Esta escena, es del capítulo doce en la sexta temporada de californication. Disculpen que tenga subtítulos raros, pero no lo encontré en otro idioma. El diáologo me encanta, lo transcribo abajo del video.
Atticus: How do you do it, Hank? The woman that you love is out there and you know you can’t have her. How do you even get up in the morning?
Hank: Booze is always helpful. And so is the art. Everything that I write is either for her or about her, so I’m with her, even when I’m not, in my writing.
Más o menos en español sería algo así:
Atticus: ¿Cómo lo haces, Hank? La mujer que amas está allá a fuera y sabes que no puedes tenerla. ¿Cómo le haces para siquiera levantarte en la mañana?
Hank: El trago siempre es útil. Y así es el arte. Todo lo que escribo es, ya sea para ella o, sobre ella, así que estoy con ella, incluso cuando no lo estoy, en mi escritura.
Ociosilandia, actualmente es un blog donde publicaré ideas y alguna que otra reseña o yo qué se. Lo único que quiero aclarar es que los textos literarios se han trasladado a las siguientes páginas y allí seguirán siendo publicados los nuevos escritos: http://www.liibook.com/usuarios.php?ID=11930 **** http://wattpad.com/Marcojp **** http://es.scribd.com/Marcojp **** http://issuu.com/marcojuarez4
viernes, 30 de agosto de 2013
Un momento reflexivo:
martes, 27 de agosto de 2013
Amenizar
Después de todas las reflexiones anteriores. Les quiero dejar este video de una serie que es muy buena (para mi gusto)... jeje. Debo de confezar que hubo un tiempo en que quería que esta fuera mi vida :S creo que en muchos aspectos, ese deseo se me hizo realidad..., ahora no sé si fue un buen deseo, pero puedo entender mejor a Hank
http://seriesbang.com/online?id=3894&op=v1&title=Californication%201X01
http://seriesbang.com/online?id=3894&op=v1&title=Californication%201X01
Reflexión
El problema con las rupturas amorosas siempre es tratar de minimizar a la otra persona, nos encanta creer que somos especiales e invulnerables (aunque presumamos del dolor que somos capaces de soportar y sufrir por estas personas que estuvieron con nosotros, de alguna manera seguimos creyendo que somos especiales y por ello nos regodeamos en nuestro sufrimiento, porque a diferencia de la otra persona que se marchó, nosotros seguimos aguantando, porque "podemos": que los demás vean que sufrimos, que somos capaces de aguantar, que somos invulnerables)... hasta las personas que están a nuestro al rededor se esfuerzan en hacérnoslo creer con cosas como "Ya llegará alguien más que en verdad te quiera" "o el tiempo lo curará" "o vive tu presente en lugar de pensar en tu pasado" todas estas frases (a mi juicio) se traducen con un discurso que entre líneas dice: "esa persona no es realmente importante"... pero esa persona es importante, claro que sí... trataré de explicarlo un poco con un ejemplo:
Hace casi un año murió mi tío, su lugar será irreemplazable, pero eso no significa que no tenga otros siete tíos a los que también quiero y cada uno tendrá su lugar especial, porque a final de cuentas, cada uno es diferente (la diferencia no radica en ellos, sino, como diría el zorro del principito, "en los vínculos", los vínculos que se generaron con la convivencia única que teníamos con esa persona); sin embargo, eso no minimiza a mi tío... Eso es lo contrario a lo que hacemos con las personas que amamos en algún momento (al decir personas me refiero a parejas), las volvemos menos, siempre pensamos: "ya llegará alguien más". En efecto posiblemente ya llegará alguien más, pero nunca como esa persona que se fue de nuestra vida: las personas que amamos son irreemplazables, por lo tanto sí llegará, y a la vez no. Qué de malo hay en decir: esa persona en efecto me marcó, en aceptar que fuimos vulnerables ante alguien más; cuando te das cuenta de eso dejas de huir, dejas de creer que no pasó nada. En efecto esa persona es alguien importante y SERÁ irreemplazable.
Esta es mi verdad, una verdad de este momento, si a alguien le sirve se la regalo.
Hace casi un año murió mi tío, su lugar será irreemplazable, pero eso no significa que no tenga otros siete tíos a los que también quiero y cada uno tendrá su lugar especial, porque a final de cuentas, cada uno es diferente (la diferencia no radica en ellos, sino, como diría el zorro del principito, "en los vínculos", los vínculos que se generaron con la convivencia única que teníamos con esa persona); sin embargo, eso no minimiza a mi tío... Eso es lo contrario a lo que hacemos con las personas que amamos en algún momento (al decir personas me refiero a parejas), las volvemos menos, siempre pensamos: "ya llegará alguien más". En efecto posiblemente ya llegará alguien más, pero nunca como esa persona que se fue de nuestra vida: las personas que amamos son irreemplazables, por lo tanto sí llegará, y a la vez no. Qué de malo hay en decir: esa persona en efecto me marcó, en aceptar que fuimos vulnerables ante alguien más; cuando te das cuenta de eso dejas de huir, dejas de creer que no pasó nada. En efecto esa persona es alguien importante y SERÁ irreemplazable.
Esta es mi verdad, una verdad de este momento, si a alguien le sirve se la regalo.
martes, 20 de agosto de 2013
Tatuaje
Esta entrada la estaba preparando desde hace un par de días, pero necesitaba sacar primero lo de la novela, así que lo pospuse un poco (lo iba a publicar la próxima semana, pero mejor después pongo otra cosa). Últimamente me ha tocado acordarme mucho de una persona, he tenido que trabajar en la corrección de la novela, y ha habido momentos que me hacen recordarla de una forma u otra (un amigo publicó que fue a Sayulita, y una amiga que se fue a los lagos de Montebello, entre otras cosas)... Eso me llevó incluso a sueños/pesadillas, que me bajonearon anímicamente, después me hice esto (la imagen del final), y aquí está un poema respecto a:
Significa que la vida se compone de pequeñas piezas
que depende de dónde se mire, las cosas pueden ser felices
o tristes
o ambas
o doblemente una y doblemente otra.
Significa que la vida es comedia y tragedia
y que van de la mano (que sin una no se aprecia la otra)
que lo sencillo no quita lo profundo
Significa que hay cosas que te marcan
historias que realmente te marcan
y que solo lo sabrán a las que les tienes confianza
Significa que hay personas
que estarán contigo toda la vida
aunque ya no estén
que querrás siempre
Significa un recordatorio
de que ya no necesita estar
en mi cabeza todo el tiempo
que la llevo en mi corazón
Significa que hay personas
que realmente te marcan.
Significa que la vida se compone de pequeñas piezas
que depende de dónde se mire, las cosas pueden ser felices
o tristes
o ambas
o doblemente una y doblemente otra.
Significa que la vida es comedia y tragedia
y que van de la mano (que sin una no se aprecia la otra)
que lo sencillo no quita lo profundo
Significa que hay cosas que te marcan
historias que realmente te marcan
y que solo lo sabrán a las que les tienes confianza
Significa que hay personas
que estarán contigo toda la vida
aunque ya no estén
que querrás siempre
Significa un recordatorio
de que ya no necesita estar
en mi cabeza todo el tiempo
que la llevo en mi corazón
Significa que hay personas
que realmente te marcan.
Capítulo 19 y capítulo 20
Bueno, con esto termino los capítulos de promoción para la novela. El próximo mes recibo las noticias del concurso de Tusquets, me dicen que es difícil que lo gane ya que mi novela no está en la línea editorial de Tusquets. Supongo que terminaré publicándola en Amazon ya que buscar una editorial da weva. Espero que hayan disfrutado de ellos.
19. Una pequeña sacudida
Después del
colchón, también están lavadas las sábanas 'otra vez', ojalá
pudiera haberle hecho algo de quehacer para ayudarla, pero soy malísimo para
escombrar, es algo que no se me ha dado nunca a lo largo de mi vida. Pero por
lo menos su cama está en orden, limpia y desinfectada, con olor a suavizante.
