las nalgas, me pones loquita.
                Sonríe y déjalo así, no tienes nada que reclamar, tú permitiste el tiempo y durante ese tiempo no eran nada, así que te chingaste. Quizá es una especie de venganza de que le dijeras en el viaje que tú eres una puta, y que necesitas de musas para escribir y ves una vez al año a Jimena, ella aceptó que eras así. Te dije, no le digas, no lo hagas, aguántate. Pero no, ahí va Marco a ser sincero, pendejo, ahora te jodes; aunque lo aceptara sabes que es poco probable que las cosas salgan bien. Pero bueno, ni pedo, está con nosotros, es lo que vale, no con otro, confórmate con eso.
                —Quiero estar en nuestra casita.
                ¿Ves?, más pruebas, tranquilo. Es como cuando le encontraste mensajes, no pasa nada, duele, pero no chille. 'No chillo, pero se siente feo'.

13. Un viejo amor me puede consolar




Ayer estaba pensando en Andrea y ahí está ese recuerdo de cuando la vi hace dos años, al dormir se me ocurrió ese capítulo; qué cagado con Marco, cómo se asusta cada vez que me encuentra. En algún momento tal vez le revele que soy su autor, solo espero que no se cause una indigestión que lo lleve a la muerte; aunque sería muy cagado, un suicidio por saber que es un personaje no me serviría de mucho.
                A estas alturas, lo único que me queda son recuerdos y fantasías, uno se abraza a algo intangible cuando ya no le queda nada tangible. Pero aún es muy pronto para aferrarse a Dios. Más cuando yo soy como Dios. Quizá un día le mandaré la peste, o sífilis o gonorrea. Ahorita no, ahorita que disfrute de sus pendejadas, que se encule para que cuando valga verga todo, sienta como si lo colgaran de los pelos de los wevos. Es una mierda cómo uno termina creando amigos imaginarios para no aburrirse. Es como mi Wilson, solo que no es un balón ensangrentado. Yo lo quise ayudar, decirle el camino que debía de seguir, pero cuando un personaje está bien desarrollado, no lo puedes obligar, se sentiría forzada la historia; así que lo dejaré que se complique con Grizel y con Liliana, mi Andrea y mi Lola.
                Chale, qué pendejo fui al dejar a Andrea irse. Ella estoy seguro que hubiera sido perfecta, o muy parecida a lo perfecto. La conocí a los diecisiete, cuando estaba más idiota que ahora; un chat de no sé qué pendejada, y de repente todos a quejarse de sus madres, cuando yo empecé a quejarme de la mía, ella me dijo que la entendiera, que le diera un masaje y que así iba a ver cómo cambiaba, jajaja. Claro que sí; que no mame. Que ella le dé mansaje a la suya, le lleve café, té, galletas, leche con chocolate y hasta champurrado si quiere. A mí que me deje estar tranquilo con mis pedos; más o menos eso es lo que pensaba en esos momentos, pero aun así, como era la única en el chat casi de mi edad, decidimos cambiar correos.
                Quién sabe de qué tanto hablábamos. Pero sé que eran horas de andar chateando, mandándonos mails y de alguna forma coqueteándonos. Recuerdo que le contaba de mi relación con Karla, y siempre se le notaban los celos, la insultaba; yo le decía que le bajara de wevos, que no se pusiera tan pendeja. No, eso fue después.
                Antes, cuando no había pedo de Karla, hablábamos de libros, le gustaba leer, le gustaba la filosofía, sí, ya me acordé. Hasta sentía que la muy cabrona estaba queriendo competir conmigo porque le gustaban las mismas cosas. Cuando le dije que estudiaría Filosofía, ella me dijo que también; cuando pasó el tiempo y dije que me cambiaría a estudiar Creación Literaria, ella hizo lo mismo. Hasta quería venirse a estudiar acá. Ojalá lo hubiera hecho antes.
                Cómo nos divertíamos platicando de nada, o si no, en los peores tiempos donde yo no tenía internet, esperábamos una vez a la semana, yo iba a algún café internet para leer y responder sus mails. Desde los problemas en nuestras casas, hasta los días de escuela. Lo que fuera. Nos conectábamos a video llamadas para hablarnos y saz, como si Cupido me trajera en jaque, termino dando las nalgas por ella. Pero bueno, yo en ese entonces no tenía novia, ni había tenido, seguramente hubiera dado las nalgas por cualquiera, así de fácil me dejaba querer, moviendo la cola como perro a quien me mostrara algo de afecto (y estuviera guapa).
