martes, 10 de septiembre de 2013

Diez de septiembre

Dentro de 19 o 20 horas (algo así como entre las siete y ocho de la noche del día 10 de septiembre) conmemoro una etapa de mi vida que podría llamar el principio del fin.

Hace un año, más o menos a esa hora llegaba, de la casa de uno de mis tíos, con dos maletas llenas de cosas para acampar, me acompañaba mi madre y mi ex. A los pocos minutos de haber llegado a casa de mi madre, ella recibió una llamada: "se accidentó" dijo ella en voz alta y me miró casi llorando. Salí a fumar un cigarro, con la preocupación en el cogote, y detrás de mí salió Liliana. A los pocos minutos, mi madre me comentó que mi tío Oscar, había sufrido un accidente; justo el día anterior, Liliana y yo habíamos preguntado por él en la casa de mi abuelo, y él nos había dicho que había hablado con mi tío unas horas antes. Creo que esa fue la última vez que alguien escuchó su voz. Unas horas después andábamos de camino a León Guanajuato, mi madre, mi primo, mi tía, mi abuela y mi abuelo.

Así empezó todo. Diez días después, mientras yo andaba de turno, murió. Se llevó unos planes que tenía de ir al Cervantino con Liliana, y la sonrisa de muchos en la familia, un golpe fatal. Nunca había fallecido nadie tan cercano en la familia. Doce días después de esos diez días, valió la relación que habíamos construido durante dos años y nueve meses Liliana y yo.

Ahora, un año después el recuento no trae muchas cosas. Aprendí a vivir con mi soledad, y a ser mejor escritor (claro que esto no asegura nada, ya que me he encontrado con casos de escritores realmente mediocres, al punto de que me avergüenza que me metan en el mismo costal que ese tipo de personas, que su único mérito real es tener una palanca, o un conocido con dinero que les financie sus trabajos), al menos es lo que me dice mi asesora, casi la única persona que ha estado realmente a mi lado, y que junto con otra amiga, me han ayudado a salir adelante, o al menos a no aventarme por la ventana. He aprendido a narrar con técnicas diversas, y hacer varios géneros literarios (últimamente más guión); también me he dado a conocer un poco en facebook, al punto de que ya tengo fans amantes de mis letras.

¿Qué ha sido de mí en ese tiempo?

No tengo idea. Incluso me atrevo a decir que más que encontrarme (como suelen decir por ahí acerca de una de las utilidades de la soledad), me he perdido un poco más; sin embargo, he cambiado para reafirmarme, he pasado por los odios, los corajes, las decepciones, las mentadas de madre, las blasfemias, las lágrimas; pero a pesar de todo eso (como diría mi asesora), tengo una naturaleza fundamentalmente sana, y me doy cuenta de ello porque ni siquiera los odios se han quedado conmigo, no guardo rencores, no me interesan las culpas, y vivo soñando... sueño mucho, a veces pesadillas, pero otras los sueños esos que son salvavidas...

¿Qué ha pasado?

Todo ha sido tan confuso, que lo único que ha pasado conscientemente es esa misma consciencia del paso. De la experiencia, de las añoranzas, y sobre todo, la que me hace poder seguir mostrando una sonrisa sincera; sé que he aprendido a mentar madres, pero solo es un recurso retórico, una estrategia para contar las historias de alguna manera más divertida.

Ha pasado tanto, que hasta he aprendido que existe la esperanza, y que existen los clichés, y que los clichés son tales, porque funcionan... ha pasado tanto, que me doy cuenta de que hay personas que no dejaré de extrañar y a las que me gustaría volver a abrazar, y no nada más en un sueño, como pasó con mi tío unos días después de su muerte... si él estuviera vivo, o si ella estuviera conmigo, o si yo, solo fuera un poco lo que yo era hace algún tiempo, ese yo que ya no me siento cómodo de volver a ser, y que prefiere este yo más tranquilo, este yo, que se ha vuelto más sensato pese a que no deja de jugar como niño... sigo siendo yo, eso es lo que más me alegra, ese mismo yo que sabe que será chingón (y no uno de esos pseudo escritores de los que hablaba), que comprará una camper y viajará todo el tiempo que pueda... ese yo que prefiere evitar una pelea, y que disfruta más de no relacionarse con nadie, ese que solo algunos conocen, y que es auténtico, aunque a algunos más no les guste por completo... Ese yo que terminó ya un par de novelas, y que por cierto, ya está viendo cómo moverla, porque según el buen ojo (avalado por casi treinta años de asesorías) de mi asesora, este texto está chingón y va a darme una grata sorpresa, claro que no es una obra maestra, pero es un texto auténtico, puro, honesto, tal como yo. Ese yo que sigue esperando, aunque sabe que no sirve de nada esperar, pero no me importa, porque al igual que todo lo demás en mi vida, lo hago porque me nace, porque quiero hacerlo y no por esperar a cambio ni siquiera un "hola".

Un año, desde el principio del fin: Diez de septiembre del dos mil doce.

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