lunes, 14 de octubre de 2013

Fantasmas

Todos los lugares que habito y transito son recuerdos. Los recuerdos son la morada de mis fantasmas. Soy la suma de mis memorias y remembranzas; yo mismo soy la morada de mis fantasmas, fantasmas que salen sin importar la hora el día o el lugar.

A algunos ya los conozco demasiado. Sé qué fantasma me saludará al llegar a mi casa y cuál me querrá hacer el amor cuando me meta en la cama. Sé cuál estará dormido a mi lado al despertarme; conozco a muchos, quizá demasiados. Les sonrío. No los dejo ver que me duelen; aprendí a vestirme máscaras y tutú y mallones, y un moño rosa en la cabeza, para esconderme de algunos.

Si voy a la playa me encuentro cien; si estoy en la carretera: doscientos. En la calle aparecen con el rojo de un semáforo, y en un día lluvioso, bajo la copa de un árbol, aparece otro colgado de las ramas.

En la luna siempre habrá algunos, meciéndose en la sombra de la Tierra.

Son tan desgraciados que hasta en las películas de niños aparecen, o en la portada de una libreta. En todos lados y hacia donde estuve, hasta donde cierro los ojos.

En definitiva yo soy un fantasma de mí mismo; yo mismo soy un recuerdo.

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