Bajé al mundo de los muertos otra vez
a mirar mi cuerpo cansado
en la orilla hecho añicos
Y yo que otrora había sido sonriente
y la felicidad me recorría entero
do quiera que iba
no me queda más que sombra
que se recuesta durmiente
en la oscuras arenas
Ya los ojos cascados
ya la sonrisa vieja
ya el ánimo marchito
ya toda cama sabe a lecho
y poco importa a la lengua
el manjar o la ceniza
Ahora todo sueño
sea despierto o dormido
es pesadilla
Ahora todo día
no deja de ser
otra cosa que agonía
Y así fenece lento lo ya fallecido
ahogándose los ojos y la garganta
por mirar las playas en la memoria
alejarse
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