sábado, 31 de octubre de 2015

llorar


Arder en frío
no por fricciones
sino por distancias
no en fogata
no en el pecho
arder en mar
en la garganta
arder sin luz
en silencio
en los ojos
como si se tuviera el infierno
en los lagrimales
y aun con tanta humedad
seguir ardiendo

viernes, 2 de octubre de 2015

2 de octubre... sigue sin olvidarse

A propósito de los fines del mundo... hay por ahí una serie de memes qe difunden la imagen de: "sobreviviste al fin del mundo del 2000, 2006, 2012, 2015". Es curioso, el mundo siempre se está acabando. Hace como siete años me quedé en casa de la que sería una gran musa y la experiencia fue fantástica, precisamente un dos de octubre, precisamente después de una marcha a la que llegué por accidente, precisamente cuando ya andaba en casa (cuando vivía con mi madre) y cuando aún existía messenger; quedé viciado de las caricias en el cabello y la actitud déspota reparada con los apapachos oportunos y suministrados bajo control riguroso.

Unos años después, un 24 de diciembre (sí, lo sé, malditas fechas), comenzaría una historia mágica, loca, humana... boy meets girl, una chica que ni siquiera estaba en el país, pero que llegaría poco tiempo después y que se quedaría sólo durante un lapso de casi tres años (dos y nueve meses para ser más preciso). Ella partiría justamente un 2 de octubre; pocos días antes habría de partir un trailero al que quería mucho, y en pleno desajuste emocional el desastre: no volvió (y estoy seguro de que, al igual que él, no volverá nunca más). El fin del mundo llegó a mí un 2 de octubre del año en que los mayas habrían predicho su propio término de era.

No fue fácil, tardé años en reponerme a los estragos del cataclismo; me hice mierda todo el tiempo que pude, y nunca quedé igual. Las heridas cerraron, pero aún hoy estoy tullido, caí desde el cielo y sobreviví... <> diría alguien por ahí, y sin embargo lo fue. Aquella mujer que se volvería en mi más grande inspiración se llevó todo y me dejó nada, y como lo haría la civilización ante un apocalipsis, empecé a construirme de cero. Varias veces el abismo me seducía por las noches (a veces lo sigue haciendo), como las sirenas a Odiseo, y me yo tenía ganas de saltar desde mi barco hacia las vías del metro. Sin embargo me sobreviví, logré vencer a las sirenas aun cuando sus cantos retumban en el eco. No sé qué me salvó, ni por qué razón, ni durante cuánto tiempo más. Pero sé que nada será igual desde ese momento, sé que nada ha sido de la misma manera, y estoy seguro de que eso no cambiará. Un 2 de octubre que no se olvida y que no dejo de tener presente para saber que el mundo, a veces, sí se acaba...

(Y, peor aún, se sobrevive)