¿Qué hora es? Las siete de la noche, Liliana ya no debería de tardar en llegar.
Puta y luego la chamba que está del asco, por lo menos está muy pesado para
hacerlo casi solo. Ojalá ya pudiera ponerse a darle bien, estoy harto y
cansado, pero para eso son las parejas, ¿no?, para apoyarse cuando más lo
necesitan. Y luego tenemos que juntar dos mil varos para pagarle a su mamá el
deducible de la operación; esa señora siempre es así, primero la ayuda
“desinteresadamente” y después se lo reclama en la primera oportunidad que
tiene, y si no se lo reclama lo usa para intentar convencerla de que estaría
mejor allá con ellos; qué persistencia de la señora, después de más de dos años
sigue buscando la forma de convencerla para que regrese. Por si fuera poco,
Liliana me reclama que no me caiga bien; es la ley de la vida, las suegras y
los nueros en su mayoría somos incompatibles “ese señor se robó a mi princesa”,
desgraciada, si hubiera sabido lo complicado que sería vivir con alguien, con todas
las peleas, con todos los desmadres, con todos los gastos, las preocupaciones,
no lo hubiera hecho 'Sí, sí lo
hubiéramos hecho', sí la neta sí, no aprendemos de nuestros errores.
Pero es que ahorita está bien perra la pinche situación, el semáforo se vuelve
completamente estresante; cuando te cierran la ventana antes siquiera de que
empieces a hacer la rutina, te dan ganas de tocarles y mentarles la madre,
hijos de puta, como si les estuviera mendigando su dinero, si quieren dan, si
no quieren no dan, pero nunca un: “me regala un pesito”, eso lo dejamos para
los niños y para los ancianos. Pero además de eso, la gente en estos días ha estado
de jetas todo el tiempo. Pero lo más importante es no dejarse llevar por el
estado general de los automovilistas; puta madre, y luego los pinches gastos,
ya mejor decidimos dejar de comprar para hacer comida, siempre se queda y es un
desperdicio total, terminaba saliendo más caro que ir a comer fuera. Quizá no
debimos dejar la secu, ahí por lo menos teníamos dinero seguro, porque el
problema con esto es que nadie te obliga a hacerlo, y te desgana que la gente
no te dé nada; sin embargo aun así ganas más que en cualquier otro trabajo.
Puta no sé qué hacer, si tan siquiera Liliana pudiera trabajar por completo.
—Hola, amor.
—Hola Lilu, ¿cómo te fue?
—Todo bien, Mar.
—¿Le dijiste al médico de las
bolitas en el cuello y lo de las manos?
—Se me olvidó lo de las manos,
lo otro dice que solo son bolitas de grasa, nada de qué preocuparse.
—¿Comiste algo?
—Mi mamá me invitó, pero no
quise, no quiero que después me lo eche en cara. Me caga que haga eso. ¿Tú
comiste algo?
—(La verdad no, pero para qué
mortificarla) Sí, amor, unos tacos de albóndigas, ¿no tienes hambre?
—No, no tengo ganas de nada,
estoy gorda.
—Lilu. Ya se te bajó lo
inflamada de la operación, y de todas formas no estás gorda. Además tienes que
comer.
—No, amor. Al rato.
—Liliana, no has comido nada en
todo el día. Vamos a comer.
—En serio, Mar, no quiero.
—Aunque sea poquito pero tienes
que comer, ya se ha de haber puesto la señora, vamos a pedirle unos tacos de
arrachera con papas, como te gustan.
—Bueno.
—Y ahorita que pasemos a la tienda si quieres te compro unos conejitos de
chocolate.
—No Mar, no tenemos dinero.
—Sí tenemos.
—Mar, no me engañes.
—Bueno entonces unos bombones cubiertos de chocolate.
—Jajaja. Uno.
—Tres, con uno no te alcanza ni para una muela.
Me duele caminar, pero ahorita
ella es lo importante, está preocupada, no lo expresa, está seria, rara. Puta
madre, quién hubiera dicho que esto de vivir con alguien sería tan difícil 'Seguramente nos lo dijeron pero no hicimos caso', qué tan
difícil podría haber sido. Lo bueno es que su mamá nos ayudó con esto, pero ¿y
si no?, en el semáforo no hay seguro médico, y la desidia no ayuda para querer
ir al seguro popular. '¿Qué hubiéramos hecho de no haber sido por sus
papás?'. Ir a Xoco, chale, cada
vez vamos empeorando. Uno que está jodido no tiene derecho a enfermarse. Y los
de la puta escuela no fueron para hacer nada al respecto; este país está jodido
y aunque no nos guste la política, todo va a empeorar con un presidente
impuesto, que además de impuesto es pendejo: va a una feria del libro y no sabe
contestar cuáles son su tres libros favoritos; y peor aún, la gente parece que
olvida esas cosas, claro cómo no va a olvidarlas si son capaces de olvidar las
otras más violentas. Lilu fue a un par de marchas; yo la hubiera acompañado
pero alguien tenía que trabajar, siempre las hacen en domingo y el domingo es
de los mejores días en el trabajo. Ojalá las protestas cambiaran algo, pero
como siempre, lo más seguro es que nos jodamos con eso. Chale y uno queriéndose
dedicar al arte; pero la gente tiene cosas más importantes, como tener que
comer, qué les va a importar lo demás si están distraídos en ver cómo
entretienen la tripa. No queda de otra más que seguirle chingando. Lo bueno es
que Liliana está conmigo. No sé qué haría sin ella, es la que me hace seguir
adelante, tengo que ver la forma de que salgamos, sonreír y hacer como que pase
lo que pase, las cosas no están tan mal, mientras estemos juntos podemos sacar
las cosas, prueba de eso, ya llevamos más de dos años viviendo juntos y solos. Pese
a todo, aun después de…
—Estás muy callado, Mar.
—Estoy cansado, amor.
—Neta, no tengo hambre, podemos
comer nada más un pan, y ahí todavía nos queda café del viaje a Chiapas.
—No manches, Liliana, eso no es
comida, además te digo que sí hay dinero. Tranquila, amor, ahorita que se puede
hay que aprovechar. Así como hay que aprovechar que somos los primeros con la
Güera.
—¿Qué les voy a dar?
—Dos de bistec para mí, y dos de
arrachera para la guapa. Ya ve que aún tiene que cuidarse de la carne de
puerco.
—¿Ya cuánto lleva de su
operación, señorita?
—Poco más de dos meses.
—Entonces ya puede comer.
—No, señora, cómo cree que la
voy a dejar comer puerco, qué tal si se nos pone peor; el médico le dijo que ya
podía, pero que de preferencia se esperara dos semanas más, así que no hay por
qué arriesgarse. Eso sí, échele hasta mi cilantro para que coma verduritas, ya
sabe que le gusta mucho, y a mí páseme un poco de su cebolla porque de la cruda
no le gusta tanto.
—¡Cómo la cuida joven! La quiere
mucho, ¿verdad?
—No señora, cómo cree, es que si
le pasa algo no vayan a decir que fue mi culpa.
—Eres un tonto, Mar.
—Sí, sí la quiere, ¿verdad
señorita?
—Dice…
—Ve, seño. Le digo que aquí no
hay amor.
—¡Mire lo que le dice señorita!
—¡Déjelo, al rato va a ver
cuando estemos en la casa!
—Ve, seño. Si hasta me maltrata
psicológicamente (ya, muchas bromas, tengo hambre, denos nuestros tacos).
—Así mero, a los hombres hay que
tenerlos bien cortitos, sino hacen sus desbarajustes.
—No le dé armas señora, que
después me cierra el changarro (síííííí, por fin ahí vienen los tacos).
—Qué le va a cerrar nada, si
están jóvenes. Además se ve que se quieren, siempre llegan abrazaditos y
agarraditos de la mano. A ver aquí está, ya saben, pónganle a su gusto.
