martes, 9 de septiembre de 2014

El inicio del fin

Hace rato vi un estado que me hizo recordar algo. Hace dos años comenzó esa etapa que bauticé como "el principio del fin". En ese momento, y durante un largo tiempo, creí que realmente era una de esas situaciones de vida que no sobreviviría. Ahora me burlo y escribo poemas ácidos donde digo que la ventana me seduce. En ese momento no era burla, la ventana me seducía, y después de ella me seducía el piso. Aparecieron personas importantes que, por alguna extraña razón, sin decirme nada me salvaron la vida. También desaparecieron personas que en ese momento creí importantes en mi vida. Estoy consciente de que no estoy bien, estoy consciente de que quizá nunca supere eso realmente, y de que quizá lo que siga haciendo es aprender a fingir una sonrisa que los demás la tomen como verdadera, al igual que a seguir contestando: ¿y a ti, cómo te ha ido?, después de que me pregunten cómo estoy, para no hablar de mí y mejor dejar a los demás hablar de ellos.

Retomo: No estoy bien, y estoy consciente de que quizá nunca lo esté de nuevo, y también no me importa. Estoy en pie y eso es lo importante, no estoy entero, me faltan cacho de un lado y de otro, y me he desmoronado en varios pedazos tanto físicos como espirituales y morales; pero, insisto, sigo de pie. Pese a las personas que ya no están y que han sido importantes en mi vida y que incluso me ayudaron a novelar una parte de mi vida. No sé lo que me depare el porvenir, pero gracias a todo eso, aprendí que sigo adelante, aun cuando use muletas etílicas por momentos, seguir trabajando para lograr lo que me he propuesto, y seguir siendo mejor, agradecido con las personas que poco a poco se han colado en mi vida y se han vuelto verdaderos miembros de mi familia; aquella bola de extraños que se preocupan por mí aun cuando les digo que dejen de hacerlo (en serio, saben que los quiero, pero si no los busco ni me reúno con ustedes es porque así aprendí a ser desde chiquito,y de verdad disfruto mi soledad). Básicamente han sido unas por otras, y así como están ahorita, sé que (muy probablemente) en un tiempo ya no lo estarán; no sé por qué no se acostumbran.

Hoy, hace dos años, venía de pedir cosas para irme de camping; hoy, hace dos años, recibió mi madre la llamada de que alguien se había accidentado; hoy, hace dos años, viajé con mis abuelos, mi primo, su madre y la mía, a León; hoy, hace dos años, empezó ese inicio del fin. Conocí más de la condición humana y descubrí que los ciegos también pueden llorar... la hipocresía, y la desconfianza con la que me fui encontrando durante las semanas siguientes; la falta de palabra, la falta de interés en los otros, el hablar sin conocer de razón o circunstancia; el apoyo por partes o intereses... y nuevamente el apoyo incondicional por parte de desconocidos.

Soledad y compañía; como aquella a la que estaba acostumbrada mi tío. Dentro de algo así como diez días será su aniversario luctuoso. Y donde estés, te quiero y te extraño tío Oscar.

No hay comentarios: