miércoles, 20 de agosto de 2014

Cristal roto

 --¿sabes? -me dije a mí mismo mientras la miraba desde lejos, aprovechando que ella no me había visto a mí, o al menos no me había reconocido.-- Es así como te das cuenta de que las cosas ya terminaron. O que ya no te gusta, o que ya no la quieres, o que ya no lo que sea... cuando empezamos a salir a mí no se me hacía bonita, pero me dije a mí mismo que lo era; mientras estuve con ella, la vi como la mujer más hermosa del mundo. Ahora, ese hechizo autoinfligido se termina. Es triste. Pero así es. Tener que darle la razón a todas las personas que llegaron a ver sus fotos y me decía: Lo siento, wey, pero está fea. Está muy fea para ti. Quizá es simpática, pero no es guapa. Cuando me la describiste pensé que sería más bonita... y bla bla bla. Y entonces yo me molestaba porque decían esas cosas de ella. Pero tenían razón. La veía con ojos de amor. Es un poco triste, encontrarse con esa realidad que trataste de alejar siempre pero que al final se te clavaba sin darte cuenta: el mundo siguió girando aunque tú creyeras que no.

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