                Una vez vino a la capital, me avisó de repente.
                —Mario, vine con mi papá a una exposición de estomatología. Voy a estar en el World Trade Center todo el día, ¿nos vemos?
                ¡Pues cómo chingados no! Tantas ganas que le traía a sus labios, bien definidos, a sus ojos ligeramente rasgados. Sentía que ya tenía novia, pero a la vez maldecía mi puta suerte para conseguirme a una que vivía hasta la chingada. Que pasara lo que tuviera que pasar. En ese momento lo único que tenía en la cabeza, era mandar a la verga cuantas clases se podían para llegar al centro de convenciones y ver qué podía sacarle.
                Ahí estaba Andrea, esperándome en la entrada de la exposición, con un pantalón de mezclilla y una sudadera rosa. Me sonreía y yo empezaba a sentir las patas como deshuesadas. Platicábamos de lo que era vivir en la ciudad y lo que era vivir en su rancho de San Luis, porque para ella todo lo que no fuera el Distrito, era un rancho.
Veíamos los diferentes stands, y conseguimos cepillos y pasta dental gratis. Era como una señal del destino que me decía: “órale cabrón, a lavarse el hocico para que la beses a gusto”. Pero por más que intentaba darle las indirectas, ella no se dejaba, por el contrario sí me permitía abrazarla; pero quién chingados se conforma con un puto abrazo cuando tiene una tarde para ver a la chica que lo trae babeando las alfombras y hacer algo más.
                Pero no se dejó. Por más que intenté, la desgraciada no se dejó. Perra, por no haber sido perra. Fuera de eso, pues no estuvo tan jodido, salvo por el final; habíamos intercambiado cositas especiales, yo le di un collar con una especie de cruz gótica con una piedra roja en el centro y ella unos pasadores, pero de beso nada. Incluso casi para despedirnos, cuando yo llevaba cargando como ocho bolsas de mierdas que ni siquiera eran para mí, tampoco me regaló uno. Por el contrario, su papá le habló por teléfono, le dijo que ya iba a pasar su tío por ellos y así, como si me metiera una patada en los wevos, me despachó diciendo que me fuera porque venía su tío y no quería que nos viera. Doblemente perra, ni beso y me trató como caca.
                Cuando hablé con ella por mail, me dijo que nunca me había mandado al carajo con esa intención, pero que lo del beso ella también quería darme uno; puta madre, por qué no me lo diste entonces, me quedé pensando; dijo que no podía darme un beso porque no éramos novios. Carajo, triplemente perra y amarrada. Pero igual seguimos hablando por mail, hasta que yo empecé a andar con Karla, ella se empezó a encelar y, un buen día, me cansé de los insultos para Karla. A mí, por el contrario, me elogiaba mucho y me armé de wevos para insultarla, fue la primera mujer que insulté, pero ella ya me tenía tan harto de que le dijera a Karla naquita y pendeja, que le tuve que decir lo suyo.
                —A ver, Andy, si es una naquita, o pendeja, es mi pedo, déjame en paz, ando con ella. Por lo menos es más de lo que te puedes encontrar allá. Los pinches weyes que me platicas, son unos pendejos que se creen mucho porque saben quién es Carlos Cuauhtémoc Sánchez; pero allá no te encuentras a ningún cabrón como yo. Pendejos a la vuelta de la esquina abundan, así que suerte con los tuyos.
                —¿Y crees que un pendejo como tú que es peor que un perro, o que la mierda de un perro, es mejor que ellos?
                —Tal vez. Por lo menos yo no tuve que compararte ofensivamente para decirte las cosas, así que piénsalo tú.
