¿Cómo era la vida antes del alcohol? ¿Realmente no estaba
tan roto como creía? Quizá, como se lo habían sugerido, todo se trataba de una
fantasía suya donde creía que estaba mal. Era una mierda, una mierda para
usarla de pretexto y escribir en tercera persona, logrando con este juego no
hacerse responsable de él mismo y su situación. De algo sí estaba seguro. Era
una especie de grito de auxilio para que alguien le prestara atención, para que
alguien lo tomara y se importara por su vida. ¿Y después qué seguía? No mucho,
seguir usando el pretexto de la tercera persona para sacar un poco de esa
mierda que lo tenía consumido por dentro y que, aunque fuera fantasía, no lo
hacía menos real. Llegando a un punto en el que se olvidaba cuántos días
seguidos llevaba bebiendo. En realidad estaba seguro de no tener más de una
semana, pero haber perdido la cuenta era algo digno de preocupación, y a la vez nada le preocupaba. Se sentía
cayendo en un pequeño abismo donde sólo cabía él, un pequeño abismo que no
estaba exento de las leyes de la física a las que agradecía para que su misma
mierda no cayera más lento que él, suficiente con la sensación de tener el esfínter
descontrolado como para sentir cómo su propia mierda le caía en la cara, en
realidad le caía por todos lados, pero no le llegaba a la cara, y agradecía que
sus pegajosas entrañas expuestas tuvieran la decencia de no meterse por su
nariz mientras seguía cayendo en esa vorágine que amenazaba con no tener fondo.
Parecía tan sin fondo que si alguna vez lo tocaba, el piso terminaría rompiéndose
para dejarlo seguir cayendo, hasta la muerte, después seguiría cayendo en el
infierno, el purgatorio y el cielo y, seguramente, la siguiente vida. ¿No se
trataba todo de esto? De seguir cayendo de manera interminable, de manera
infinita, en su propio abismo y en el abismo que para los demás no parecían
reparar: hay gente que está peor. Sin embargo, creía que ninguno podía estar
peor de lo que uno mismo podría estar, cada uno es su propia varita medidora y
era imposible medirse con la de alguien más. Al menos, si no imposible, sin
sentido. Pero justo cuando llegaba a ese punto, a ese momento donde el nonsense se hacía presente, tomaba el
vaso old fashion y le vertía un poco
de ron, un poco más que en el último trago, para después agregarle refresco de
manzana. Dos tragos más tarde el vaso estaba vacío, su vida también. Tenía
cuatro paredes, y quizá lo que le hacía falta era perderlas a todas, y eso le
asustaba, a veces sus palabras escritas se volvían una profecía que terminaba
autoinflingiéndose y autocumpliendo, a veces también sus palabras orales tenían
el mismo efecto; una vorágine que se lo seguía tragando para llevarlo al punto
en el que ni siquiera lo podría escupir. Beber, beber y beber, y entre trago y
trago una bocanada de humo, por si el alcohol no servía de mucho o de
suficiente. No era la intención matarse de golpe, prefería hacerlo poco a poco,
la razón era sencilla, no tenía miedo a la muerte, tenía (le costaba aceptarlo)
esperanza, la creencia de que en algún momento las cosas mejorarían y
terminarían por llenarlo de sonrisas, y no quería no estar, dejando que fuera
demasiado tarde, que la vorágine también se aplicara a otros aspectos de su
vida, porque, dentro de todo, había tenido buenos momentos y era por esos
buenos momentos que tenía la intención de esperar a que pasaran unos nuevos que
se parecieran a los viejos. Entonces regresaba al alcohol, pensando que el alcohol tenía un poco de esos
recuerdos, algo de esos viejos tiempos, algo de esas promesas, de un futuro,
tan incierto como amanecer al día siguiente. Y entonces lo que hacía era escribir,
seguir escribiendo, usar esa tercera persona impersonal disfrazando la ficción
con la realidad, dejando la duda de si lo que escribía era algo sacado de su
mente o de su vida… esperado que alguien más dudara, siguiera dudando como
dudaban los otros, de que lo que pasaba fuera un cuento, una historia para
divertir a los lectores: un ellos, una nueva tercera persona, un plural que los
englobara de manera anónima, mencionado sus propias ficciones y sus fantasías.
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