—Conste señora, después no me
regañe si me acabo las papas.
—Ya sabe que para eso están señorita,
ahí nada más déjele al joven.
—No se preocupe por mí, a mí no
me gustan, yo prefiero los frijoles.
—Ah no, pues ahí está, hasta en
la comida se complementan, uno cebolla y el otro cilantro, luego uno frijoles y
otro papas. Coman muchachos que están muy flacos.
—No se burle señora, que yo con
sus tacos ya quién sabe cuántos kilos subí.
—Son light, además está alto,
joven, no se le notan.
—Sí se me notan, pregúntele a
Liliana cuando estamos en la casa, ¿verdad, amor?
—Es un exagerado señora, a mí me
gusta como está.
—Ya ven cómo sí hay amor.
Éntrenle que se les enfrían.
Puta, con estos dos tacos apenas
tengo para el arranque, pero no hay lana, mejor que coma ella, a ver si quiere
más, si no, pues un pan para terminar de llenarse.
—¿Quieres más, Lilu?
—Sí, Mar, gracias.
Puta madre. Esa voz. No puede
ser… sí, sí es.
20. Cariño. ¡Estoy en casa!
¿Qué pedo con
este wey?, vi bien, pero ya no está
aquí, está Liliana nada más. Puta madre ya me estoy volviendo loco, hace tanto
que no lo había visto, desde lo de Grizel, hace como año y medio.
—¿Todo bien, Mar?
—Sí, Lilu.
—¿A quién buscas?
—No sé, escuché mi nombre.
—No, Mar, solo fui yo, pero ya
no quiero.
—No hay problema, Lilu, si
tienes hambre pide más, si no alcanza, la señora nos fía, ¿verdad, señora?
—Ya saben que ustedes son
clientes, no se van a quemar por unos tacos.
—Deme otro de arrachera aquí
para mi amor, señora.
—Gracias, Mar.
—A mí me da dos de longaniza, por favor.
Puta
madre, esa voz. Sí, hijo de la chingada, no era mi imaginación.
—Marco, Marco, Marquito. ¿Me extrañaste?
Puta,
lo voy a ignorar. No, no puedo, Liliana se va a preguntar por qué no le
contesto o quién es él. ¿Qué hago?
—Tranquilo, ella no puede verme ni escucharme.
—¿Por
qué?
—Porque no quiero, y de hecho ahorita ya la mandamos a dormir. Órale, a
chingar a su madre y que no interrumpa.
¿Por
qué creo que cuando volteemos en efecto ya no estará…? Dicho y hecho. ¿Qué pedo
con este wey, quién es o qué? No pude haberme quedado jetón; siempre llega en
el momento que estoy más jodido. Quizá sea solo un producto de mi imaginación,
¿y si le preguntamos a la señora si puede verlo también?
—No servirá de nada, al final si soy un producto de tu imaginación, la
señora te pude decir que no me ve. Pero si estás en un sueño puede decirte que
sí me ve y de todas formas, eso no te va a bajar los wevos del cogote.
—Ok,
pero no.
—¿No qué?
—No
me voy a matar.
—¿Seguro? Mira que esas marcas de grasa que te deja la pelota en los
dedos es lo que te metes a los pulmones por estar trabajando ahí, y también
está eso de andar soportando jetas de cabrones detrás del volante que te
avientan el carro, o que no saben lo que es un paso peatonal. No está tan rico.
Sí, yo sé que Liliana ya trabaja un poco más, y que ya no lo sientes tan
pesado, pero, ¿qué vas a hacer el día que no puedas ir a trabajar porque no
puedes levantarte de la cama? Y no estoy hablando de algún achaque cabrón. Tú
lo sabes, ese dolor en los talones que se incrementa día con día, te paraliza,
que no te da chance a ponerte en pie después de llegar a casa y te recuestas
unos minutos. Liliana no se ha dado cuenta, pero lo hará, ¿o crees que es muy
normal, levantarse del cuarto agarrando la perilla de la puerta para jalarse
porque no puedes solo? No sé si estás demasiado chonchito últimamente, o eres
una putita más putita de lo normal. Yo creo que es la primera, nunca habías
pasado los cien kilos. Pero no te preocupes, si sigues sin hacerme caso los
bajarás rápidamente; pero no te juzgo, estos tacos están para reventar botones.
Tranquilo, estos los pago yo por tu cumpleaños: ¡Feliz cumpleaños! ¿Te gustó el
austero desayuno de Liliana con cartitas y pancito? Seguro que sí, qué lindo.
¿Te gustó la felicitación de cumpleaños de Grizel? Mejor la ignoraste, ¿no? Y vuelves
a dejar pasar la oportunidad… qué pendejo eres.
—Estoy
con Liliana.
—Sí, sí sí. Qué lindura, cuánta miel.
—Es
en serio. Estoy bien con ella, además no podría dejarla después de esto que estamos
pasando, lo más fácil sería huir y no lo haré; ya aprendí mi lección no quiero
ser infiel de nuevo. Si estuviera con Grizel tampoco lo sería, ni con Jimena.
Se acabó esa parte de mí.
—En serio, qué bonito; no mames, eres tan ingenuo. Tú portándote bien,
como con Karina y Karina te mandó a la chingada, órale pinche trapo inservible,
y hasta te puso el cuerno, Liliana le has sido infiel y sigue contigo, y
ahorita que ya cambiaste… mejor vamos a tu casa, para que veas su teléfono.
Cómo
lo hace este cabrón, así sin más dice algo y saz, aparecemos en la casa. Nel,
ni madres, no vamos a ver su teléfono.
—Sí, sí lo vas a ver porque si no, yo te voy a decir lo que vas a
encontrar y de todas formas vas a terminar revisándolo para saber si te miento;
la curiosidad se violó al gato. Y así es más rápido, vente pasemos al cuarto,
estás en tu casa… Si esta fuera Lola, le lamería el culo hasta que se
despertara bien mojada.
—Eres
un asco.
—Wey, si no puedes amar las partes más asquerosas de alguien no puedes
amar por completo. Así sea la caca y los pedos, o toda la mierda que trae en la
cabeza.
Este cabrón no puede ser un
producto de mi imaginación, siempre habla de Lola y yo no conozco a ninguna
Lola.
—Por fin piensas correctamente; pero bueno, a chingar a su madre que
esto está muy aburrido. Por cierto, Lola es el diminutivo de Dolores, como el
personaje de tu obra de teatro. Pero mejor adelantemos la historia. Mira, es
mejor si lo vemos en la tele, como una película; trae las palomitas cariño.
Quién
sabe qué me pasa con él, es como si no tuviera fuerza de voluntad.
—No es cierto, preciosa, aún no dejas a Liliana y aún no te matas, así
que no es fuerza de voluntad, es masoquismo. Ven, hay suficiente espacio en los
sillones, para que veas la película de tu vida como si no me hubiera aparecido
aquí.
