jueves, 2 de abril de 2009

Sandra y Érica parte 3

El acto de la tía pilló desprevenida a Érica, haciéndola regresar del sueño hipnótico que había provocado la singular belleza de Sandra, el detonante del viaje con Morfeo fueron los pechos, es cierto que anteriormente la imagen sensual de los pechos cubiertos por la delgada tela prometían cierta magnificencia, pero ahora a la luz de la desnudez su imaginación le había quedado a deber; los pezones ligeramente más grandes que los suyos… ligeramente más oscuros. Su mente había viajado al mundo del ensueño, de la fantasía despierta, quería conocer el sabor a piel que en estos momentos únicamente vivía en las ideas, sentir con la lengua la tenue rugosidad de cada uno de ellos… pero antes de de poder conseguir más, la tía había retomado su atención hacía la vieja zotehuela donde se encontraban. Aún conservaba la ropa, su cordura pendía de las dos últimas prendas que le quedaban, por tanto no quería verse despojada de ellas; sin embargo la insistencia de Sandra se hacía notar con las palabras de: “¡Vamos, apresúrate!”. Su destino estaba sellado, no podría evitarlo, tenía que ser fuerte y sobreponerse, o… Rápidamente su mente ideó un plan, pero tan rápido como el plan había sido gestado su moral le golpeaba; dentro de ella una voz decía: “ ¡No lo hagas! es tu tía, más que eso, es como si fuera tu propia hermana”. Mas la voz, apresuradamente fue bajando el volumen hasta que pronto se convirtió en un zumbido, después silencio. Estaba decidido, tentaría a Sandra, el sello de la inocencia se carcomía y no había nada que se pudiera hacer para detenerlo.

Hizo como si le doliera el pie, sentóse en el piso mojado y se sobó durante unos momentos, Sandra no vio lo que le pasaba pues su sobrina estaba de espaldas.

—Érica ¿estás bien?

—Sí, es que creo que pisé algo ahorita y como que me lastimó.

—Ah, bueno, pero ya apúrate que se hace tarde.

—Sí, ya voy.

Lo había conseguido, retomó la atención de la tía, aunque en realidad nunca la perdió; siguió de espaldas a la mayor sabiendo que la observaba, de pie, se flexionó por la cintura y de forma sensual bajó sus bragas para mostrar su juvenil trasero, su pequeño ano carente de vello y sus labios ligeramente más hinchados de lo normal. Un sutil brillo de humedad delataba su excitación; lentamente sacó un pie y después el otro, todo tan bien planeado para tentar a la tía con su criminal mente erótica. Sandra estaba petrificada, el calor en la cara le sofocaba cada vez más, ella no aguantaba, agradecía a la suerte el que su sobrina estuviera de espaldas, comenzó a tocarse… jugaba con su clítoris, de forma violenta con una mano, mientras con la otra frotaba y apretaba sus senos. Empezó a dedearse, no podría aguantar demasiado, necesitaba un orgasmo y lo necesitaba ya; Érica con su macabro juego de tentaciones se liberó de la forma más sutil el sujetador, incrementando la agonía de la tía por no poder llegar a su clímax… De pronto todo fue muy rápido: primero, Érica dijo con la voz más inocente y pícara posible “que sus lindos y pequeños pezones estaban duros por el frío”, en ese momento Sandra soltó un gemido que anunciaba su pronta culminación mientras se llevaba la mano a la boca para probar su propio sabor, mas la ingenua sobrina lo confundió con uno de dolor y, pensando en que algo le pudiera haber ocurrido a su tía se giró velozmente para preguntar por el estado de esta. El miedo de ser descubierta cortó abruptamente la excitación que se había apoderado de ella, y la pilló desprevenida con el dedo en la boca.

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