domingo, 22 de junio de 2014

Reminiscencias

--Hola.
--¿Sí?
--Hola.
--No, otra vez tú.
--Síííí.
--No mames, pensé que ya estabas muerto, habíamos quedado que ya estabas muerto y que la última vez que te vería, o que sabría de ti, sería en la novela.
--Lo siento. Así funciona esto, preciosa.
--No me jodas. Pero... pero... pero, te habías muerto. No mames.
--No puedo morir, soy parte de ti.
--Pero no estoy tan ebrio. ¿Para qué apareces?
--Soy el fantasma de las navidades pasadas y te vengo a recordar las cosas.
--No mames, qué cosas.
--Tú sabes qué cosas.
--¿Y no se te había ocurrido que no quiero saber de ti otra vez? Ya de había dejado morir en paz, tuviste una bonita muerte. Hay lectores que me han dicho que hasta lloraron con tu muerte.
--No puedo morir.
--Vales verga. ¿Qué quieres?
--Que dejes de cagarla.
--¡Ahora qué hice!
--No mames, qué estás haciendo... estás enamorándote de una morra que tiene novio (¿te suena familiar?).
--No es así como pasan estas cosas.
--A ver, aguanta, no me estoy poniendo como antes, no tengo ira, hasta parece que somos el mismo (otra vez).
--Porque en realidad, hasta en la novela, siempre fuimos el mismo.
--Vales madre.
--No, tú vales madre, Mario.
--Marco, Marco, Marquito.
--No me digas así, así me dice ella.
--Lo sé. Yo sólo estoy aquí como recordatorio. Como advertencia a tantos cigarros y tantos litros de alcohol diario.
--No son litros. Vas a asustar a nuestros lectores.
--Ok, sé que no son litros, pero los asustas tú, con tus publicaciones donde parece que no sólo son litros sino galones.
--Es parte de la ficción.
--Sigues siendo un fraude como escritor.
--Y tú sigues siendo un pretexto para escribir cosas raras.
--Ok, te lo concedo. Pero aun así sabes que te estás metiendo en problemas.
--Siempre nos metemos en problemas.
--Sí, pero generalmente lo escribes cuando ya pasaron, ya que sabes cómo es el final de las cosas. Y aquí estás a la deriva. Como un barquito de papel miniatura esperando no ser tragado por el desagüe del inodoro.
--Tengo miedo.
--No mames, tú nunca tienes miedo de esas cosas. Lo que pasa es que realmente lo quieres. Quieres que esa morra se quede contigo, y no te puedes aguantar tanto las ganas que me has revivido para platicar con alguien, porque, otra vez, estás solo.
--Te odio.
--No es cierto. Soy tu mejor amigo, soy el único que siempre está y que siempre tiene palabras para ti, ya sean de aliento o desaliento.
--Eso no quita que te odie.
--Ok, me odias. Yo solo vine a que tomaras conciencia de que estás pensando mucho en un morra que ha tenido más penes que tú en la mano.
--Pendejo, yo sólo he tenido mi propio pene en la mano.
--Y el mío.
--Si eso fuera verdad, sólo lo sería porque es el mismo pene.
--Para el caso ha tenido muchos, muuuuuchos más de los que te gustaría saber. Así que sólo vengo a recordarte que estés consciente de ello y que no fantasees de más. Como se lo dijiste a tu amiga la otra vez: no te enamores solo. No le hagas la chamba a esa morra.
--Te odio.
--Lo sé, soy esa parte sensata de ti. Está chido, está guapa, alta, es inteligente, es buena onda, te hace reír, tiene un carácter poca madre y está bien rota (además de sus ojos claros que no parecen ojos claros). Es todo lo que te gusta. Te mueve la hormona, el ego (nada más para joderte quiero recordar que es modelo) y el intelecto (su promedio en su universidad es de 9.7... tsss, no mames, es hasta más inteligente que tú). Y, además de esas tres cosas, te mueve las entrañas porque vive en el abismo. Te vas a dar bien bonito en la madre aunque no pase nada. La cagas, pero la aventura está poca madre. Trata de que dure lo suficiente. En estos días ya le has escrito páginas y páginas de textos. Es buena musa. Trata de no cagarla y no la asfixies. Sólo venía a eso. Ahora puedo regresar a mis cenizas que soplaste al amanecer por la ventana. Por cierto: NO LA CAGUES!!!!!

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