Ahí
está Liliana, dormida, con la ropa de ahorita, también yo traigo puesta la
misma ropa, me acerco, veo el celular, sé lo que estoy pensando: Liliana no
haría nada, hay que confiar en ella. Pero aun así vemos el celular y los
mensajes; el Facebook, puto Face, es el diablo, se quedó de ver hace dos
semanas con un wey el día de la fiesta a la que no quise acompañarla. Salgo a
fumar, estoy meditando las cosas, no tendría que haber visto sus mensajes; no
puedo aguantarme las ganas, la despierto y le pregunto qué pasa; dice que no
pasó nada, que es solo un mensaje, que nunca vio al wey. Se enoja por haber
revisado sus cosas, me ignora y se duerme. Puta madre, tomo mi pelota de contact y algo de ropa, me quedo un par
de horas pensando en lo que debería de hacer…
—Carajo ni en película está entretenido, te la voy a resumir, mientras
le voy poniendo en cámara rápida: te
pones de sentido, escribes una cartita bonita, le pides disculpas por no
haberla llevado a comer helado de yogur, y le dices que si ella prefiere estar
con alguien más que no le estorbas, pinche mártir de mierda, y eso que no
ves tele, si no, no sé qué sería de ti. Pero bueno, te decides, escribes unos buenos poemas, por fin, te vas a trabajar y
meditas las cosas mientras dejas apagado tu celular. Lo prendes porque la
curiosidad siempre te gana, te marca inmediatamente después, te pregunta dónde
estás, va por ti, se reconcilian todos tiernos. Lo olvidas, ella ya no te pide
que le escribas cosas bonitas; pasa un mes, madres, se vuelve una admiradora
secreta, tú te las hueles, quién chingados podría estar enamorándose de lo que
escribes y además Liliana te dijo que hicieras esas cosas para que pudieras
escribir, aun cuando tú no querías hacerlo, le sigues el juego, y te das cuenta
de que tiene que ser ella que insiste en preguntar sobre tú y Lesly cuando aún
trabajaban en el bar. Madres, le dices lo que quiere escuchar, porque lo que
nunca pasó, no te lo cree, al día siguiente dice que alguien le mandó la
conversación, tú ya lo sabías, por supuesto, pero ella se mortifica mucho con
eso, le vuelves a decir que mejor terminan, te pones de mártir otra vez y te
“sacrificas” en el nombre su amor para que ella encuentre alguien mejor que tú.
Pero deciden seguir, las cosas mejoran, la descubres en su juego, no la quieres
hacer sentir mal y le comentas que fue un regalo estupendo de cumpleaños aunque
un poco atrasado; salen, van al cine, a caminar, por un helado, se divierten y
tú sigues sudando por dentro porque no sabes cómo le vas a seguir haciendo para
comer, pero tampoco la quieres preocupar. Se queda en la escuela, se lo
celebras, ¡por fin se queda!, la ayudas a seguir adelante, claro que sí,
apoyándola en todo lo que puedas, no le falta por lo menos la comida ni lo de
sus pasajes, llega el día de su cumpleaños y van, trabajan, está jodido, pero
le dices que hay que juntar lo que ganó cada quién y dividirlo a la mitad, los
dos saben que a ti te dan más, pero no te importa, qué lindo, léase como “qué
pendejo”, acepta y mientras cuenta lo que ganaron, tú sigues trabajando para
comprarle un regalo, y ahí vas por un helado de chocolate de esos caros que
veden en “el globo”. Qué bonito, ni se lo come, dice que lo guardará para
después, al día siguiente tiene un compromiso, aprovechas vas por una flor y te
atrapa, pinche suerte la tuya, te cacharon la sorpresa; pero las cosas
comienzan a mejorar, el semáforo está un poco mejor y ya no hay peleas, de
hecho Liliana ya hasta consigue un papel en una obra de teatro y te ayuda con
la promoción de tus textos, ambos están haciendo sus cosa. ¿Ves qué rápido
se pueden resumir unos meses?
—¿Cómo
puede ser que esto haya pasado sin que me diera cuenta?
—Porque en realidad todo lo que te dije lo estuviste viviendo. Ahora
solo lo estás recordando mientras dormitas al manejar, vienes de un viaje, por
la carretera de Puebla, antes de que no puedan hacerlo hasta dentro de un buen
rato porque Liliana estará saturada con sus ensayos. Lástima, perdiste tu
oportunidad con Grizel, ya pasó mucho tiempo y no le respondiste nada, no creo
que te lo perdone.
—No
importa, ya te lo dije.
—Veamos si sigues pensando lo mismo cuando Liliana te deje. Te dije de
la operación, ¿no? Eres predecible, aunque eres menos agresivo, eres como yo.
Me das asco; cuidado, estás en una curva.
—¡Mar!
Nos vas a matar. ¿Estás bien amor?
—Sí, me fui.
—Estaciónate un rato, te ves
pálido.
Qué pedo, me duele la cabeza,
siento como si todo… carajo, qué pedo, qué pasa, qué chingados pasó, siento
como si me hubiera comido dos meses de mi vida, y sin embargo puedo recordarlos
a la perfección y no como una película. Pero a la vez es como si no hubiera
estado ahí. Debe ser mi imaginación.
—Te amo, Lilu.
—Yo también te amo, Mar. ¿Estás
bien?
—Sí, abrázame.
Hay algo raro, hay algo muy
raro, no me gusta lo que siento, y sin embargo no creo que sea cosa de Liliana,
la veo y ahí está su mirada de preocupación por mí. Ella está bien, está
normal, está todo bien. Está todo bien. ¿Pasó todo eso?
—Lilu, gracias por el regalo de
cumpleaños, pero te sigo ganando, te descubrí. Me debes un chocolate por eso.
—Me lo debes tú, fue mi idea.
—No, porque los dejas que se
echen a perder como el helado.
—Ya te dije que no fue mi
intención, pero es que no me podía comer tanto helado en un día.
—Ta bien, me conformo con un
beso.
—¿Nada más un beso?
—No, dame cien.
Uno, dos, tres, cuatro… Sí, todo
eso pasó. Es solo un mal viaje. Todo fue un mal viaje. Veinte, veintiuno.
—Ya, los demás te los doy en la
casita cuando hagamos el amor. Tengo muchas ganas de que me cojas bien rico, y
a la vez bien tierno, despacito.
—Yo también, amor.
—Ajá,
que me beses, y me acaricies sobre el pantalón, y me sigas besando; ay, ya me mojé.
Estoy
bien mojada, Mar.
—No se hable más, hay que
apurarnos.
domingo, 11 de agosto de 2013
Este perro muerde.
Tengo facebook, twitter, wattpad, mail, celular... sin embargo escribo esto aquí, por una sencilla razón: la gente a la que se supone que le importo, no me lee lo suficiente. Siendo honestos, la gente que visita este blog son, en su mayoría, curiosos de mis letras, en su minoría, alguna suerte de admiradores que por lo menos se sienten identificados con alguno que otro texto. Pero retomo el curso antes de desviarme. Me pregunto cuánto pasaría para que alguien se diera cuenta de que he muerto el día que lo haga. Insisto en ese curioso caso, dudo, honestamente, que cualquiera de esas personas a las que les "importo" lea esto pronto, la verdad si pienso que algún día lo leeran sigue siendo demasiado optimista de mi parte. Ahora sí, dejemos eso de lado.
Hace mucho que no escribía nada de mis divagaciones, últimamente solo me he encargado de postear todo lo relacionado a escritos míos, nuevos o viejos. Y creo que ya hacía falta poner una entrada con relación a lo que pasa... mala idea, creo que no habría mucho que contar, salvo que tengo dos muy buenos proyectos que me atemorizan, de alguna manera porque sé que son muy probables para que salgan adelante: se tratan de proyectos de guiones; en uno tengo un conocido que trabajó mucho tiempo para televisión y aún conserva los conectes, en el otro mi querida asesora me va a presentar (en cuanto tenga algo armado) a Paula Markovitch y/o al productor de Argos. Ambos los estoy trabajando con muy buenos colegas (ya mencioné a mi amigo del primero, que además es actor de doblaje; en el otro tengo a un poeta que ha ganado más de cuatro o cinco premios nacionales).
¿Y qué más?
La verdad es que nada. Hasta ahí se queda. Escribo mucho, diario casi, poemas, cuentos, ideas, siempre escribiendo. Me consumo en mi locura y aislamiento, me divierto muchísimo estando conmigo, planeando, imaginando, recordando... y sin embargo, me he dado cuenta que fuera de escribir, no me interesa nada más. Me seduce la idea de que el vacío me jale y me deje tirado con todos los huesos rotos. Así de sencillo. Solamente desde fuera uno puede ver a los demás, y le he agarrado tanto gusto a estar por fuera, a relacionarme lo indispensable y con la gente que quiero (ahora que lo pienso, no hay mucha diferencia de como era antes), a vivir en mi cabeza, y a creer que todo es un producto de mi imaginación...