                A la chingada como durante dos años. No sirvieron de nada todas esas llamadas por teléfono casi diario, ni los juegos de besos, abrazos y demás, ni siquiera que me hiciera cantarle canciones pendejas de pop meloso en español mientras hablábamos de larga distancia. A la chingada bien y bonito, con todo y nuestros planes ilusorios de una vida juntos. Andrea era demasiado cobarde para hacer cualquier cosa: le compré la guía para el examen de admisión que no hizo, le investigué sobre la escuela en la que estaba yo, ya hasta había convencido a mi mamá para que la adoptara como hija y se viniera a estudiar acá. A wevo, a cometer incesto cada que se pudiera con mi nueva hermanastra. Pero no, puras mamadas de su parte.
                Después me arrepentí, pese a todo, era buena onda la hija de la chingada, pero rencorosa como mi tío y mi abuela, no me contestó ningún mensaje para tratar de llevar las cosas tranquilas. Pero me buscó así de la nada, cuando apenas estaba conociendo a Lola, me dijo un día en el Face: “estoy aquí”. Qué pedo, atrás de mí o dónde. Pero no me dijo nada más hasta medio año después que se dignó a platicarme con más detalle.
                Al parecer estaba en el Distrito, había entrado a estudiar a casa Lamm. Llevaba un año y medio, o dos, aquí. Lástima por ella, lástima por mí, yo estaba con Lola, y estaba bien, sin intención de cambiar nada por nadie, y menos con ella que era tan pinche necia, más pinche necia que yo.
                Pero medio año más con Lola, y las cosas empezaban a verse diferentes. Pinche Lola, todo el tiempo pensando que le ponía el cuerno con alguien, hasta llegaba a olerme la ropa cuando me iba a dormir; la descubrí esculcándome los papelitos que tenía en las bolsas para ver si me encontraba algo, y cuando me descuidaba, también el celular. Me quería tener tan controlado que hasta me acompañaba a ver a mi mamá para que no me fuera a ningún otro lugar. Por eso terminamos esa ocasión. Ya estaba harto, hasta la puta madre porque no estaba haciéndole nada. Salvo haber visto a Lucía cuando llevábamos poco tiempo  de salir, y eso no se lo había confesado nunca. Por si fuera poco todo el tiempo estaba quejándose de que su mamá la presionaba para que regresara a casa porque se había ido sin terminar siquiera una carrera y no tenía nada en qué pararse, y como yo tampoco la tenía, aunque ganara más de dos mil pesos semanales en el bar, era visto como un pobre diablo, un señor que le había lavado el coco a su princesita, un meserito con el que tendría hijos meseritos. Así que órale, mejor a chingar a su madre, literalmente hablando. Y le dije a Andrea que nos viéramos.
                Ese día paseamos un rato. La invité a la casa, y aproveché que Lola aún no se llevaba sus cosas para decirle a Andrea que aún estaba con ella; ya sabía la forma en la que chingaban a su madre las cosas cuando las formalizábamos, y con ella había que ser muy precavido; un paso en falso y adiós Andrea durante medio año.
                Estuvimos saliendo durante dos semanas, iba, la veía, platicábamos; daban las altas horas de la noche y me regresaba a casa, siempre con los ojos entre pacheco y ebrio por tantos besos y abrazos, y ella siempre intentando que formalizáramos la relación; casi lo logra cuando me dijo que el universo confabulaba a nuestro favor para que por fin estuviéramos juntos. Incluso me aclaró el incidente con su tío, años atrás. Dijo que eso lo había hecho pensando en que quería venirse a estudiar acá, pero que si me veía ahí ese día, seguramente su tío terminaría convenciendo a sus papás de que no la dejaran venirse a vivir; si hasta su mamá le dijo que no quería que me buscara. Pinche mala suegra, aún se acordaba de que le había dicho que Andrea y yo nos queríamos casar. Pero no pudo convencerme para que diera las nalgas como tres años atrás.
                Incluso antes de irse a pasar las vacaciones con sus padres, fuimos al hotel, queríamos dormir juntos, pero como suele pasar en todo el mundo, terminamos más calientes que somnolientos. Al menos al principio. Porque después, me di cuenta de que realmente me gustaba esa mujer y que no me interesaba tanto sexualmente, yo quería amor, quería que me asfixiara entre su abundante melena negra, y después también quería que me dejara respirar porque sí me asfixiaba, quería que me abrazara entre su pecho desnudo. Y después tal vez, quería coger. Pero creo que mi cuerpo está en mi contra, otra vez no se me paró, hijo de puta. Y cuando lo logré, me pasó lo contrario de Lucía, Andrea estaba muy estrecha, el miedo de lastimarla porque no entraba, hizo que mi verga, valiera verga. Puta madre, putos fracasos conmigo, puto pito traidor. Pero no todo estuvo perdido, la parte del amor y las cucarachas voladoras en el estómago estuvieron chingonas. Me volví un puto cursi, y andaba suspire y suspire.
