jueves, 9 de abril de 2009

Sandra y Érica parte 4

—¿Te pasó algo tía? –preguntó con tono real de preocupación mientras señalaba en dirección de la mano con los dos dedos en la boca de Sandra.

—Sí, sentí como si algo me hubiera picado, pero no tengo sangre ni nada y ya no me duele. No te preocupes y mejor apúrate, yo casi acabo y tú ni siquiera puedes terminar con la ropa.

Mientras iba diciendo esto, el nervio y el temor iban desapareciendo, en su lugar se posaban el asombro y el deseo; su cuerpo era similar al de ella misma, es cierto, aún había rastros de que le faltaba madurar (físicamente hablando), las caderas le ensancharían un poco más, lo senos igual aflorarían una o dos tallas extras por mucho. Notó que no tenía mucho vello, y mientras pensaba en esto Érica le interrumpió con una pregunta de aire inocente.

—¿Te depilas o eres lampiña? –dijo la sobrina mientras señalaba la entrepierna de su tía.

—Antes me depilaba, ahora me rasuro, es más práctico, sobretodo porque me da flojera conseguir las banditas depiladoras.

—Ah… y… ¿crees que podrías ayudarme a hacerlo? Es que me da miedo que me vaya a cortar o algo ¿Sí podrías o tiene algo de malo? –y todo esto lo decía con tal naturalidad como pena e inocencia.

—Por supuesto que te ayudo, no veo que tenga nada de malo.

Así la más joven se acercó a su tía y, a punto de llegar resbaló dándose un fuerte sentón. Sandra se acercó para auxiliarla y levantarle; preguntó por el estado de la mujercita, ella mencionó que le dolía una de las nalgas, y sentía un ligero ardor. La tía le indicó que se inclinara apoyándose en el fregadero de concreto y piedras de colores, para evitar así un nuevo desliz mientras echaba un vistazo. Apenada, escuchó de Sandra que se trataba únicamente de un ligero raspón; cuando estaba a punto de enderezarse, sintió un fugaz roce, seguido del chasquido obvio de un beso en la zona afectada, y una nalgadita; el acto la encendió demasiado, pero de todas formas no dejó ver a la tía la reacción que ésta le había provocado con el travieso ósculo.

Voltearon una cubeta para que Érica pudiera sentarse, haciendo así más cómoda la afeitada. Empezó con un recorte del vello con unas tijeras, acto seguido, enjabonó el área con mucho cuidado, y de forma dulce, la tía despojó de los hilos castaños claros a su sobrina. Al finalizar, entre la ingle y el labio derecho, la huella de una ligera cortadita se hizo ver delatada por un poco de sangre; la mayor enjuagó a la pequeña mientras sutilmente jugaba con su vulva, pero la sangre aunque poca seguía saliendo. Lo que pasó después tomó por sorpresa a Érica, nunca se lo hubiera imaginado… Sin previo aviso Sandra se acercó a la zona en cuestión y tiernamente depositó sus labios entreabiertos para aprisionar la herida; al igual que si fuera una cortada en el dedo, succionó la sangre… mientras jugueteaba con su lengua en el área —todo sin mover los labios del lugar—; la mujercita se estremeció de placer, se humedeció más rápido que nunca antes y no pudo evitar que furtivamente se le escaparan silenciosos gemidos. La tía notó la excitación de la sobrina, percibió el aroma proveniente de los líquidos que se escabullían involuntariamente por la pequeña herida de placer que nunca cerrará…; mas tan de improvisto como había cercado los labios, también los retiró.

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