No sé, es raro, no tengo ganas ni de haber escrito esto; no sé de dónde saca mi gran amiga que tengo una naturaleza fundamentalmente sana; que me reiré de todo esto... quizá un día me sea seducido tan profundamente por el vacío que por fin me aviente por la ventana; lo único malo es que no podré ver la reacción de ella, y decirle: "ves, ¿dónde está la salud que decías que tenía?" Tal vez, solo tal vez, un día llegue ese momento, pero aún no, aún falta el reconocimiento y las muchas obras que deje a la posteridad que influyan en uno que otro nuevo escritor dentro de 50 o 100 años. Y vean que este que escribe, no solo abrazó a sus ángeles, sino que hizo el amor con sus demonios, y estuvo jugando (porque no dejo de jugar) al borde del abismo todo el tiempo, riéndose, asustando a los otros, rompiéndose a cada rato para que alguien tuviera algo más que leer, para que alguien dijera: "me gusta cómo escribes, me siento identificado(a)".
Ahorita lo único bueno de todo esto, es que mis seres cercanos, se han dado cuenta de que no es bueno meter la mano en la rendija de la casa porque este perro muerde.
Hace mucho que no escribía nada de mis divagaciones, últimamente solo me he encargado de postear todo lo relacionado a escritos míos, nuevos o viejos. Y creo que ya hacía falta poner una entrada con relación a lo que pasa... mala idea, creo que no habría mucho que contar, salvo que tengo dos muy buenos proyectos que me atemorizan, de alguna manera porque sé que son muy probables para que salgan adelante: se tratan de proyectos de guiones; en uno tengo un conocido que trabajó mucho tiempo para televisión y aún conserva los conectes, en el otro mi querida asesora me va a presentar (en cuanto tenga algo armado) a Paula Markovitch y/o al productor de Argos. Ambos los estoy trabajando con muy buenos colegas (ya mencioné a mi amigo del primero, que además es actor de doblaje; en el otro tengo a un poeta que ha ganado más de cuatro o cinco premios nacionales).
¿Y qué más?
La verdad es que nada. Hasta ahí se queda. Escribo mucho, diario casi, poemas, cuentos, ideas, siempre escribiendo. Me consumo en mi locura y aislamiento, me divierto muchísimo estando conmigo, planeando, imaginando, recordando... y sin embargo, me he dado cuenta que fuera de escribir, no me interesa nada más. Me seduce la idea de que el vacío me jale y me deje tirado con todos los huesos rotos. Así de sencillo. Solamente desde fuera uno puede ver a los demás, y le he agarrado tanto gusto a estar por fuera, a relacionarme lo indispensable y con la gente que quiero (ahora que lo pienso, no hay mucha diferencia de como era antes), a vivir en mi cabeza, y a creer que todo es un producto de mi imaginación...
No sé, es raro, no tengo ganas ni de haber escrito esto; no sé de dónde saca mi gran amiga que tengo una naturaleza fundamentalmente sana; que me reiré de todo esto... quizá un día me sea seducido tan profundamente por el vacío que por fin me aviente por la ventana; lo único malo es que no podré ver la reacción de ella, y decirle: "ves, ¿dónde está la salud que decías que tenía?" Tal vez, solo tal vez, un día llegue ese momento, pero aún no, aún falta el reconocimiento y las muchas obras que deje a la posteridad que influyan en uno que otro nuevo escritor dentro de 50 o 100 años. Y vean que este que escribe, no solo abrazó a sus ángeles, sino que hizo el amor con sus demonios, y estuvo jugando (porque no dejo de jugar) al borde del abismo todo el tiempo, riéndose, asustando a los otros, rompiéndose a cada rato para que alguien tuviera algo más que leer, para que alguien dijera: "me gusta cómo escribes, me siento identificado(a)".
Ahorita lo único bueno de todo esto, es que mis seres cercanos, se han dado cuenta de que no es bueno meter la mano en la rendija de la casa porque este perro muerde.
jueves, 1 de agosto de 2013
Capítulo 12 y capítulo 13
Aquí les dejo otros capítulos de la novela "Deja que te mate". Espero que los disfruten n.n
12. Otra pesadilla.
¿Qué hace él
aquí? Qué carajos hace él, ya lo habíamos dejado en que era un sueño. ¿Llegará
igual que la vez pasada preguntándome si ya me voy a matar o si ya me voy a
poner a escribir?
—Tranquilo, vamos a caminar. Y sí, definitivamente, Coyo se ve mejor de
madrugada; ahorita lo arreglo, pero primero vamos por un café al Jarocho.
(…)
—No sabía que vendían café con
alcohol en el Jarocho.
—Digamos que soy un miembro que posee ciertos privilegios aquí.
Toda la gente empieza a
desaparecer, a esfumarse, son como fantasmas caminando que cada vez se llenaran
más de aire y se fueran vaciando de materia.
—No nos pueden ver, incluso puedes morbosearles el culo de forma
descarada y no te dirán ni pito. No te hagas, yo sé cómo te han dado ganas de
hacerlo con alguna que otra vieja buenona que pasa con sus falditas como
invitándote a arrancárselas, y cogértelas en la plaza.
—¿En dónde estamos?
—En Coyo…
—Sí, pero en dónde.
—Para fines prácticos, y dejes de estar de castrozo, estamos en un
sueño. Y no te diré más, al menos no hoy. O ¿qué?, ¿también vas a llorar por no
saber en dónde andas? Si los hombres nos alcanzáramos el miembro con la boca extrañaríamos
menos a las viejas. Practica yoga, quizá así dejes de andar lloriqueando por
una desgraciada. Puta igual que Lola.
—¡Cállate!
—¿Qué vas a hacer? Vayas donde vayas, te escondas tras tantas cobijas
antimonstruos como quieras te voy a encontrar, y ahorita tienes de dos para librarte
de mí, o te matas y terminas con esto, o te despiertas, y al menos la segunda
no te voy a dejar hacerla, así que decide.
¿Está lloviendo? Llueve pero tampoco nos mojamos.
—Muy bien, escoges el silencio, ¿qué,
te da miedo morirte? ¡Pero si estás dormido…! O quizá es que en realidad no
quieres que me calle, quieres que siga, ¿sabes? Creo que eres medio masoquista.
—Claro que no.
—Sí, piénsalo. Mira, había una abejita reina que se llamaba Karina, y
después apareció otra abejita reina llamada Eloísa. La abejita Eloísa no quería
problemas y por eso casi casi se ponía como una alfombra ante ti para evitarlos.
Pero qué hizo el zángano Marco; regresó con la primera abejita porque la “amaba”.
Luego también está por ahí Jimena, que cuando la conociste te dijo que tenía
novio y tenía amante, y madres, que Marco se enamora. Después el zángano
encuentra a otra chica que como Karina, tenía problemas con sus papás, y también
es cuatro años más joven que él, Marco se enamora de ella, aunque lo trajo como
calzón de puta hasta que se desesperó de tanto desmadre, aparece Grizel
(reaparece) cuando las cosas con Liliana ya no están tan bien. Es como si la
vida te pusiera otra oportunidad de hacer lo que no hiciste con Eloísa en una
versión mejorada, más afín, que le dijo que le enseñaría todo lo que pudiera y
si se sacaba la lotería sería su esclava, y madres, nuevamente, Marco busca el
primer pretexto que encuentra para regresar con Liliana porque quiere estar
complicándose la existencia.
—No es tan así.
—Claro que sí, hazme caso. Olvídate de Liliana, ve con Grizel, con ella
disque escribes, porque lo único que haces es ponerle splenda en mensajes de
texto y ahí está Grizel: “oh sí, Marco, vomítame tu miel, sírvemela en un vaso
que me la quiero tragar toda para orinar
rosas y cagar corazoncitos”. Eso que le escribes no deja de ser mierda aunque
la sazones con azúcar, pero por lo menos le escribes más. Espérala, qué son
unos días.
—¿Por qué la insistencia?
