jueves, 17 de julio de 2014

Deambulando

Sin saber qué pasa, o sabiendo poco, los chismes le llegaban a los oídos. Había enterádose que la modelo estaba por dejar a su novio. Eso le gustaba y le asustaba al mismo tiempo. Sabía todas sus loqueras, sabía sus problemáticas, y sabía de sobremanera que ella aún no había sanado la ruptura con su ex. Sabía que eso era algo problemático porque de una u otra manera, se trataba del motivo por el cual estaba por terminar a su novio. Ella podía justificarlo de cuantas maneras quisiera, pero él sabía que parte de la ruptura se debía a toda esa carga emocional que suelen dejar tras de sí las rupturas; a él mismo le había llevado más de año y medio superar su perdida no tan lagar como la de aquella chica. Quizá podría superarlo en menos tiempo, tomando en cuenta que era más inteligente que él, era una probabilidad bastante sensata. Pero sabía que también necesitaba tomar en cuenta que esas cosas de superar a parejas anteriores no tenía que ver con la inteligencia o la purga literaria de letras y letras; así que quizá tardaría más. Pero también sabía que aquella chica mágica, de sonrisa bonita y voz gruesa, le tenía miedo al abandono y la soledad, así que existía la posibilidad de estar con ella; el detalle estaba en si era prudente o no, en si no terminaría igual que el desdichado que estaba próximo a poner el cogote en la guillotina. Valía la pena, quizá valía la pena pues le movía todo, pero el precio a pagar prometía de manera incierta, más como amenaza potencial que como promesa, que terminaría ocupando el lugar del pobre desdichado. Habría que pensar bien las cosas... tenía que se actriz, había una especie de debilidad por ese gremio, una muy antigua novia terminó siendo actriz después de haber terminado y su exnovia más reciente también, al igual que una previa. Sin embargo ésta además era poeta y escritora; pero al final de cuentas actriz. Ahora también su última exnovia lo andaba busando. Una pequeña de senos grandes y labios bonitos, con mirada soñadora y una cinturita hermosa carente de estrías; lo buscaba para tomar un café. Y él se preguntaba para qué quería ella un café, después de que habían terminado o, mejor dicho, la había terminado. Le estaba dando largas, en realidad la pequeña le gustaba mucho, pero aún así algo le impedía terminar de querer acercarse (ella también era teatrera, pero pricipalmente filósofa y estudiante de psicología, autodidacta, pero estudiosa al fin); bueno lo sabía un poco, con ella las cosas eran tranquilas, salvo el sexo que era muy bueno, pero de ahí en fuera eran demasiado tranquilas, él era el bromista, en cambio con la modelo... bueno, la modelo disfrutaba de hacer reír a la gente. Y ahora iba a dejar a su novio, pero era peligroso, quizá lo mejor que podría hacer era aceptar el café y ver a la pequeña filósofa teatrera; acurrucarse en sus senos y en sus manitas y acurrucarla. Había algo mal con él, algo muy mal, en los últimos meses había despachado a cuatro morras, dos de ellas exnovias (una más loca que la anterior, otra filósofa loca, más loca que la filósofa teatrera); quizá el loco y el dramático estaba empezando a ser él. Quizá debía darse la oportunidad de que pasara lo que pasara con cualquiera de ellas, menos con la loca filósofa que no era capaz de tener siquiera orgasmos. O quizá, lo mejor que podía hacer era beber hasta que desaparecieran los sueños, y apareciera una u otra o una nueva más. O el plomo, o las pastillas, o el horno (bueno, el horno no, porque no tenía gas)

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