miércoles, 7 de enero de 2015

¿Se puede soñar por dos personas, en dos lugares diferentes y al mismo tiempo el mismo sueño?




¿Se puede soñar por dos personas distintas, y al mismo tiempo, el mismo sueño?
No es como el célebre y comentado caso entre los cazadores de sueños, donde una mujer soñaba los sueños de un hombre del pasado, y donde ese hombre del pasado soñaba los sueños de aquella mujer del futuro; donde se enamoraron uno del otro, y únicamente fueron capaces de realizar su amor mediante el mundo onírico, siempre y cuando estuvieran viviendo en el mismo lugar. Con ese caso los cazadores se dieron cuenta que los sueños eran un algo fuera del tiempo, pero inmerso en un espacio determinado. Como un mensaje codificado en una frecuencia que solamente esos soñadores eran capaces de registrar.
Con forme fueron avanzando las pruebas, los cazadores de sueños empezaron a darse cuenta que lugares determinados, o bajo circunstancias determinadas, hacían que los soñadores fueran capaces de ser inducidos en mundos similares... una nueva manifestación de lo que se conoce como sugestión; por lo tanto: basura. Sin embargo una hipótesis no se rechaza tan fácilmente, sólo se cambian algunas variables y se vuelve a probar. Fue entonces cuando decidieron no usar la inducción: metieron por razones diferentes y sin revelar información alguna, diferentes sujetos a los que dejaron dormir y a los que les preguntaron sus sueños una vez despiertos. El resultado arrojó respuestas suficientes para mantener la duda, pero no las necesarias para esclarecerlas. Quizá se trataba de un inconsciente colectivo jugando a la deriva. Pero nada que pudiera justificar nada en absoluto.

Con el tiempo escogieron un hostal. Un lugar que cambiara de residentes constantemente, y que mezclara tantas energías y pensamientos diversos que resultara difícil mencionar una especie de sugestión. Después interrogaban a los durmientes y veían que sus sueños estaban relacionados a las vivencias del día que habían detonado la ensoñación a la que se hacía referencia.

Las pruebas siguieron hasta avanzar al punto en que un soñante era capaz de soñar el suño inducido por alguien más, sin siquiera hacer mención expresa del sueño. Bastaba con mirarlo y proyectar el sueño, para que el soñante tuviera aquella visión onírica deseada. Se empezó a pensar en la telepatía, y se justificaba con que era más fácil mandar el mensaje telepático durante estados donde las ondas theta y delta están más presentes y hacen más susceptible a la mente. Sin embargo no dejaban de ser sueños inducidos por alguien más: una variante más de la telepatía.


La mayoría de aquellos cazadores de sueños desertaron de aquellas prácticas no lucrativas después de un tiempo de no conseguir nada. Después de otro tanto, lo hizo el resto. Al menos casi todos, excepto uno. Aquel fundador de la sociedad caza-sueños quedó solo y a la deriva con sus preguntas. Pero no desistió. Creóo un grupo en internet donde pedía a los seguidores de dicho grupo que dijeran el sueño, lugar de donde escribían, el día y, en medida de lo posible, la hora a la que habían soñado. Durante agotadores días siguió las publicaciones de los muchos que dejaban escritas sus ensoñaciones.


Ningún resultado a favor. Cabos sueltos. Sueños ajenos.


No sabía que en algún lugar, en algún tiempo lejano. Un sueño lo esperaba. Un sueño que no podía ser soñado aún porque así funcionan los sueños. Se encuentran flotando en lo que todos llaman vacío. Y aquel sueño no se hacía prensente no porque él no estuviera listo para él, sino porque la chica del sueño aún no estaba lista para aquel sueño.


Pero el tiempo es sabio, y si no sabio al menos paciente, pues él mismo es tiempo y se tiene enteramente a sí mismo, y así un día él ya había abandonado las curiosidades de los sueños, se había dedicado a ser gente de provecho con un trabajo serio y sincero, y ella había pasado por las vicisitudes necesarias de todo ser humano: había amado y había perdido, había sido herida y encontrado a la muerte de frente en los ojos familiares de un familiar. Había soñado despierta y había perdido la esperanza en los mismos sueños, y había vuelto a soñar. Había llegado al lugar, a la calle, a la hora y el día donde aquel sueño esperaba su aparición para colarse entre su falda verde y su blusa negra (sin la cual el sueño no la había reconocido las veces que había pasado anteriormente), y la había abrazado silencioso, esperando el momento en que ella cerrara los ojos y se dejara soñar.


Unos segundos eran todo lo que aquel sueño necesitaba para sí. Unos segundos, una tarde de mayo, mientras ambos tomaban una siesta, mientras en ambos, aquella siesta era algo poco común pues no dormían siestas. Y entonces ambos caminaban en direcciones opuestas, mirando la calle, y los carros, y el toldo rosa de una tienda de regalos. Y entonces ambos estaban por cruzar el camino y ambos encajaban a la perfección sonrisa con sonrisa y después mirada con mirada. Y tan fuerte había sido la mirada que a los dos no les quedó más remedio que despertarse al mismo tiempo.


Cada uno caminó más tarde por esa calle, y miraron el toldo rosa de la tienda de regalos; y al día siguiente pasó cada uno al mismo tiempo por aquella calle, y por aquel toldo rosa; y uno miraba el toldo y el otro el piso. Y durante un momento ella lo vio, y se preguntó a sí misma si alguien puede soñar al mismo tiempo y en diferente lugar el mismo sueño. Él no la miró en ningún momento, miraba al sueño y se preguntaba al mismo tiempo que ella ¿Se puede soñar por dos personas, en dos lugares y al mismo tiempo el mismo sueño?


Él miró la hora y se dio cuenta que se le hacía tarde para ser una persona de bien

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