—Mira el Kiosco, con su brillo nocturno y el vapor de nuestras bocas. Tú
ves piedras, pero todas esas piedras, todo ese concreto, aquí y ahora, no son
más que palabras, está hecho con las palabras de todas y cada una de ellas, con
todos sus: “te quiero”, “te extraño”, “te necesito”; todas las camas y los besos
y los abrazos, están hechas de todas las miradas, las risas, los enojos, todos
esos golpes, esos corajes. Las escaleras están llenas de los viajes, las
carreteras, los autobuses, los desvelos, los paseos; los “te amo”. Tantos
recuerdos. Todo eso está ahí, unido con lágrimas, sudor y semen. Ojalá llegara
un meteorito y destruyera todo, ¡pum!, volver a empezar, hacer nuevos
monumentos a tu locura y tus desdichas. Rompe ese viejo kiosco, vete con ella.
—¿Por qué?
—Porque si Karina no te llevó al suicidio, Liliana lo hará. No sé si te
quieres hacer el pendejo o el ciego, tú sabes que lo que digo de Liliana es
verdad. Como con Lola, son básicamente las mismas, orgullosas, berrinchudas,
ventajosas: “yo sí, tú no”, ¿o crees que a ella le importa lo que haces? No,
para ella eres un egoísta porque no tiene relevancia que Marquito “salga detrás
de mí en plena madrugada porque me puse a hacer berrinche y la zona está fea,
ni que me aguantara mi bipolaridad de me quedo contigo, regreso con mis papás,
me quedo, regreso; prefiero ponerlo celoso con sus amigos y los comensales,
para que yo no sea la única celosa; Marquito no quiere pelear y a mí me enoja
que no quiera pelear, por eso me hago la digna, le digo que no tengo nada, y
cuando ya se va, le reclamo que qué le pasa, que si no le importo y cómo puede
irse y dejarme así, como si no me hubiera preguntado primero qué tenía; o que
Marquito pague todo menos la mitad de la renta, para que yo haga con mi dinero
lo que quiera, ni me salvara de quedar con el rostro quemado por andar jugando
a escupir fuego y no saber qué hacer cuando se me prendió la cara; ni siquiera
le importó que Marquito se jodiera el lomo durante un mes porque yo estaba
recién operada y no podía hacerlo”.
—Eso de la operación nunca ha
pasado, ¿a qué te refieres?
—Perdón, estaba proyectándome.
—No, dime.
—Nada, hazme caso y ve al baño, antes de que tu siguiente anécdota sea
sobre cómo te hiciste pipí en la cama a los veintitantos. Por cierto…
Carajo con estos sueños. Cómo me
mal viajan. Pinche inconsciente, esto es obra tuya, cerebro idiota. 'Ni
madres, es del inconsciente'. A la chingada, deja de joderme la puta
vida, cerebro. 'Bueno, pero por lo menos prende la luz para que le
atines a la taza'… Tranquilo, seguramente es tu imaginación, aunque yo
también creo que vi en el espejo la palabra “escribe”.
(…)
Perfecto, aquí estamos, haciendo
locuras nuevamente. A la verga Grizel, no pudimos aguantar siquiera una semana
sin novia. Estoy empezando a pensar que de verdad tenemos problemas con la
soledad, '¿estás seguro de que es amor y no soledad? Mira, recuerdo que
hace unos años le dijimos a Karina que tú solo te apoyabas en tu pareja, y que
si ella no era, que sería otra, nadie es indispensable; y madres que se suelta
a llorar', ¿por qué todas las mujeres-niñas que conocemos, quieren que
les digamos que son especiales para que se sientan especiales?, con un dedo
extra, un coeficiente de doscientos o una tara podríamos justificar que lo sean,
quizá es la edad. Pero entonces podría ser Grizel, Jimena, Liliana, o Panchita
López; 'quizá, ahorita lo preocupante es que solo a nosotros se nos
ocurre venir casi a media noche a casa de Liliana, en una colonia de la verga,
con malandros drogándose a la vuelta de cada esquina'. ¿Y si la
descubrieron sus papás? 'A chingar a su madre, tomamos un taxi a casa de
mi mamá y le decimos que nos preste para pagarlo'. Esperemos diez
minutos más… ocho minutos más… ¿será amor…? Seis minutos más… Ahí viene. Síííí,
que nervio escuchar cómo mete las llaves para abrir la puerta... Estuvo llorando,
reconozco las bolsas que se le hacen por llorar, y los ojos deslavados que en
lugar de verdes parecen grises. Pero qué bonita sonrisa; mi trompuda hermosa.
¡Qué bonita es! Cuántas ganas tenía de pasarle los dedos por su cabello y
acomodárselo detrás de la oreja…
—No hagas ruido, si te escucha el
perro va a despertar a mis papás, me estoy quedando en el cuarto de acá abajo.
—OK.
—Eres el primer novio que conoce mi casa por dentro. Métete rápido.
—¿Cómo le vamos a hacer mañana
para salir?
—Mis papás se van temprano,
podemos sacarte antes de que se vayan. Lo planeamos después. Mientras abrázame.
Puta, cómo no va a ser amor
esto. Basta estar entre sus brazos para sentirme lleno otra vez, como si ella
ya fuera parte de mí. A la verga mi cerebro, a la verga el sociópata desconocido
de mi inconsciente, me dirán toda la misa que quieran pero yo sé lo que siento.
Sonrisa por aquí, sonrisa por allá, un suspiro, dos suspiros, tres.
—¿Qué haces con la ropa puesta?
Te quiero desnudito, me encanta tu cuerpo, y tu pancita. Desvístete. Yo te
tengo una sorpresa.
No es sexy lo que hace, pero no
estoy buscando sensualidad, solo esos ojazos… ok, sí se le ve bien esa lencería
roja como de encaje. Fuck, retiro lo de no-sexy; tal vez no fue la mejor manera
de desvestirse, pero ya así semiencuerada…
—Quiero hacerlo con una canción.
—Ok… ¿Placebo?
—Sí… shhhh, nada más hazme el
amor, Mar.
Esa canción no es romántica,
pero… qué ricos son sus labios, carnosos, suavecitos. Cómo no voy a amarla, si
en sus brazos, en sus pechos, en sus piernas, en su saliva, me siento como en
casa, como si los dos encajáramos a la perfección, casi podría escuchar que
hacemos Clic…
—Me gusta hacer el amor contigo.
“Me gusta hacer el amor contigo” sonó raro ese contigo, contigo, contigo…
—¿Conmigo?, ¿en esta semana lo
hiciste con alguien más?
—Sí, Mar, pero no me gustó,
contigo está rico, me gusta mucho, es especial, me enchinas la piel cuando me
acaricias, cuando me pasas las manos por el cabello; me prende cómo me agarras
las nalgas, me pones loquita.
Sonríe y déjalo así, no tienes
nada que reclamar, tú permitiste el tiempo y durante ese tiempo no eran nada,
así que te chingaste. Quizá es una especie de venganza de que le dijeras en el
viaje que tú eres una puta, y que necesitas de musas para escribir y ves una
vez al año a Jimena, ella aceptó que eras así. Te dije, no le digas, no lo
hagas, aguántate. Pero no, ahí va Marco a ser sincero, pendejo, ahora te jodes;
aunque lo aceptara sabes que es poco probable que las cosas salgan bien. Pero
bueno, ni pedo, está con nosotros, es lo que vale, no con otro, confórmate con
eso.
—Quiero estar en nuestra casita.
¿Ves?, más pruebas, tranquilo.
Es como cuando le encontraste mensajes, no pasa nada, duele, pero no chille. 'No chillo, pero se siente feo'.
13. Un viejo amor me puede consolar
Ayer estaba pensando en Andrea y
ahí está ese recuerdo de cuando la vi hace dos años, al dormir se me ocurrió
ese capítulo; qué cagado con Marco, cómo se asusta cada vez que me encuentra.