                Pero ni madres, ni aun así iba a caer en el juego tramposo de tener una relación, y menos cuando no había podido terminar de tajo con Lola que seguía en el bar los fines de semana por el trabajo y donde se esforzaba porque regresáramos. Me coqueteaba y yo le regresaba los coqueteos, a veces creo que estábamos mejor que cuando andábamos de verdad. Lo único malo es que ella insistía en que le contara lo que hacía y si veía alguien más.
                Eso es masoquismo, no se le puede llamar de otra forma a esa mamada. Nadie en su sano juicio quiere saber si alguien a quien quieres, se anda chingando a otra persona, ni siquiera si se anda besando. Pero ahí estaba Lola, como pinche burra necia queriendo saber todo, hasta los calzones que usaba Andrea. Y ahí está el pendejo de Mario, contándole las cosas. Quizá Lola tenía razón, no había por qué sentirse mal por eso. No andábamos en ese momento, yo si quería podía hacer de mi culo un papalote, o un estuche para lápices.
                Andrea se fue con sus papás para pasar las fechas decembrinas, yo seguí conviviendo con Lola en el bar, y mientras más convivía, más me volvía a sentir atraído por ella. Pinche Lola, te odio, te odio, carajo, esa hubiera sido una ocasión perfecta para que te fueras a pelar los pitos que quisieras; pero no, ahí estaba con todo el puto reino animal en la panza, o una buena infección estomacal pensando en Lola, disfrutando esos dos días a la semana que Andrea me quería cortar, que me exigía cortar.
                Me agarré las bolas lo más fuerte posible y decidí que lo mejor era mandar todo a chingar a su madre. Quizá Andrea tenía razón y el universo confabulaba en nuestro favor, así que adiós Lola.
                Hicimos el amor una vez más, al terminar sabíamos que lo mejor era darnos espacio y mientras yo iba por un chocolate para ella, ella se iba lejos; poco a poco se iría llevando sus cosas, los días o las horas en las que yo no anduviera en la casa, para evitar vernos.
                Me hablaba con Andrea, pero sobre todo me mensajeaba, “Honey, lobiu” es como se despedía en sus mensajes. Tal vez había tomado la mejor decisión. Ya le había hecho caso a sus demandas. Sin embargo, ella no era capaz de hacer nada. No nos mensajeábamos más porque su mamá la regañaba por estar todo el tiempo en el celular, no me dejó irla a visitar porque ella quería que la visitara como su novio, y no como un conocido, y en ese momento no podía ser de otra forma la presentación . No me podía ir a ver a la capital de su rancho, porque según ella, andaban cortando cabezas y no quería que me decapitaran; pura mierda, tras mierda, tras mierda; pretexto más pretexto. Sin embargo aguanté un rato, un par de días más, a su vez veía lo que estaba teniendo con Lola. Lo dejé al azar, aunque en el fondo sabía lo que pasaría: le diría a Andrea que se regresara antes de con sus papás, si no, pues a la chingada.
                —No honey, es que entiéndeme, yo no puedo hacer lo que se me dé la gana, tú porque vives solo y no dependes de tus papás.
                —No te estoy pidiendo que te cases, nada más que te vengas una semana antes.
                —No, sweety, no puedo hacer eso, en serio.
                —¿Sabes qué, Andy? Haz lo que se te dé la gana.
                A la chingada con esto, ya sabía que pasaría así. Ojalá alguien me hubiera avisado de lo que podría pasar. Pero soy tan pinche necio que de seguro, igual que al pendejo de Marco “me ganó el amor”, en el fondo yo hice que se cagara esa relación porque lo que quería era estar con Lola. Quizá si le diera unos toques en lo wevos, lo convencería de que mandara a la verga a Liliana, pero no se puede. Uno está condenado a su destino porque está condenado a ser uno mismo.