miércoles, 19 de junio de 2013

Sin título X

Dos mails a tu madrugada
que se hace mía
espero a diario
más que el mensaje de unonoticias
o el de mi madre el día de mi cumpleaños

en mis mañanitas
no quiero soles
quiero tus besos
entrar por mi ventana
cerrar las cortinas
y meterse en los cobertores

falta poco para mi cumpleaños
y cada vez está más lejos el deseo
cada vez necesito más aliento
para apagarlas todas
y perder las desesperanzas
a que vengas

te espero
eso es seguro
no importa tanto
en qué piel te hayas metido esta vez
mientras te metas en una
pues estoy cansado y aburrido
más aburrido que cansado
de tanto aire
de tanto hueco en mi cama

(y eso que es un colchón individual
quizá enflaqué demasiado)

ya hasta la palabra puta
a la que le había agarrado cariño
me tiene harto y desgastado
solo sirve de heraldo y compañía
a la palabra soledad

estoy esperando mi cumpleaños
casi con un mes de antelación
que me llegue de noche
que me despierte la luna
y se metan dos o tres estrellas
a arrancarme la pijama

(les ahorro el trabajo:
no uso)

Así es
en este cumpleaños
yo seguiré dándome los regalos

(como me los doy a diario)

dosis de cáncer
los desvelos
y las mal pasadas
como la luna
durante veintitantos días
y las estrellas cuando no está nublado
las buenas noches
los buenos días
y mis hermosas madrugadas.

domingo, 2 de junio de 2013

Suéñame

Últimamente todo era gris. Estaba bien, los colores los podía seguir distinguiendo. Las paredes azules, las puertas café, el refrigerador negro. El colchón lleno de manchas de diferentes colores; las baldosas color paja. Todo seguía teniendo colores, sin embargo parecía como si un velo grisáceo las cubriera, el cielo era gris, el espejo también, hasta el sol. El reloj también estaba raro: veía los números cambiar constantemente, casi me aventuraría a afirmar que lo hacían cada minuto, pero no estoy seguro, sin embargo, era la misma hora. Por la mañana, la tarde o incluso la madrugada era la misma hora; no sé cuál, porque también eso era lo que pasaba, no podía poner nada en específico. El mundo y yo estábamos separados de alguna manera y por algún medio que no podía definir. Todo lleno de incertidumbre y pesadez. 

Me había equivocado. No soy una de esas personas que puedan estar solas. Corrección, no soy de esas personas que disfruten estar solas (no todo el tiempo, ni la mayor parte de él). Sigo funcionando: trabajo, como, duermo, pienso, imagino recuerdo observo; pero ya no soy yo. Algo me falta... desgraciadamente sé que algo me falta, desgraciada mente sé lo que es: tu compañía.

Yo te sueño, bastante, debo admitirlo. No sé quién seas, y aunque lo supiera no importa, prefiero conocerte de nuevo, por primera vez, desde cero; como si no la hubiera cagado antes con nadie, o como si no te importara que la hubiera cagado. Como si todas esas almas y esos muertos no tuvieran peso y yo no tuviera que meterlos en sus tumbas; mi memoria. 

Quiero conocerte:

Una mañana, despertar, abrir los ojos, sentir miedo por verte a mi lado. ¿Qué haces ahí desnunda? Por el momento no importa, seguramete verte dormida con una expresión tranquila sería suficiente para que yo recuperara mi tranquilidad. Aunque la verdad preferiría que tuvieras una pesadilla, así mis temores desaparecerían más rápido, me apresuraría a abrazarte, protegerte entre mis brazos, pasar tu cabello detrás de tu oreja, apretarte contra mi pecho cuando sienta cómo tiemblas, hasta que te tranquilices. Entonces buscaría hacer nuevamente memoria: ¿A qué nombre le pertenece esa cara bonita? ¿Qué haces a mi lado...? No importa, realmente no importaría. Dije que quería empezar de cero, ni siquiera la noche anterior; cero es cero. Como si hubieras sido puesta por generación espontánea. O quizá sería yo quien habría sido puesto a tu lado. 

¿Y entonces qué?

Entonces no dejaría de verte, quizá por horas, tu respiración, tu sonrisa, tus pequeños movimientos involuntarios. ¿De qué sabor serán tus labios?  Amo el sabor de unos labios en la mañana; espera, dije de cero. ¿A qué sabrán tus labios?, ¿de qué color tus ojos?, ¿qué nota tendrá tu risa? Porque seguramente ríes. Horas y horas de empezar a aprenderme tu figura. Quizá tomaría el valor de pasar mi mano por tu piel, acariciar las líneas de tus labios, tus mejillas, sentir la calidez de tu rostro, y la frescura de sentirlo. Podría robarte un beso. Seguramente lo haría...

¿Quién eres?

Creo que te conozco, ya habías estado en mis sueños antes. Yo te conozco, creo que he olvidado demasiado. Empiezo en ceros, me da miedo. ¿Me reconocerás tú? Te abrazo, tengo miedo, te beso la frente, te acaricio la espalda; ¿te gustará que te acaricie la espalda? Susurras, susurras algo. Puedo escucharte, realmente te escucho; no entiendo nada, nada, nada. No me importa, yo solo quiero tomarte entre mis manos, mirarte, acariciar mi nariz con tu nariz. 

¿Quién soy?

No me acuerdo de nada, yo aparecí en esta cama, y ahí estabas tú. Como solo tú podías estar, con el rostro ufano, y el sueño diáfano. No me acuerdo de nada. No hubo noche pasada, lo he olvidado todo. Yo aparecí en esta cama, y tú ya estabas ahí, dormida, me sentí tranquilo; era todo lo que importaba. Yo no sé quién soy, todo está gris, y esta hora es la misma hora aunque los números cambien. 

Abres los ojos. 

Me ves
             etéreo
te veo.


Desaparezco.