En algún momento tal vez le revele que soy su autor, solo espero que no se
cause una indigestión que lo lleve a la muerte; aunque sería muy cagado, un
suicidio por saber que es un personaje no me serviría de mucho.
A
estas alturas, lo único que me queda son recuerdos y fantasías, uno se abraza a
algo intangible cuando ya no le queda nada tangible. Pero aún es muy pronto
para aferrarse a Dios. Más cuando yo soy como Dios. Quizá un día le mandaré la
peste, o sífilis o gonorrea. Ahorita no, ahorita que disfrute de sus
pendejadas, que se encule para que cuando valga verga todo, sienta como si lo
colgaran de los pelos de los wevos. Es una mierda cómo uno termina creando
amigos imaginarios para no aburrirse. Es como mi Wilson, solo que no es un
balón ensangrentado. Yo lo quise ayudar, decirle el camino que debía de seguir,
pero cuando un personaje está bien desarrollado, no lo puedes obligar, se
sentiría forzada la historia; así que lo dejaré que se complique con Grizel y
con Liliana, mi Andrea y mi Lola.
Chale,
qué pendejo fui al dejar a Andrea irse. Ella estoy seguro que hubiera sido perfecta,
o muy parecida a lo perfecto. La conocí a los diecisiete, cuando estaba más
idiota que ahora; un chat de no sé qué pendejada, y de repente todos a quejarse
de sus madres, cuando yo empecé a quejarme de la mía, ella me dijo que la
entendiera, que le diera un masaje y que así iba a ver cómo cambiaba, jajaja. Claro
que sí; que no mame. Que ella le dé mansaje a la suya, le lleve café, té,
galletas, leche con chocolate y hasta champurrado si quiere. A mí que me deje
estar tranquilo con mis pedos; más o menos eso es lo que pensaba en esos momentos,
pero aun así, como era la única en el chat casi de mi edad, decidimos cambiar
correos.
Quién
sabe de qué tanto hablábamos. Pero sé que eran horas de andar chateando,
mandándonos mails y de alguna forma coqueteándonos. Recuerdo que le contaba de
mi relación con Karla, y siempre se le notaban los celos, la insultaba; yo le
decía que le bajara de wevos, que no se pusiera tan pendeja. No, eso fue
después.
Antes,
cuando no había pedo de Karla, hablábamos de libros, le gustaba leer, le gustaba
la filosofía, sí, ya me acordé. Hasta sentía que la muy cabrona estaba
queriendo competir conmigo porque le gustaban las mismas cosas. Cuando le dije
que estudiaría Filosofía, ella me dijo que también; cuando pasó el tiempo y dije
que me cambiaría a estudiar Creación Literaria, ella hizo lo mismo. Hasta
quería venirse a estudiar acá. Ojalá lo hubiera hecho antes.
Cómo
nos divertíamos platicando de nada, o si no, en los peores tiempos donde yo no
tenía internet, esperábamos una vez a la semana, yo iba a algún café internet
para leer y responder sus mails. Desde los problemas en nuestras casas, hasta
los días de escuela. Lo que fuera. Nos conectábamos a video llamadas para
hablarnos y saz, como si Cupido me trajera en jaque, termino dando las nalgas
por ella. Pero bueno, yo en ese entonces no tenía novia, ni había tenido,
seguramente hubiera dado las nalgas por cualquiera, así de fácil me dejaba querer,
moviendo la cola como perro a quien me mostrara algo de afecto (y estuviera
guapa).
Una
vez vino a la capital, me avisó de repente.
—Mario,
vine con mi papá a una exposición de estomatología. Voy a estar en el World
Trade Center todo el día, ¿nos vemos?
¡Pues
cómo chingados no! Tantas ganas que le traía a sus labios, bien definidos, a
sus ojos ligeramente rasgados. Sentía que ya tenía novia, pero a la vez
maldecía mi puta suerte para conseguirme a una que vivía hasta la chingada. Que
pasara lo que tuviera que pasar. En ese momento lo único que tenía en la cabeza,
era mandar a la verga cuantas clases se podían para llegar al centro de
convenciones y ver qué podía sacarle.
Ahí
estaba Andrea, esperándome en la entrada de la exposición, con un pantalón de
mezclilla y una sudadera rosa. Me sonreía y yo empezaba a sentir las patas como
deshuesadas. Platicábamos de lo que era vivir en la ciudad y lo que era vivir
en su rancho de San Luis, porque para ella todo lo que no fuera el Distrito,
era un rancho.
Veíamos los
diferentes stands, y conseguimos cepillos y pasta dental gratis. Era como una
señal del destino que me decía: “órale cabrón, a lavarse el hocico para que la
beses a gusto”. Pero por más que intentaba darle las indirectas, ella no se
dejaba, por el contrario sí me permitía abrazarla; pero quién chingados se
conforma con un puto abrazo cuando tiene una tarde para ver a la chica que lo
trae babeando las alfombras y hacer algo más.
Pero
no se dejó. Por más que intenté, la desgraciada no se dejó. Perra, por no haber
sido perra. Fuera de eso, pues no estuvo tan jodido, salvo por el final;
habíamos intercambiado cositas especiales, yo le di un collar con una especie
de cruz gótica con una piedra roja en el centro y ella unos pasadores, pero de
beso nada. Incluso casi para despedirnos, cuando yo llevaba cargando como
ocho bolsas de mierdas que ni siquiera eran para mí, tampoco me regaló uno. Por
el contrario, su papá le habló por teléfono, le dijo que ya iba a pasar su tío
por ellos y así, como si me metiera una patada en los wevos, me despachó
diciendo que me fuera porque venía su tío y no quería que nos viera. Doblemente
perra, ni beso y me trató como caca.
Cuando
hablé con ella por mail, me dijo que nunca me había mandado al carajo con esa
intención, pero que lo del beso ella también quería darme uno; puta madre, por
qué no me lo diste entonces, me quedé pensando; dijo que no podía darme un beso
porque no éramos novios. Carajo, triplemente perra y amarrada. Pero igual seguimos
hablando por mail, hasta que yo empecé a andar con Karla, ella se empezó a
encelar y, un buen día, me cansé de los insultos para Karla. A mí, por el
contrario, me elogiaba mucho y me armé de wevos para insultarla, fue la primera
mujer que insulté, pero ella ya me tenía tan harto de que le dijera a Karla
naquita y pendeja, que le tuve que decir lo suyo.
—A
ver, Andy, si es una naquita, o pendeja, es mi pedo, déjame en paz, ando con
ella. Por lo menos es más de lo que te puedes encontrar allá. Los pinches weyes
que me platicas, son unos pendejos que se creen mucho porque saben quién es
Carlos Cuauhtémoc Sánchez; pero allá no te encuentras a ningún cabrón como yo.
Pendejos a la vuelta de la esquina abundan, así que suerte con los tuyos.
—¿Y
crees que un pendejo como tú que es peor que un perro, o que la mierda de un
perro, es mejor que ellos?
—Tal
vez. Por lo menos yo no tuve que compararte ofensivamente para decirte las
cosas, así que piénsalo tú.
A
la chingada como durante dos años. No sirvieron de nada todas esas llamadas por
teléfono casi diario, ni los juegos de besos, abrazos y demás, ni siquiera que
me hiciera cantarle canciones pendejas de pop meloso en español mientras
hablábamos de larga distancia. A la chingada bien y bonito, con todo y nuestros
planes ilusorios de una vida juntos. Andrea era demasiado cobarde para hacer
cualquier cosa: le compré la guía para el examen de admisión que no hizo, le
investigué sobre la escuela en la que estaba yo, ya hasta había convencido a mi
mamá para que la adoptara como hija y se viniera a estudiar acá. A wevo, a
cometer incesto cada que se pudiera con mi nueva hermanastra. Pero no, puras
mamadas de su parte.
