lunes, 12 de enero de 2015

divagaciones

Vaya, es tan extraño. ¿Cómo una personita, durante tan poco tiempo, puede marcarte tanto? Tengo veintisiete años. he vivido más de diez mil días, y alguien que estuvo sólo día y medio, hace más de un mes me ha dejado pensando en ella constantemente.

Quizá no sea nada grave; nada de verdadera importancia, y sólo se trate de un suceso que tiene una raíz más profunda; un algo que te hace recordar inconscientemente otro algo. Quizá no; quizá sólo sea alguien que te hace recordar la posibilidad de un tiempo de felicidad pura. Quizá no sea siquiera algo que tenga en la cabeza, algo que esté vedado a mis propias y nocivas rutinas de autoconocimiento, autoanálisis... Pero es que, dioses, fue alguien que sólo estuvo día y medio, unas cuantas horas, unos cuantos besos, unos cuantos orgasmos, unas cuantas tomadas de la mano, unos cuantos abrazos, unos cuantos... En mi nueva novela pongo: Uno puede fácilmente olvidar lo que es estar solo; también recordarlo es igual de sencillo... tanto tiempo de soledad que ya no la notaba, y bastó con unos segundos de mirar un viejo mensaje, de una vieja foto para que puff, uno recordara (se diera cuenta) que se está solo.

¿Qué es estar solo? Dicen por ahí: cuando se mire al espejo y no vea a nadie reflejado, entonces asústese porque eso es estar realmente solo... Entonces apago la luz, para no ir al espejo y encontrarme con alguien reflejado ahí, o quizá no encontrarlo. O, peor aún, encontrar un desconocido nunca visto.

No hay comentarios: