domingo, 22 de junio de 2014

Liberarse de un alma

Destierro de un alma a base de narcóticos, suspiros y esas madres. Llenarse de todo lo que se pueda, hasta que el cuerpo se hinche de tanta llenadera y no le quede otra cosa que empujar el alma pa'fuera, expulsarla de una buena vez y dejar en su lugar humo y alcohol, humo y químicos, humo y humo, y a veces un poco de aire, y seguir metiéndose hasta los dedos con tal de que no quede un hueco por donde quiera entrar de vuelta, meterse los dedos por la nariz y por la cola, meterse los dedos por los ojos, hasta estar seguro de que ahí no caben más que ojos, y en la nariz no caben más que mocos, y en las orejas un poco de cerilla y algún bicho que se ha colado, pero nada de elementos sobre naturales, no más almas, ni propias ni ajenas, rellenar los huecos que dejan cuando se marchan a base de cemento y sudor, a base de gemidos, a base de vómito y mareos, y nostalgias, y desfantasías y desueños. Rellenarse a base de vacío, de oscuridad y de nada; salir a la calle mientras llueve para llenarse de enfermedad y de alegría, de un resfriado, de una neumonía. Llenarse de gotitas y de humedad los pulmones, llenarse el hígado de piedras y la sangre de grasa, llenarse de desesperanza, ante este mundo y esta vida, ante el sujeto que aparece en el espejo y en los recuerdos y, si se ha hecho bien hasta ahorita, el que estaba en las fantasías.

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