Después
me arrepentí, pese a todo, era buena onda la hija de la chingada, pero rencorosa
como mi tío y mi abuela, no me contestó ningún mensaje para tratar de llevar
las cosas tranquilas. Pero me buscó así de la nada, cuando apenas estaba
conociendo a Lola, me dijo un día en el Face: “estoy aquí”. Qué pedo, atrás de
mí o dónde. Pero no me dijo nada más hasta medio año después que se dignó a
platicarme con más detalle.
Al
parecer estaba en el Distrito, había entrado a estudiar a casa Lamm. Llevaba un
año y medio, o dos, aquí. Lástima por ella, lástima por mí, yo estaba con Lola,
y estaba bien, sin intención de cambiar nada por nadie, y menos con ella que
era tan pinche necia, más pinche necia que yo.
Pero
medio año más con Lola, y las cosas empezaban a verse diferentes. Pinche Lola,
todo el tiempo pensando que le ponía el cuerno con alguien, hasta llegaba a
olerme la ropa cuando me iba a dormir; la descubrí esculcándome los papelitos
que tenía en las bolsas para ver si me encontraba algo, y cuando me descuidaba,
también el celular. Me quería tener tan controlado que hasta me acompañaba a
ver a mi mamá para que no me fuera a ningún otro lugar. Por eso terminamos esa
ocasión. Ya estaba harto, hasta la puta madre porque no estaba haciéndole nada.
Salvo haber visto a Lucía cuando llevábamos poco tiempo de salir, y eso no se lo había confesado
nunca. Por si fuera poco todo el tiempo estaba quejándose de que su mamá la
presionaba para que regresara a casa porque se había ido sin terminar siquiera
una carrera y no tenía nada en qué pararse, y como yo tampoco la tenía, aunque
ganara más de dos mil pesos semanales en el bar, era visto como un pobre
diablo, un señor que le había lavado el coco a su princesita, un meserito con
el que tendría hijos meseritos. Así que órale, mejor a chingar a su madre,
literalmente hablando. Y le dije a Andrea que nos viéramos.
Ese
día paseamos un rato. La invité a la casa, y aproveché que Lola aún no se
llevaba sus cosas para decirle a Andrea que aún estaba con ella; ya sabía la
forma en la que chingaban a su madre las cosas cuando las formalizábamos, y con
ella había que ser muy precavido; un paso en falso y adiós Andrea durante medio
año.
Estuvimos
saliendo durante dos semanas, iba, la veía, platicábamos; daban las altas horas
de la noche y me regresaba a casa, siempre con los ojos entre pacheco y ebrio
por tantos besos y abrazos, y ella siempre intentando que formalizáramos la
relación; casi lo logra cuando me dijo que el universo confabulaba a nuestro
favor para que por fin estuviéramos juntos. Incluso me aclaró el incidente con
su tío, años atrás. Dijo que eso lo había hecho pensando en que quería venirse
a estudiar acá, pero que si me veía ahí ese día, seguramente su tío terminaría
convenciendo a sus papás de que no la dejaran venirse a vivir; si hasta su mamá
le dijo que no quería que me buscara. Pinche mala suegra, aún se acordaba de
que le había dicho que Andrea y yo nos queríamos casar. Pero no pudo
convencerme para que diera las nalgas como tres años atrás.
Incluso
antes de irse a pasar las vacaciones con sus padres, fuimos al hotel, queríamos
dormir juntos, pero como suele pasar en todo el mundo, terminamos más calientes
que somnolientos. Al menos al principio. Porque después, me di cuenta de que
realmente me gustaba esa mujer y que no me interesaba tanto sexualmente, yo
quería amor, quería que me asfixiara entre su abundante melena negra, y después
también quería que me dejara respirar porque sí me asfixiaba, quería que me
abrazara entre su pecho desnudo. Y después tal vez, quería coger. Pero creo que
mi cuerpo está en mi contra, otra vez no se me paró, hijo de puta. Y cuando lo
logré, me pasó lo contrario de Lucía, Andrea estaba muy estrecha, el miedo de
lastimarla porque no entraba, hizo que mi verga, valiera verga. Puta madre,
putos fracasos conmigo, puto pito traidor. Pero no todo estuvo perdido, la
parte del amor y las cucarachas voladoras en el estómago estuvieron chingonas.
Me volví un puto cursi, y andaba suspire y suspire.
Pero
ni madres, ni aun así iba a caer en el juego tramposo de tener una relación, y
menos cuando no había podido terminar de tajo con Lola que seguía en el bar los
fines de semana por el trabajo y donde se esforzaba porque regresáramos. Me
coqueteaba y yo le regresaba los coqueteos, a veces creo que estábamos mejor
que cuando andábamos de verdad. Lo único malo es que ella insistía en que le contara
lo que hacía y si veía alguien más.
Eso
es masoquismo, no se le puede llamar de otra forma a esa mamada. Nadie en su
sano juicio quiere saber si alguien a quien quieres, se anda chingando a otra
persona, ni siquiera si se anda besando. Pero ahí estaba Lola, como pinche
burra necia queriendo saber todo, hasta los calzones que usaba Andrea. Y ahí
está el pendejo de Mario, contándole las cosas. Quizá Lola tenía razón, no
había por qué sentirse mal por eso. No andábamos en ese momento, yo si quería
podía hacer de mi culo un papalote, o un estuche para lápices.
Andrea
se fue con sus papás para pasar las fechas decembrinas, yo seguí conviviendo
con Lola en el bar, y mientras más convivía, más me volvía a sentir atraído por
ella. Pinche Lola, te odio, te odio, carajo, esa hubiera sido una ocasión
perfecta para que te fueras a pelar los pitos que quisieras; pero no, ahí
estaba con todo el puto reino animal en la panza, o una buena infección
estomacal pensando en Lola, disfrutando esos dos días a la semana que Andrea me
quería cortar, que me exigía cortar.
Me
agarré las bolas lo más fuerte posible y decidí que lo mejor era mandar todo a
chingar a su madre. Quizá Andrea tenía razón y el universo confabulaba en
nuestro favor, así que adiós Lola.
Hicimos
el amor una vez más, al terminar sabíamos que lo mejor era darnos espacio y
mientras yo iba por un chocolate para ella, ella se iba lejos; poco a poco se
iría llevando sus cosas, los días o las horas en las que yo no anduviera en la
casa, para evitar vernos.
Me
hablaba con Andrea, pero sobre todo me mensajeaba, “Honey, lobiu” es como se
despedía en sus mensajes. Tal vez había tomado la mejor decisión. Ya le había
hecho caso a sus demandas. Sin embargo, ella no era capaz de hacer nada. No nos
mensajeábamos más porque su mamá la regañaba por estar todo el tiempo en el
celular, no me dejó irla a visitar porque ella quería que la visitara como su
novio, y no como un conocido, y en ese momento no podía ser de otra forma la
presentación . No me podía ir a ver a la capital de su rancho, porque según
ella, andaban cortando cabezas y no quería que me decapitaran; pura mierda,
tras mierda, tras mierda; pretexto más pretexto. Sin embargo aguanté un rato,
un par de días más, a su vez veía lo que estaba teniendo con Lola. Lo dejé al
azar, aunque en el fondo sabía lo que pasaría: le diría a Andrea que se
regresara antes de con sus papás, si no, pues a la chingada.
—No
honey, es que entiéndeme, yo no puedo hacer lo que se me dé la gana, tú porque
vives solo y no dependes de tus papás.
—No
te estoy pidiendo que te cases, nada más que te vengas una semana antes.
—No,
sweety, no puedo hacer eso, en serio.
—¿Sabes
qué, Andy? Haz lo que se te dé la gana.
A
la chingada con esto, ya sabía que pasaría así. Ojalá alguien me hubiera
avisado de lo que podría pasar. Pero soy tan pinche necio que de seguro, igual
que al pendejo de Marco “me ganó el amor”, en el fondo yo hice que se cagara
esa relación porque lo que quería era estar con Lola. Quizá si le diera unos
toques en lo wevos, lo convencería de que mandara a la verga a Liliana, pero no
se puede. Uno está condenado a su destino porque está condenado a ser uno
mismo.
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