domingo, 1 de febrero de 2015

Terezinha

Terezinha... hace mucho tiempo que buscaba esta canción. No recuerdo de quién la escuché, creo que venía de una época antigua cuando una de mis tías cantaba. En realidad no sé por qué cantaba. Yo recuerdo que la familia decía que era buena cantando. No sé por qué dejó de cantar. Ahora que lo pienso, tampoco sé por qué la cantaba, quizá eran los recuerdos de un amor del que nunca nos enteramos, como nunca nos enteramos de algún otro amor posterior. Entonces suponía, sin suponerlo, que era el canto a un tiempo sin tiempo para los demás, a unos oídos que eran otros oídos diferentes a los que llegaba la voz, la melodía y la letra.

Terezinha me sonaba a Teresa, y ésta a su vez, con trenza; entonces cuando escuchaba Teresa, me imaginaba la parte posterior de una cabeza llena de cabello amarrado en una enorme trenza; y por asociación con mi tía, aquella trenza era de un cabello chino, o al menos ondulado. Terezinha, por tanto, carecía de rostro, carecía de ojos de mirada y de nariz, carecía de boca, pero no de voz; era, por tanto, una sombra que hablaba de tres amores, que hablaba desde lo oscuro, en la noche, y que de la voz le brotaba un oso de peluche, y un broche de amatista. Después le salía un borracho sin playera, con garrafa en mano y malos modales, que se sentaba a la mesa devorando todo sólo para desaparecer nuevamente en la oscuridad y el silencio. Y después brilló una nada, otra oscuridad, donde estaba aquella Terezinha, aquella trenza; y en aquella oscuridad, se sentía calidez, aunque nunca hubiera brotado de su boca palabra alguna que se le pareciera un poco.
No fue sino hasta muchos años después, cuando esa canción ya había sido olvidada donde son olvidadas las pláticas con los abuelos y las canciones de Cri-cri con las que me arrullaban de chiquito, que apareció Terezinha. Apareció con otro nombre y sin trenza, y aunque el cabello era ondulado, no era oscuro sino claro, y tenía nariz, ojos, bellos ojos, y tenía también boca, bella boca, y en la punta de la boca una voz que cantó durante un tiempo antes de asustada decir: no.


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