domingo, 11 de agosto de 2013

Este perro muerde.

Tengo facebook, twitter, wattpad, mail, celular... sin embargo escribo esto aquí, por una sencilla razón: la gente a la que se supone que le importo, no me lee lo suficiente. Siendo honestos, la gente que visita este blog son, en su mayoría, curiosos de mis letras, en su minoría, alguna suerte de admiradores que por lo menos se sienten identificados con alguno que otro texto. Pero retomo el curso antes de desviarme. Me pregunto cuánto pasaría para que alguien se diera cuenta de que he muerto el día que lo haga. Insisto en ese curioso caso, dudo, honestamente, que cualquiera de esas personas a las que les "importo" lea esto pronto, la verdad si pienso que algún día lo leeran sigue siendo demasiado optimista de mi parte. Ahora sí, dejemos eso de lado.

     Hace mucho que no escribía nada de mis divagaciones, últimamente solo me he encargado de postear todo lo relacionado a escritos míos, nuevos o viejos. Y creo que ya hacía falta poner una entrada con relación a lo que pasa... mala idea, creo que no habría mucho que contar, salvo que tengo dos muy buenos proyectos que me atemorizan, de alguna manera porque sé que son muy probables para que salgan adelante: se tratan de proyectos de guiones; en uno tengo un conocido que trabajó mucho tiempo para televisión y aún conserva los conectes, en el otro mi querida asesora me va a presentar (en cuanto tenga algo armado) a Paula Markovitch y/o al productor de Argos. Ambos los estoy trabajando con muy buenos colegas (ya mencioné a mi amigo del primero, que además es actor de doblaje; en el otro tengo a un poeta que ha ganado más de cuatro o cinco premios nacionales).

      ¿Y qué más?

     La verdad es que nada. Hasta ahí se queda. Escribo mucho, diario casi, poemas, cuentos, ideas, siempre escribiendo. Me consumo en mi locura y aislamiento, me divierto muchísimo estando conmigo, planeando, imaginando, recordando... y sin embargo, me he dado cuenta que fuera de escribir, no me interesa nada más. Me seduce la idea de que el vacío me jale y me deje tirado con todos los huesos rotos. Así de sencillo. Solamente desde fuera uno puede ver a los demás, y le he agarrado tanto gusto a estar por fuera, a relacionarme lo indispensable y con la gente que quiero (ahora que lo pienso, no hay mucha diferencia de como era antes), a vivir en mi cabeza, y a creer que todo es un producto de mi imaginación...

     No sé, es raro, no tengo ganas ni de haber escrito esto; no sé de dónde saca mi gran amiga que tengo una naturaleza fundamentalmente sana; que me reiré de todo esto... quizá un día me sea seducido tan profundamente por el vacío que por fin me aviente por la ventana; lo único malo es que no podré ver la reacción de ella, y decirle: "ves, ¿dónde está la salud que decías que tenía?" Tal vez, solo tal vez, un día llegue ese momento, pero aún no, aún falta el reconocimiento y las muchas obras que deje a la posteridad que influyan en uno que otro nuevo escritor dentro de 50 o 100 años. Y vean que este que escribe, no solo abrazó a sus ángeles, sino que hizo el amor con sus demonios, y estuvo jugando (porque no dejo de jugar) al borde del abismo todo el tiempo, riéndose, asustando a los otros, rompiéndose a cada rato para que alguien tuviera algo más que leer, para que alguien dijera: "me gusta cómo escribes, me siento identificado(a)".

     Ahorita lo único bueno de todo esto, es que mis seres cercanos, se han dado cuenta de que no es bueno meter la mano en la rendija de la casa porque este perro muerde.

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