No hay consciencia social
para un poeta al que no le queda
ni un pedazo de sí mismo
al que asirse
que vive en una orfandad
humana
donde sólo hay maestros
y Borges, y Baudelaires, y doctores
honoris causa Nobels y Cervantes
que le dictan para escribir
legiones de reglas
tablillas que pesan
en el alma
los dedos
para un poeta al que no le queda
ni un pedazo de sí mismo
al que asirse
que vive en una orfandad
humana
donde sólo hay maestros
y Borges, y Baudelaires, y doctores
honoris causa Nobels y Cervantes
que le dictan para escribir
legiones de reglas
tablillas que pesan
en el alma
los dedos
y hasta la tinta
No hay consciencia social
en un poeta
que recurre a las musas
en un poeta
que recurre a las musas
de ubres secas
violadas
por Hemingway y Bukowski
y se compra dos cervezas
que acompañen la noche
para platicar consigo mismo
y con todos
violadas
por Hemingway y Bukowski
y se compra dos cervezas
que acompañen la noche
para platicar consigo mismo
y con todos
fragmentos de un mundo
que cada vez está más roto
cada vez más fragmentos
espejos que lo devoran
y le vomitan
sonrientes
imágenes rotas
una tras otra en un dédalo quebrado
que no deja de vomitarle
su no pertenencia
su estado ajeno
a un mundo
de gatos
que cada vez está más roto
cada vez más fragmentos
espejos que lo devoran
y le vomitan
sonrientes
imágenes rotas
una tras otra en un dédalo quebrado
que no deja de vomitarle
su no pertenencia
su estado ajeno
a un mundo
de gatos
de inmediatez completa
que satura una soledad
acrecentada
en más espejos
de letras
de otros
que no paran de gritar:
Estás solo
¡Estás solo!
¡Estás putamente solo!
que satura una soledad
acrecentada
en más espejos
de letras
de otros
que no paran de gritar:
Estás solo
¡Estás solo!
¡Estás putamente solo!
Y roto
y solo
y cada vez más roto
y cada vez más solo
y solo
y cada vez más roto
y cada vez más solo
No hay comentarios:
Publicar un comentario