lunes, 12 de enero de 2015

Evocaciones

Quisiera, en un estado de sobriedad, evocar. No los lugares de antaño, no los lugares de un porvenir incierto. Un lugar suavecito, una cama chiquita, perdida en el tiempo. Una habitación oscura, cálida, con tu aroma y el mío, y el del suavizante de telas. Quisiera evocar un lugar de un ruido quedito. Donde la calle apenas susurre, donde se respete nuestro espacio. Un lugar donde retumben las risas, en un eco apagado, por cobijas. Un lugar acogedor, pachoncito, suave al tacto, a la piel desnuda y erizada. Un lugar donde quepamos, y si está muy chiquito, puedes caber en mi brazos. Un lugar donde se apaguen los besos en un chasquido y otro, y otro más, y así, que vayan desde tu frente, y recorran tu sien, y la parte de atrás de tu oreja, y el cuello y la nuca. Donde te apuchurre un poco más en cada beso tronado, y te respire la piel, y te respire en la piel, y te acaricie el aliento. Y entonces estés al alcance de la lengua, o de los labios:de nombrarte, de un beso. No sé necesita mucho: una habitación chiquita, oscura, perdida en el tiempo, con una cama. Y un baño, es inevitable salir al baño; y un poco de agua; un poco de luz y de aire, aunque duelan los ojos y se cuele un poco el frío. Sí, seguro sientes eso: el suave susurro, la caricia, y el silencio, la sutileza de unos labios, la serenidad, el chasquido, el sueño, la sonrisa. Sí, seguro sientes eso, el susurro, la caricia, el silencio. Sí, el susurro, la caricia. Shí, shí, shh... el silencio.

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