jueves, 4 de octubre de 2012

Yyo tanto que te amé, tanto tanto tanto, y tú nunca me creíste, lo dudabas, pero te lo demostraba, lo hacía, eras incapaz de darte cuenta, te lo dije, negabas que fuera cierto. Sin embargo me pediste que confiara, pues tú también decías que me amabas, que me querías, me ilusionaste, me dijiste que me amabas, y yo te creí, confié en ti, y como era obvio, fui engañado. Jajaja, lo peor es que no hay forma de solucionarlo, no existe, no hay nada, no puedes hacer lo que es necesario, si lo hicieras de igual forma terminarías odiándome, y suficiente con el odio que tengo yo hacia ti. Pero no te importó, yo cambié, cambié como no había cambiado por nadie, te era fiel, eras la única, y te contaba los que hacía para que vieras que no hacía nada, y tú me prometiste que no hacías nada, que todo eran ociosas divagaciones mías, tonterías. Pero el tonto fui yo, te creí, me fallaste, me fallaste en los momentos que más te necesitaba, me fallaste en el momento preciso donde no me tenías que fallar, y me mentiste, y me mataste, me dejaste abandonado, completamente abandonado. Dejaste en mí enojo, quizá odio, rabia, furia, tristeza. Ahora entiendo tantas negativas a que te acompañara, a que fuera contigo. No es que no te dejaran, sencillamente no me querías a tu lado, y ahora yo estoy solo, solo como sabía que lo estaba, y más solo todavía, porque me has dejado sin ti, sin tu compañía que era tan preciada. Qué tonto, qué ingenuo, te creía, tanto, tanto, y todo fue mentira, o verdades a medias... qué tonto, qué idiota, qué ironía, dejar de hacer lo que hacía para que me lo hicieras tú...

Hasta nunca amor mío.

No hay comentarios: